Toni Morillas
Feminista, militante de IU y PCA
La explosión de
creatividad feminista en la que estamos participando en los últimos
meses, es síntoma de un proceso de feliz desborde, de socialización
masiva de una convocatoria de huelga que interpela a todas desde un
mensaje de ruptura democrática y feminista. Los vídeos,
coreografías y composiciones musicales participativas, el perreo
feminista, las imágenes caseras de mujeres colgando los mandiles
diciendo a los cuatro vientos hasta aquí he llegado. Un proceso de
apropiación que se ha intensificado en el último año, venciendo la
barrera mediática, traspasando las paredes de parlamentos y
organizaciones, franqueando la dura barrera del ámbito doméstico y
ocupando horas de conversaciones encendidas en bares, plazas,
mercados y centros de trabajo.
Nada volverá a ser igual
a partir de este 8 de Marzo. Quién pretenda medir el éxito de la
huelga con los viejos parámetros, no habrá entendido nada. No es
una huelga al uso porque el sujeto somos las mujeres, porque el
ámbito en el que se convoca no es solo el laboral, aunque también.
Porque pone luz a ámbitos que por no estar monetarizados y estar
protagonizados por las mujeres, han permanecido en la penumbra de la
Historia. Invisibilizado y desvalorizado el trabajo de cuidados y su
papel en la reproducción social del capitalismo. Invisibilizadas las
espaldas y vidas sobre las que recae este trabajo sin el que el
sistema se desplomaría. Estamos transitando de la cadena global de
cuidados a la cadena global de las luchas, en una convocatoria que en
su dimensión internacionalista, ha construido una fuerte alianza en
torno a un mensaje y a una propuesta de acción política común, que
no para de recibir apoyos y construir sinergias. La confluencia debe
ser algo así.
La potencia de la Huelga
feminista reside en la radicalidad de su discurso, en la
transversalidad y diversidad de las formas y espacios de lucha en
los que se despliega y en la osadía de las mujeres, de recuperar la
huelga como herramienta política en tiempos en los que el derecho
efectivo a huelga está en entredicho. Hemos criticado en multitud de
ocasiones la hegemonía del feminismo liberal y hemos construido
desde la práctica concreta una propuesta interseccional que reconoce
y nombra las opresiones que nos atraviesan. Pues bien, aquella
hegemonía ha empezado a resquebrajarse. El mensaje en torno al que
se están movilizando y organizando millones de mujeres cuestiona el
capitalismo y el patriarcado, sitúa con radicalidad que este modelo
económico y social que nos mata, agrede, cosifica, explota,
precariza y oprime, es insostenible con la reproducción de una vida
digna de ser vivida.
En el argumentario de la
convocatoria de Huelga, emanado del Encuentro Estatal del Movimiento
Feminista celebrado en Zaragoza, se señala: Nosotras ponemos la vida
en el centro, por eso defendemos vidas dignas donde todas las
personas, en las distintas partes del mundo, podamos acceder a los
recursos necesarios para cubrir nuestras necesidades en condiciones
de igualdad y de sostenibilidad ambiental. El patriarcado y el
capitalismo con su lógica del beneficio y de la acumulación
capitalista, van en contra de lo que proponemos, generan fuertes
desigualdades, relaciones de poder y destrucción de los recursos y
las condiciones necesarias para una vida digna.
La sostenibilidad de la
vida como propuesta no solo cuestiona el papel atribuido a las
mujeres o su situación desigual respecto a los hombres (que no es
poco). Decía Silvia Federici no queremos que nos exploten igual que
a los hombres. Propone una alternativa de ruptura con el contrato
social y el contrato sexual: una nueva forma de organizar las
relaciones económicas, políticas, sociales y entre sexos, que parte
de la constatación de que nuestra explotación, nuestra opresión es
estructural y hunde sus raíces más profundas en el capitalismo
patriarcal. Ahí reside su potencia transformadora. Por ello nos
tildan de peligrosas, porque hace tambalear los cimientos de su
sistema. Porque señala los beneficios que el sistema extrae de
nuestro trabajo, porque señala la naturaleza de las violencias que
se ejercen sobre nosotras, porque no le duelen prendas a la hora de
señalar los privilegios que han obtenido los hombres del mismo
durante siglos.
Desde la cama al centro
de trabajo. Mujeres contestonas, insatisfechas, difíciles,
enfadadas, alegres, combativas y empoderadas, sacándole los colores
y cuestionando cada gesto cotidiano a familiares, amigos, compañeros.
Señalando los patriarcalismos cotidianos, desplegando la lucha
feminista en multitud de espacios. Mujeres que están liderando los
conflictos laborales: las camareras de piso, las teleoperadoras, las
interinas, las trabajadoras de la ayuda a domicilio, las
estibadoras…Mujeres precarias, que tendrán dificultades para
secundar la huelga laboral pero que no paran de inventar y conspirar
para expresar su apoyo a la misma. Mujeres que han conseguido vencer
las resistencias y situar la huelga feminista en la agenda política
de sus organizaciones políticas, sociales y sindicales. Mujeres que
se están politizando, que acuden por primera vez a una asamblea
feminista, que dicen el 8M que haga de comer él, que yo me voy a la
mani. Pensionistas que tejen luchas, que sostienen familias precarias
enteras, que salen a la calle por unas pensiones dignas, que nos
vuelven a dar ejemplo por el presente y por nuestro futuro, porque la
brecha de género salarial y en las pensiones es insostenible.
Mujeres portavozas de tantas luchas, que están politizando el
espacio privado, que han venido al espacio público para quedarse.
La Huelga ya es un éxito
incontestable. Que las élites se sientan interpeladas y hayan tenido
que sacar su artillería para generar ruido, intentar
infructuosamente fragmentar al movimiento y distanciarlo de la
mayoría social, acusándolo de ideologizado y peligroso, evidencia
el éxito de la huelga y los miedos que esta genera. PP y Cs han
corrido presurosos a confrontar con la huelga por cuestionar el
capitalismo, el PSOE también ha confirmado que no la secunda. No
esperábamos menos. Habrá intentos de criminalizar y descafeinar sus
demandas, de cuestionar la centralidad de nuestra lucha, de
cuestionar el sujeto protagonista de la misma, pero la Huelga ya lo
ha removido todo. Está haciendo que emerjan los discursos más
misóginos y reaccionarios, pero también la sororidad más
movilizada. Nada volverá a ser igual después del 8M, hemos
emprendido un camino sin retorno y tenemos el ejemplo de millones de
mujeres referentes, anónimas muchas de ellas, que nos han precedido
en la lucha. Amenazamos con empezar a pensar desde ya en el 9M, en la
necesidad de seguir fortaleciendo los espacios feministas unitarios,
en la centralidad que ha de ocupar el feminismo en los procesos de
construcción de unidad popular y en el impulso de un nuevo ciclo
movilizador que continúe abriendo las grietas del sistema.
¡A la huelga, compañera!
27/02/2018
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