Efraín Campos
Sercretario Político del
Comité Provincial del PCA de Málaga
En estos días la
Marcha Senderista La Desbandá está recorriendo las provincias de
Málaga, Granada y Almería para recuperar la memoria de la población
civil que tuvo que dejar sus hogares huyendo del terror que los
franquistas traían consigo
En esta época que nos ha
tocado vivir parece ser más importante la construcción del relato
que contar la Historia de una manera objetiva. Transitamos en unos
tiempos en los que el negacionismo del Holocausto nazi gana adeptos,
en que los que creen que la Tierra es plana son cada vez más y, por
supuesto, que la criminal matanza del franquismo del 36 al 39 fue una
lucha de iguales.
En estos días la Marcha
Senderista La Desbandá está recorriendo las provincias de Málaga,
Granada y Almería para recuperar la memoria de la población civil
que tuvo que dejar sus hogares huyendo del terror que los franquistas
traían consigo al llegar su ejército y sus aliados. Decenas de
miles de personas atravesaron a pie, yendo solo con lo puesto, la
costa oriental andaluza intentando mantener su libertad y su vida.
Pero no iban a tenerlo fácil: al ejército golpista (pues no
olvidemos que la guerra de España fue producto de un golpe de Estado
fallido que desembocó en la alianza fascista contra el Gobierno
republicano, en una guerra de desgaste y exterminio del enemigo) se
le unieron los de Alemania e Italia; desde tierra, mar y aire estos
refugiados fueron masacrados y sus únicas armas eran unas alpargatas
desgastadas por más de 300 kilómetros de penurias.
¡Y algunos se atreven a
hablar de equilibrio! La Desbandá fue un ataque premeditado contra
un pueblo desarmado que solo quería huir del horror. Pero no hubo
piedad, miles de muertos sembraron la carretera: niños, mujeres,
hombres quedaron en las cunetas. Su crimen fue intentar vivir.
Las potencias fascistas
apoyaron al ejército sublevado, pero incluso Italia elevó una queja
al papado, advirtiendo de la brutalidad de los golpistas, lo que
llevó a Franco a asegurar que no habría más asesinatos sin juicio
en Málaga; El Carnicerito de Málaga, Arias Navarro, consiguió no
obstante matar incluso a más personas con sus pantomimas de
justicia, cerca de 17.000 personas del 37 al 44.
En nuestra ciudad tenemos
el pérfido honor de contar con las fosas comunes más grandes de
toda Europa, consecuencia del genocidio sistemático al que se
sometió la ciudad y la provincia; Queipo de Llano avisó al pueblo
de Málaga de sus intenciones desde la radio: «Canalla roja de
Málaga, espera a que llegue ahí dentro de diez días. Me sentaré
en un café de la calle Larios bebiendo cerveza y por cada sorbo mío
caeréis diez. Fusilaré a diez», y también hablando de su entrada
en nuestra ciudad y la actitud a tomar con las mujeres republicanas:
«Después de todo esto, estos comunistas y anarquistas se lo
merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos
sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se
van a librar por mucho que forcejeen y pataleen». Los golpistas no
aspiraban a arreglar los desmanes de la República como dicen los
revisionistas de la Historia, lo único que buscaban es que las cosas
permaneciesen como Dios manda: los pobres siendo pobres y trabajando
para el amo; los ricos siendo ricos a costa de la sangre y el sudor
del pueblo.
La que se conoció como
la República de los sueños, que levantó la solidaridad
internacional de miles de personas por todo el mundo y que tuvo su
máxima expresión en la formación de las Brigadas Internacionales,
la que aspiraba a los valores de libertad, igualdad y fraternidad, se
vio truncada por un grupo de bandidos que lo único que tenían de su
parte era la fuerza de las armas. En la guerra de España aprendimos,
como dijo Albert Camus, que uno puede tener razón y ser derrotado,
que la fuerza puede destruir el alma y que a veces el coraje no
obtiene recompensa.
Podemos ser objetivos,
pero no se deben cerrar los ojos a la verdad, y la verdad es que en
Málaga, en la guerra, hubo un genocidio contra el pueblo que solo
buscaba la paz. Los golpistas, con el apoyo de países alineados con
ellos, buscaron el exterminio sistemático de todo aquel que aspirara
a la democracia, su objetivo fue la eliminación física de todo
aquel o aquella que simplemente soñara con una España diferente;
después de más de 80 años en los que se nos ha negado que
conozcamos nuestra Historia, es el momento de decir basta y sacar de
las cunetas los cuerpos y la memoria.
La heroica resistencia de
los republicanos no puede caer en el olvido, como tampoco se debe
olvidar que el Gobierno franquista que se impuso por las armas fue
criminal, asesino y genocida todo el tiempo que duró.
Porque nuestro afán es
que ese capítulo negro no se repita jamás.
Acabo con las palabras de
Carlos Giménez en su magnífica obra '36-39. Malos tiempos':
«Nosotros no empezamos esta guerra... ¡Ellos la empezaron! Todos
los muertos... ¡Los de los dos bandos! ¡Que se los apunten los que
empezaron esta maldita guerra! ¡Ellos son los responsables de todos
los muertos! ¡Maldito sea el que empieza una guerra!».
Miércoles, 21 febrero
2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario