Este 1º de
mayo de 2020 pasará a la historia no sólo por ser el día de las y los
trabajadores en todo el planeta, sino por ser también un día de celebración del
valor de la clase obrera y de su capacidad como sujeto colectivo en las
circunstancias excepcionales que nos ha tocado vivir, un día para celebrar y
retener en nuestra memoria la importancia que tiene en nuestro mundo como motor
de la historia hacia un futuro común más justo.
Acabábamos
de cruzar un pequeño puente entre los diez años de crisis iniciada en 2008 y un
nuevo escenario de recuperación de lo arrebatado. Diez años que no olvidamos,
que sacaron a la luz la mezquindad de un sistema depredador e incompatible con
la vida, porque puso toda su maquinaria al servicio del máximo beneficio para el
capital, dando cobertura a las peores prácticas de especulación, usura y
estafa, robándonos los servicios públicos esenciales para una sociedad fuerte y
cohesionada, pisoteando los derechos más básicos que nos corresponden por el
hecho de existir, los derechos humanos, para “negociar” con nuestro pan,
nuestro trabajo, nuestro techo, y tan evidente ahora, nuestra salud.
Organizaciones
sindicales, mareas, asambleas populares desde el último barrio hasta las
coordinadoras estatales, comités de empresa, delegadas de prevención y salud
laboral, redes de solidaridad popular, comisiones del 8M, organizaciones de
migrantes, de trabajadoras de todos los sectores productivos, movimiento de
pensionistas, organizaciones políticas y espacios de construcción de unidad popular,
han regado de luchas, huelgas, resistencia y conciencia nuestra geografía y
nuestro sentido de pertenencia a la clase trabajadora y de supervivencia
colectiva.
Diez años en
los que el movimiento obrero, junto a otros movimientos como el feminista y el
ecologista, ha luchado, se ha forjado, ha podido aprender de los errores y,
sobre todo, ha constatado la mayor lección: solo mediante la unión podremos
recuperar los derechos arrebatados y construir un modelo económico, social y
político. Solo la concienciación de que la construcción de poder popular es con
todas, con el conjunto de la clase obrera, nativa o extranjera, mujeres,
jóvenes y mayores, estaremos en condiciones de impugnar la alianza criminal
entre patriarcado y capital, que tanto sufrimiento evitable e injusto ha
producido a la gente, a nuestra gente.
Y así, desde
el convencimiento de que ningún derecho ha sido nunca regalado sino que es
fruto de la lucha constante y organizada; desde el convencimiento de que ningún
derecho está nunca garantizado salvo por su ejercicio permanente, real y
efectivo; desde el convencimiento de que ningún pacto debe ser olvidado y
ningún acuerdo es eterno y desde el convencimiento, y aprendizaje, de que
juntas somos más fuertes, el Partido Comunista de España se reafirma en su
compromiso de ser una herramienta útil a la clase obrera, a las y los
trabajadores de este país, a la inmensa mayoría del pueblo.
Y en ese
necesario camino de situar lo primero los derechos de la clase obrera, se
enmarca nuestro compromiso en la conformación de un Gobierno de Coalición
progresista que, en los primeros días, continuó en la senda de asegurar
salarios dignos para una vida digna; o proteger a la clase obrera de un sistema
que nos provoca más enfermedad y nos expulsa de la vida digna por padecerla.
Y llegó la
crisis de Covid-19; no la crisis económica de recesión que se pronosticaba y
que cíclicamente este sistema provoca cual regalo envenenado… Llegó una crisis
sanitaria mundial, que está golpeando con especial intensidad a nuestro país y
que trae aparejada una inmensa crisis social, laboral y económica. Y había, y
hay, que tomar decisiones, gestionar los problemas de la clase trabajadora y de
nuestro pueblo, poniendo en marcha un “Escudo Social” para que nadie se quede
atrás, para afrontar una reconstrucción de lo común que no puede ser una vuelta
atrás, que no pueda ser una vuelta a la normalidad de dónde veníamos, porque no
vamos a pagar esta crisis, esta vez no.
Resultó que
lo esencial era la sanidad pública universal; que lo esencial era la capacidad
de organización y respuesta de la clase obrera en los centros de trabajo, en
los hospitales, en los barrios; que la unidad y la solidaridad son las únicas
herramientas que se han demostrado esenciales. Somos vulnerables como especie,
como individuos, y somos invencibles cuando tomamos conciencia de que dejar
caer a algunos es abandonarnos a todas.
Por eso,
esta crisis no se está gestionando ni vamos a permitir que se gestione como las
otras. Porque se tienen que impulsar medidas para atajar muchos de los
problemas que ya teníamos como sociedad y que ahora se han expresado con más
crudeza si cabe: porcentajes vergonzosos de pobreza, de economía sumergida, de
sin papeles sin derechos; una sanidad privada insolidaria y elitista; una educación
pública que muestra todas sus brechas; un problema de vivienda estructural que
avergüenza el confinamiento; una violencia de género estructural que pone sobre
la mesa cada una de las evidencias negadas; una ley de extranjería denunciada
constantemente y puesta en evidencia; y podríamos seguir enumerando. Pero toca
asumir el papel histórico de la clase obrera y de sus organizaciones políticas,
sindicales y sociales.
El futuro
está lleno de incertidumbres, pero debemos abordarlas desde las certezas
comunes, el ánimo y las fortalezas que nos da el orgullo y la capacidad de ser
parte de la clase obrera, de esa clase que está haciendo frente, en peores
condiciones que hace 12 años, a esta pandemia.
El Partido
Comunista de España trabajará, y hace un llamamiento al conjunto de la clase
trabajadora, de mujeres y hombres, jóvenes y mayores, migrantes, y de sus
organizaciones políticas, sindicales y sociales, para la reconstrucción de lo
común, de un país que tiene que estar a la altura y al servicio de la clase que
está asegurando nuestra vida y sosteniéndolo, frente al interés particular y al
sector privado:
1.Recuperación
de la soberanía económica e industrial, desde parámetros de reindustrialización
verde y sostenible. Convertir en participación pública las ayudas entregadas de
una u otra manera a las empresas privadas financieras, de servicios o
industriales.
2.Fortalecimiento
del sector público para que nadie se quede atrás en una crisis, lo que
necesariamente pasa por utilizar mecanismos de nacionalización y
remunicipalización.
3.Subordinación
de toda la riqueza al interés general: nuevo modelo fiscal y tributario de
redistribución efectiva de la riqueza.
4.Iniciativa
pública en la actividad económica y en la atención de las necesidades globales.
5.Garantía
de todos los derechos para todas: civiles y políticos ya garantizados en la
constitución, y exigibilidad de garantía de los contenidos de derechos económicos
y sociales. Universalidad e inescindibilidad de los derechos humanos.
6.Transformación
y nueva organización social del sistema de cuidados, desde su reconocimiento
como derecho, la necesidad de su redistribución y profesionalización, con el horizonte
de un sistema nacional público de cuidados.
7.Otro
modelo de relaciones entre los pueblos de Europa basado en la solidaridad al
servicio de las capas populares y trabajadoras frente al actual modelo al
servicio del capital y de las oligarquías nacionales de la Unión Europea que
rechazamos.
Somos
conscientes también de las dificultades, no nos llamamos a engaños. Los hechos
hablan por sí solos y anuncian lo que ya sabíamos: el capital y las
organizaciones políticas, sociales y mediáticas a su servicio, no se van a
dejar sumisamente arrebatar sus privilegios y las herramientas que les han
servido hasta ahora para conseguirlo. Tampoco van a renunciar al juego más
sucio y ruin si es preciso, aunque para ello tengan que manipular, mentir,
jugar con el miedo y las incertidumbres del pueblo. La derecha y la
ultraderecha en este país han estado y están a su servicio y parece que no
dudan en utilizar las peores artimañas. Estamos convencidos de que asistiremos
a múltiples espectáculos, como la inasistencia de la CEOE al diálogo social en
plena crisis, o la campaña criminal de noticias falsas de la que todas sabemos
quién está detrás y quién la financia.
Somos
conscientes de que las pequeñas y medianas empresas, autónomos (los de verdad y
también los “falsos”), agricultoras, profesionales, limpiadoras, cuidadores,
trabajadores de grandes empresas, secciones sindicales, hombres, mujeres,
jóvenes, niñas y niños, son capaces de ponerse a producir respiradores, o de
asegurarnos el alimento y la higiene, de proteger a los más vulnerables y de
confinarse renunciando a los bienes más preciados individuales por el bien
común. Esa es la clase obrera que, organizada y unida, es imparable. Tanto, que
este año el 1º de mayo tendrá menos abrazos presenciales, no nos reunirá en
lugares abiertos, pero será el mayor abrazo colectivo y la mayor construcción
de espacio común de nuestra memoria reciente.
¡Viva la clase obrera!
Siempre luchando, creando poder popular,
con solidaridad y unidad.
Acto del 1º de Mayo del PCE junto a UGT y
CCOO: "La clase trabajadora frente al Covid-19"
El Acto se llevó a cabo ayer, jueves 30 de abril
a partir de las 18:00 horas, bajo el título "La clase trabajadora frente al
Covid-19", con la participación de Enrique Santiago (Secretario General
del PCE), Unai Sordo (Secretario General de CCOO), Pepe Álvarez (Secretario
General de UGT) y Anabel Segado (Secretario de Movimiento Obrero del PCE)
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