Ernesto Alba
Secretario General del PCA
El pasado domingo los y las comunistas andaluzas finalizamos nuestro
XII Congreso y lo hicimos convencidos del papel que debe desempeñar Andalucía
en el trabajo que tenemos por delante: cambiar el régimen emanado de la
Transición y de la Constitución del 78. Lo hacemos convencidas de que la carta
magna .tan manoseada y pervertida, puesta al servicio de unos pocos- hoy no nos sirve para solucionar los
problemas a los que nos enfrentamos los y las trabajadoras de nuestro
país.
En nuestro Congreso hemos llegado a algunas conclusiones. La más
importante es que el PCA -con muchas más organizaciones- se sitúa en la primera
línea de batalla contra los poderes económicos y políticos de nuestro país. Y
lo hacemos cuando confluyen dos realidades:
La primera es que todo el aparato del Estado sufre una crisis de
legitimidad. Y la segunda es que el poder económico anda loco, buscando donde
poner el huevo. En dos años hemos pasado de ver a Botín bajando a Sevilla al
solemne besamanos de Susana Díaz, a encontrarlos poniendo huevos en las cestas:
ora Ciudadanos, ora Pedro Sánchez.
Con esta realidad sobre la mesa, los y las comunistas de Andalucía nos
hemos fijado algunas tareas:
En primer lugar el PCA
sitúa el trabajo de su militancia en el conflicto social y laboral. Para
nosotras es importante organizar a nuestros activistas en los espacios
concretos de luchas como forma de construir tejido social y trincheras. Y ahí
los comunistas entendemos que nuestra estrategia pasa -fundamentalmente- por
construir la unidad de todas esas fuerzas en conflicto. No se puede derrotar al
actual poder sin organizar un contrapoder. La lucha del estibador de Algeciras
no es diferente a la del santanero de Linares, ni las razones por las que nos
organizamos y luchamos son distintas en los invernaderos de El Ejido que en los
hoteles de la Costa del Sol.
En segundo lugar, el PCA ha
decidido hacer de nuestro proyecto estratégico – Izquierda Unida -algo más
amplio. IU significa para los comunistas un gran proyecto emanado de la
movilización social que fuimos capaces de construir con mucha más gente. Pero
hacemos autocrítica: Hemos convertido IU en un partido político, un error que
hemos pagado duramente muchos años.
No decimos nada nuevo cuando planteamos que queremos una IU más
abierta y ágil, una IU capaz de ser herramienta útil a nuevos actores nacidos
al calor del 15M y la actual crisis económica. Ese paso fue además aprobado por
la XI Asamblea de Izquierda Unida hace ahora un año.
Desde el PCA hemos debatido mucho y queremos situarnos en la creación
de un nuevo sujeto político andaluz, pero me parece oportuno -ante tanto
oportunista-, aclarar que queremos hacerlo con toda IU, sin imposiciones de
nadie, con todo el patrimonio acumulado de experiencia en los últimos 30 años:
con el consenso y la inteligencia colectiva como principal arma.
Hablamos de apertura y flexibilización de IU como estructura y eso
requiere adecuar nuestro modelo organizativo a la transformación social y las
nuevas formas de participación política que han emergido en los últimos años y
a los que hasta ahora hemos dado respuesta sólo parcialmente.
En tercer lugar, las y los
comunistas nos hemos conjurado para dar una batalla fundamental en Andalucía y
en España: la batalla de las ideas. Es importante afrontar esta tarea sin complejos
y hacerlo conscientes de donde venimos: de una pérdida absoluta de la identidad
de clase; de una guerra identitaria y cultural generada en los 80 con un PSOE
que, con Felipe y Solchaga, desmantelaba nuestra industria y pasábamos
entusiastas de Barrio Sésamo a Farmacia de Guardia y Médico de Familia.
Debemos reconocer que hemos avanzado mucho en estos años: hemos visto
nacer y desarrollarse las Marchas de la Dignidad como espacio de unidad y lucha
en la calle; hemos asistido a la unidad en muchos de los conflictos laborales
abiertos, que han ganado batallas importantes; y hemos comprobado como la
entrada de Podemos en el panorama político hace que la grieta siga abierta.
Pero a la misma vez comprobamos que los poderes siguen organizados y
su capacidad de acción se presume ilimitada. Sufrimos -como colectivo- ataques
furibundos por parte de los grandes grupos de comunicación, que son capaces de
convertir la lucha por los derechos de los trabajadores de la estiba en una
guerra abierta contra lo que llaman 'trabajadores con privilegios'.
En el Partido Comunista en concreto, con sus luces y con sus sombras,
sabemos mucho de esto. Somos una fuerza con muchos años de historia y nuestros
militantes han luchado sin descanso en momentos de serias adversidades. A las y
los comunistas nos han pintado como demonios -con sus cuernos y su rabo-
mientras intentábamos mantener viva la llama de la lucha obrera.
Las derechas de este país nos han intentado humillar siempre. Nos han
creado etiquetas que dibujan en el imaginario colectivo una fuerza política
peligrosa durante el franquismo; antigua y desfasada, durante la democracia.
En los momentos de toma decisiones importantes, en la que las y los
comunistas nos hemos posicionado a favor de los intereses colectivos de nuestro
pueblo -contra la OTAN, Maastricht o a la Constitución Europea -se ha utilizado
como un mantra la etiqueta de 'viejo PCE', como un martillo pilón que intentaba
condenar al silencio a miles de activistas que alzaban la voz contra las
injusticias.
Y ante los ataques, a las nuestras les hemos pedido siempre altura de
miras. Ya vengan esos ataques de la caverna mediática o de aquellos que, siendo
de los nuestros, aún no han conseguido desprenderse de ese mantra y no dejan de
ser víctimas de la pérdida de identidad de clase.
Con ello, tras el XII Congreso, salimos con algunas ideas claras:
Constituir un bloque en Andalucía que sea capaz de hacer frente al poder
instituido que nos mantiene en la pobreza y la miseria. Si alguien quiere
distraerse del objetivo jugando a las casitas, que lo diga para que no nos
distraiga a los demás. Nos jugamos el futuro de Andalucía y de este país y para
ello pedimos altura de miras. No vaya a ser que, sin pretenderlo, algunos estén
trabajando para el enemigo.
Y por último, por si alguien aún no se ha enterado: IU y PCA, en
Andalucía, somos organizaciones autónomas y nadie nos dice como tenemos que
hacer nuestra política de alianzas. IU y PCA somos soberanas en nuestras
propias decisiones. IU y PCA seguimos trabajando juntas convencidas de que
necesitamos a mucha más gente y para ello pensamos colectivamente cómo crecer y
ser más útiles. IU y PCA no nos dejamos llevar por quienes nos quieren
separados, fracturados y divididos.
Me propongo como secretario general del PCA que, como colectivo,
pasemos de los discursos vacíos a las palabras llenas, al discurso al servicio
de lo material. Hago mías las palabras de Daniel Bernabé cuando afirma que
"nosotros y nosotras no inventamos identidades, sino que desvelamos las
existentes. Las cosas están ahí fuera, no hace falta que nos inventemos nada.
La cultura sirve para unir lo político con sus consecuencias".
http://www.eldiario.es/andalucia/enabierto/PCA-congreso_6_661843842.html
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