Elena Herrera/infolibre.es
El líder de Izquierda Unida y coportavoz de Unidos Podemos, Alberto
Garzón hace autocrítica. Admite que Unidos Podemos no ha sido capaz de
"convencer" a los perdedores de la crisis. A su juicio, este hecho,
unido a la "sensación de oportunidad perdida" instalada en la izquierda
tras la gestión del resultado electoral de diciembre de 2015 explica el
"estancamiento electoral" en el que se encuentran la formación morada
y sus confluencias.
Cree que para acceder a ese electorado desmovilizado hay que estar
donde se produce el "conflicto social" –es decir, donde hay
desahucios, ERE, actitudes machistas...– con el objetivo de ayudar a los que lo
sufren y dar "una explicación coherente". "El tiempo de la
política espectáculo, que ha sido muy dominante en los últimos, se está
agotando. Las ocurrencias han alcanzado cierto límite. Lo que proponemos es un
proceso distinto a un mero cambio de imagen", advierte.
Alberto Garzón (Logroño, 1985) recibe a infoLibre en el Congreso de
los Diputados para analizar el estado de la alianza con el partido de Pablo
Iglesias, de la que lamenta que se visibilice "menos plural de lo que
es"; el entendimiento con el PSOE, que augura que será "mucho más
sencillo" si se trabaja desde la "base social"; o el último
informe rendición de cuentas que defendió ante la cúpula de IU y en el que
admitió la "falta de visibilidad" del trabajo de sus parlamentarios;
así como otras cuestiones de actualidad política.
PREGUNTA. ¿Unidos Podemos está
estancado electoralmente, como dicen todas las encuestas?
RESPUESTA. A partir de las elecciones del 20 de diciembre de 2015 se
consolidan, no sabemos si temporalmente, los bloques que salieron de esos
comicios. Desde el 20D hasta el 26J hay un millón de personas del bloque de la
izquierda que se van directamente a la abstención. Eso se ha mantenido y desde
entonces sólo ha habido transferencias dentro de cada bloque: del PP a
Ciudadanos, de Ciudadanos al PP; del PSOE a Unidos Podemos y viceversa… En fin,
transferencias que no cambian la estructura de los dos bloques. El reto es cómo
movilizar a mucha gente decepcionada con la política, que están en la
abstención, que no han votado nunca…
P. ¿Cómo se consigue movilizar
a ese electorado?
R. Hay diferentes estrategias. La que defendemos en IU es una
estrategia de medio y largo plazo, de inserción en el conflicto. Creemos que el
tiempo de la política espectáculo, que ha sido muy dominante en los últimos, se
está agotando. Las ocurrencias han alcanzado cierto límite y los nuevos
partidos, Ciudadanos y Podemos, están siendo vistos cada vez más como partidos
convencionales. Eso hace que el trabajo tenga que ser más de medio y largo
plazo.
P. Hablaba antes de “inserción
en el conflicto”. ¿A qué se refiere concretamente?
R. Quiere decir que la forma de construir base social, y no hablo sólo
electoralmente, es estar donde hay conflicto social. Es decir, donde hay un
desahucio, un centro de trabajo con un ERE, una actitud machista, un problema
medioambiental… La organización tiene que estar en todos esos focos para ayudar
a los que están sufriendo el conflicto y, al mismo tiempo, proporcionar una
explicación coherente. Así es como uno va construyendo tejido social que puede
revertir, tarde o temprano, en las elecciones. Es un proceso distinto a un mero
cambio de imagen.
P. Usted, igual que otros
dirigentes de IU y de Podemos, defienden que hay que combinar la lucha en la
calle con la pelea en las instituciones. ¿Qué éxitos cree que ha tenido Unidos
Podemos en el Congreso durante este año?
R. En la práctica no existe realmente una disyuntiva entre calle o
instituciones porque ambas cosas están interrelacionadas. Es un dualismo falso.
Sí creo que sería un error hacer recaer el peso sobre cualquiera de las dos en
exclusiva. Por ejemplo, la propia moción de censura no puede entenderse si no
tuviera un contrapeso en la calle en forma de movilización social o de
construcción del tejido con otros sectores institucionalizados. Tareas como el
Salario Mínimo Interprofesional, cuya proposición de ley fue nuestra a pesar de
que hubo una operación del PP y del PSOE para arrogarse una modificación y
congelar nuestra propuesta, es un ejemplo. Lo que se está poniendo de relieve
es que en Unidos Podemos estamos siendo capaces de poner iniciativas útiles
encima de la mesa.
P. Antes comentaba que el
intento de moción de censura no habría tenido sentido sin un contrapeso en la
calle en forma de movilización social. ¿Pero no tiene la sensación de que se
están volviendo a desmovilizar los españoles?
R. España está menos movilizada que en 2013, por ejemplo, eso es algo
que los datos indican con bastante claridad. Pero, en términos históricos la
movilización incluso hoy, en 2017, es mucho más alta que la había en 2011, en
el año del 15M; o que en 2010, con las huelgas generales. 2014 y 2015 fue un
momento de enorme volatilidad, pero también de politización muy alta. Es decir,
mucha gente frustrada con la política, se repolitizó. Pero ahora estamos viendo
un cierto reflujo y eso hace la sociedad esté menos movilizada y, por tanto,
que sea más difícil hacer una gran manifestación a favor de una reivindicación
política. Eso nosotros lo notamos cuando organizamos este tipo de
movilizaciones. Es difícil llegar a alguien más que tu propio electorado.
P. ¿Qué factores explican esa
desmovilización?
R. Son múltiples. Uno de ellos es un giro cultural conservador que se
está dando en nuestro país, que tiene que ver con la aceptación por parte de
una parte de la población del discurso de salida de la crisis del PP. Otro
factor posible, de importancia, es que un sector muy importante de la izquierda
de este país sintió sus esperanzas fracasadas entre enero y abril de 2016. Es
decir, en el período inmediatamente postelectoral. Esto es muy llamativo cuando
se contrastan los datos electorales de diciembre de 2015 con los de junio de
2016. El bloque de la derecha incluso creció y el bloque de la izquierda,
incluyendo al PSOE, perdió más de un millón de votos.
P. En su informe de rendición
de cuentas aseguró que se había producido una "pérdida de
credibilidad" tras las elecciones de 2015. ¿Qué razones provocaron esa
pérdida de credibilidad?
R. Una de las razones es la gestión postelectoral. Y hablo desde el
punto de vista de la izquierda, sin atribuir ninguna responsabilidad individual
a cada partido. En lo que llamamos la izquierda de una manera muy generosa,
incluyendo al PSOE, a Podemos y a IU, hay la sensación de una oportunidad
perdida. Y eso existe, no lo podemos negar. Esa sensación es la que empuja
fundamentalmente a más de un millón de personas fuera del ámbito electoral. Eso
es algo que tenemos ahí y que hay que resolver y corregir, pues en esta
cuestión está en la base del estancamiento electoral. Sobre esta reflexión
tenemos que hacer los cambios.
P. En ese informe también
lamentaba la "falta de visibilidad" de IU dentro de Unidos Podemos.
Iglesias prometió cambiar cosas. ¿Han hablado ya sobre ello? ¿Qué cosas
concretas deben cambiar para que IU pueda recuperar visibilidad?
R. No hemos tenido una conversación con Podemos en este punto. En IU
hemos hecho una rendición de cuentas a través de un informe muy exhaustivo
sobre la situación actual y hemos planteado los problemas a corregir. En
septiembre vamos a tomar decisiones, la organización de IU va a cambiar. Sé que
Podemos ha hecho declaraciones a la prensa diciendo que va a ser más generoso.
Nosotros no lo vemos desde un punto de vista de moral, de generosidad. Creemos
que hay problema político y es que es una alianza plural que no se está
visibilizando tan plural como lo que es. Y eso no es problema de egos o de
espacios o cuotas de poder. En nuestro país hay mucha gente que se siente
identificada con IU, más que con Podemos, igual que ocurre al revés; pero que
no termina de verse reflejada en el espacio político que estamos construyendo.
P. ¿No está previsto que se
siente hablar de esta cuestión con Pablo Iglesias?
R. Tenemos que debatirlo primero dentro de IU, llegar a nuestras
conclusiones, ver qué cosas hay que cambiar… Porque hay elementos que no están
al alcance de Podemos –por ejemplo, los que tienen que ver con el tratamiento
mediático de la actualidad–; otros sí y serán objeto de una negociación. Pero
hay otras muchas cosas que tienen que ver con cómo IU es capaz de aprovechar el
contexto en el que vivimos para hacer cosas que no haría Podemos.
P. Que IU corría el riesgo de
ser absorbida por Podemos era precisamente una de las críticas que le hacían
los sectores de Izquierda Unida que se oponían a esa alianza electoral. ¿Cree
que tiene que hacer algún tipo de autocrítica? ¿Sus oponentes tenían razón en
algo?
R. No hay ningún fundamento para decir esas cosas. La oligarquía
estaba encantada de que IU y el PCE desaparecieran y dirigentes de IU han
contribuido a crear ese imaginario dedicándose durante un año a decir que IU
estaba liquidada a pesar de no tener ningún dato objetivo para ello. Pero en su
táctica y guerra interna se han dedicado sistemáticamente a atacarnos. Es
verdaderamente terrible. ¿Cuál es el hecho objetivo? Que esas opiniones son
absolutamente minoritarias dentro de IU. Cuando se ha ido a hacer un referéndum
sobre la confluencia, 85% a favor; se repitió, otro 85%. En la Asamblea
nuestras tesis tuvieron un 75% de respaldo; las de Llamazares, un 4%.
Recientemente, en Andalucía, el PCE ha tenido un 100% de respaldo. La
sobredimensión que tienen los críticos de IU federal se debe a que su posición
es funcional a la de las grandes empresas de este país y a la derecha política.
P. Pablo Iglesias ha dicho
recientemente que “un rey para qué”. Sin embargo, la reclamación de la
república no ha sido hasta ahora una prioridad para Podemos. ¿Cree que Unidos
Podemos debería convertir la reclamación de la III República en una prioridad
programática?
R. No sé si debería ser una prioridad de Unidos Podemos, sí sé que
debe ser una prioridad de IU porque conecta con un sentir de izquierdas en este
país que va más allá de la simple renuncia de la jefatura del Estado por
canales hereditarios. Corresponde a una concepción de la política más
democrática, donde hay más recursos participativos. Eso es el republicanismo
para nosotros, no sólo quitar al jefe del Estado hereditario. Hay que hacer
cambios en IU para que esto sea aún más bandera. Que Unidos Podemos siga esta
línea ya es cuestión de que Podemos mantenga su propia agenda… nosotros la
vamos a respetar. Pero la posición de IU es incuestionable.
P. Ciudadanos exige al PP una
bajada de impuestos para las rentas de menos de 60.000 euros como condición
para apoyar el techo de gasto. ¿A IU le parece bien que se baje el IRPF en esos
tramos?
R. Es inadecuado bajar los impuestos en este momento del ciclo
económico y político y por una cuestión de sostenibilidad del sistema público
de bienes y servicios. Cuando uno hace una reforma fiscal –que es necesaria,
por cierto– la tiene que hacer para hacer un sistema más progresivo, no menos.
Si lo que se hace es reducir el IRPF y mantener los impuestos indirectos al
mismo nivel, en el conjunto se está incrementando la regresividad fiscal.
P. IU sostiene que Rajoy
debería dimitir por la corrupción y que el PP no debería gobernar España hasta
pasar a la oposición y regenerarse. ¿A qué se debe en su opinión que los
españoles sigan votando de forma mayoritaria al PP? ¿Se confunden los
electores?
Lo principal es que hay un problema por parte de la izquierda.
Nosotros no hemos sido capaces de convencer a la gente que más sufre la crisis
y el capitalismo. Entre los sectores más populares, más afectados por el
desempleo, por la miseria, por la desigualdad… el porcentaje de voto al PP es
brutal. Por otro lado, influye que hay cultura sociológicamente franquista que
lleva a votar al PP a personas que aun asumiendo que están apoyando a un
partido corrupto pero que lo hacen porque votan en clave religiosa, de
identidad… y también que hay gente que piensa que lo prioritario es la economía
y que mientras a ellos les vaya bien qué más que se lleven un trozo del pastel
de forma corrupta.
P. Un importante dirigente de
IU, Carlos Sánchez Mato, se enfrenta a un proceso judicial en Madrid por el
tema del Open de Tenis. Si es imputado formalmente, ¿debe dimitir?
R. En absoluto. Hay que distinguir dos niveles, pues hay imputados de
diferente categoría. En IU hemos tenido imputados por prohibir conciertos
neonazis. Es decir, imputaciones que son casi una medalla. La hipotética
imputación de Sánchez Mato sería una argucia jurídica establecida sobre la base
de una venganza política. Tanto él como Celia Mayer [la otra edil imputada]
intentaron perseguir un presunto caso de corrupción pero los servicios
jurídicos del Ayuntamiento de Madrid no les prestaron ayuda. Esta anomalía sólo
se podía resolver acudiendo a un tercero, que es un despacho de abogados. El PP
encontró ahí la oportunidad de presentar una contraquerella política.
P. Pero el Código Ético de
Ahora Madrid afirma que deben dimitir quienes sean imputados por una serie de
delitos, entre ellos malversación, que es una de las acusaciones contra Sánchez
Mato. ¿Por qué no lo va a cumplir?
R. Porque no tienen ningún tipo de sentido. Cualquiera que conozca el
proceso sabe que es porque se estaba denunciando un proceso de corrupción.
¿Vamos a sacrificar una pieza en virtud de un Código Ético mal hecho? En ningún
caso.
P. ¿Por qué mal hecho? ¿Qué
debería contemplar entonces?
R. Mal hecho porque no contempla la casuística enorme de casos. No es
la primera vez. En IU hemos visto como determinados códigos éticos escritos a
golpe de titular prácticamente promueven la dimisión por una imputación.
P. Sí, pero en este el Código
Ético ya define qué delitos deberían llevar a un cargo a dimitir. Entre ellos,
malversación.
R. Claro, pero la propia malversación es un fenómeno suficientemente
ambiguo que incluye tanto a los que se han enriquecido como a los que no les
quedaba más remedio que contratar de forma pública, notoria y transparente a un
bufete de abogados para ver si había un caso de corrupción. Es evidente que cuando
Carlos y Celia ven que el Ayuntamiento prescinde de ayudarles, cosa bastante
sospechosa, por cierto, sólo tienen dos opciones: contratar una auditoría
externa o mirar para otro lado.
P. Dice que ni Sánchez Mato y
Mayer metieron la mano en la caja, pero el enriquecimiento sí sería de quien
recibió las adjudicaciones, ¿no?
R. Sin embargo, el PP no ha denunciado a ese bufete de abogados. Si el
PP fuera honesto y creyera de verdad que se está cometiendo una ilegalidad, lo
haría. Pero no lo hace porque busca una venganza política.
P. ¿Usted cree que existe un nuevo Pedro Sánchez?
R. Creo que Pedro Sánchez tiene la ventaja de haber sido aupado por
una militancia que tenía muy claro que no quería a los responsables de que
Mariano Rajoy esté en el Gobierno. ¿Qué va a ser a partir de ahora Pedro
Sánchez? Eso sólo lo puede saber él. ¿Va a ser el Pedro Sánchez que pactó con
Ciudadanos y que según cuenta Jordi Sevilla en su libro le pidió hacer un
manifiesto de mínimos con el PP por si tocaba? ¿O va a ser el Pedro Sánchez de
la militancia, más dispuesto a gobernar con la izquierda, más dispuesto a
enfrentar los retos sabiéndose opositor de las grandes empresas de este país…?
No lo sé. Pero yo como en estas cosas utilizo cierta mentalidad científica me
guío por los hechos más que por las palabras. Las palabras suenan bien, es
cierto. Pero los hechos habrá que verlos en la práctica.
P. Errejón afirma que es
posible que entre Podemos y PSOE exista lo que él llama una “competencia
virtuosa”, pero otros dirigentes de Unidos Podemos creen que Sánchez lo que
pretende es recuperar los millones de votos que se marcharon del PSOE a Unidos
Podemos. ¿Cuál es su análisis?
R. Veo que el enfoque del análisis es lo determinante. No es lo mismo
ver al PSOE desde su cúpula que desde su base social, que se asemeja mucho a la
de IU y a la de Podemos. Es una militancia de izquierdas, que se siente
republicana, solidaria, partidaria del entendimiento entre las izquierdas… Pero
no se puede decir lo mismo de sus cúpulas que, a la hora de la verdad, siempre
han acabado pactando con la derecha. Si somos capaces de dejar de mirar a las
cúpulas y vemos la base social, el entendimiento es mucho más sencillo. Tenemos
que ser lo suficientemente hábiles para cooperar a través de un programa. De
hecho, así es nuestra cultura política: programa, programa, programa.
P. ¿Usted es partidario de que
los catalanes voten el 1-O, con las condiciones del referéndum que se conocen
actualmente, o cree que no deben participar en esa consulta por falta de
garantías?
R. Este es un conflicto que no está canalizado institucionalmente. No
se han dado los cauces adecuados –que deberían ser una negociación, una
deliberación, un diálogo entre las diferentes partes con propuestas encima de
la mesa– porque tenemos un Gobierno del PP que se esconde debajo de la mesa y,
en el otro lado, un conjunto heterogéneo de intereses que a veces da la
sensación de que están huyendo hacia adelante sin saber exactamente cuáles son
las consecuencias. En IU creemos que debe haber un referéndum como parte de los
mecanismos que canalizan esa institucionalización del conflicto. Pero un
referéndum con garantías, con reconocimiento internacional y que sirva para
algo. El que se propone para el 1 de octubre no va a servir para nada. Somos
partidarios de encontrar una vía intermedia que es donde casa el modelo
republicano federal.
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