Fernando
García/La Vanguardia
El
dirigente político más valorado de España, según la última encuesta del CIS, no
tiene despacho en el Congreso. Cosas del sistema electoral, que a él y a la
también diputada de IU Sol Sánchez los condenó al fondo del grupo mixto de la
Cámara pese a los casi un millón de votos que obtuvo la coalición. Ahora,
Alberto Garzón es posiblemente el líder que más tiene que ganar y menos que
perder si se repiten las elecciones.
¿Cómo van los contactos
o negociaciones para una alianza electoral con Podemos?
Todavía
no hay ninguna negociación. Estamos en el tiempo de descuento y el partido no
ha terminado aunque cunda la sensación de que se repetirán las elecciones.
Mantenemos la esperanza de que el PSOE cambie de opinión, gire a la izquierda y
pueda haber un gobierno. Si no lo hay, se abre un espacio en el que queremos
explorar, en una negociación formal que tendrá que ser rápida, las
posibilidades de una confluencia coherente con lo que hemos defendido: una
alianza que respete la identidad de cada proyecto. No solo con Podemos, sino
entre partidos con proyectos diferentes pero que podemos encontrar un espacio
de colaboración; también con la gente de Iniciativa, Colau, Anova, Compromís…
Un espacio que puede ganar las elecciones, y que queremos explorar siempre
desde el reconocimiento mutuo. Lo que hay de momento son conversaciones
informales para ver si ellos (Podemos) están dispuestos a cambiar su posición
respecto a las de antes 20D.
¿La situación es
distinta?
Las
condiciones son distintas
¿Y la actitud de
Podemos?
También.
Porque vamos a unas elecciones atípicas; a una especie de segunda vuelta. El
debate va a estar situado en torno a con quién vas a pactar después. Son unas
elecciones muy instrumentales. Después del 20D, intentamos una mesa a cuatro.
El PSOE se levantó para irse con Ciudadanos. Pues bien: el resto de fuerzas que
estábamos en esa mesa (IU, Podemos y sus socios territoriales, y Compromís)
tenemos el deber moral y político de articular una candidatura conjunta. Es
perfectamente posible y así podemos ganar las elecciones y gobernar el país. El
nuevo contexto ofrece las condiciones para que Podemos cambie de postura.
En segunda instancia,
¿el objetivo es dar el sorpasso?
No
se trata tanto de una clasificación en la que uno quiere ser el segundo o el
tercero, sino de entender lo que está sucediendo en términos históricos: que
está cambiando el orden social de este país. Vamos a un escenario de
flexibilidad, de precariedad laboral y vital, de recortes en los servicios
públicos, de acabar con las conquistas sociales. Ese orden puede consolidarse
porque dicen las encuestas que las elecciones las ganarían el PP y Ciudadanos.
La única forma de evitarlo es acordar una alianza coyuntural y puntual para
este nuevo escenario.
Tenemos
el deber moral y político de articular una candidatura conjunta con Podemos y
otras fuerzas de izquierda”
Según informaciones de
Podemos, IU le ha pedido una decena de puestos en las listas a pactar.
Esos
elementos entrarían en una negociación. Pero no la hemos iniciado, así que en
ningún momento hemos hablado de un número de diputados en una posible alianza.
Se trata de rumores interesados en dinamitar la posible confluencia. De lo que
estamos hablando, informalmente, es de si van a cambiar de opinión respecto a
antes de diciembre. Porque, si han cambiado, lo que nosotros queremos es
sencillo: reconocimiento político y un proyecto federal. No aceptaremos las
condiciones que ponían en diciembre: absorción, integración individual o
confluencias a la carta.
¿Y qué van
respondiendo?
Nada
en firme. Lo dejan todo para cuando se confirme que hay elecciones. Lo que
plantean es que, efectivamente, las condiciones son diferentes y ven con más
optimismo la posibilidad de confluir. Les hemos dicho que la confluencia es una
oportunidad para este país; de ganar las elecciones; como mínimo quedar segundo
y generar una ilusión más importante. De que Pablo Iglesias articule también a
gente que no somos de Podemos ni queremos serlo. Es una cuestión que trasciende
las siglas y los partidos: puedes ganar este país, pero reconociendo que somos
un proyecto federal y una organización diferente.
También tendría que
haber confianza mutua, ¿no? Y usted ha llegado a cuestionar la coherencia de
Podemos, y por su parte Pablo Iglesias llamó a los veteranos de IU “pitufos
gruñones”, “amargados” y qué sé yo… ¿Se fía usted de los dirigentes de Podemos?
No
se trata de una cuestión de confianza en ese sentido, como lo sería con gente
de la propia organización. Tenemos nuestras diferencias, a veces programáticas,
de forma y en general de actitud y enfoque político. A mí no me gusta que me
insulten ni que se planteen cosas como las que se han planteado en los dos
últimos años, pero imagino que a ellos les pasa lo mismo con nosotros. De lo
que se trata es de entender qué vamos a poner encima de la mesa: si vamos a
poner estas cosas que son de vientre, por otra parte naturales y comprensibles,
o bien vamos a primar las necesidades del país. Esa es mi apuesta. Hemos venido
a la política a transformar la sociedad y hay que estar a la altura de la
Historia. Lo cual no sólo implica ser generosos, sino inteligentes y hábiles.
La política no se hace desde el rencor sino pensando en la gente que sufre las
consecuencias de la crisis. No tenemos que confiar en Podemos en el sentido de
que tengan que comunicarnos todo lo que piensan; para empezar, pensamos
diferente. Lo que queremos es articular un espacio de colaboración y luego cada
cual tiene sus características, ventajas e inconvenientes, sus enfoques… Y eso
tiene que preservarse.
Pero ustedes se
necesitan, en definitiva
No
es que nos necesitemos mutuamente. Nos necesita la sociedad; las clases
populares. Porque es la única forma de conseguir que PP y C’s no gobiernen. Es
más. Para que se entienda la falla de ese supuesto, lo planteo en una forma
corporativista: a nosotros no nos vendría mal ir en solitario a las elecciones,
sobre todo con respecto al 20D. Según las encuestas, nos iría mejor: podríamos
tener entre un 7% o un 8%, y unos diez diputados o más. Pero ¿le sirve eso a la
gente si gobiernan Mariano Rajoy y Albert Rivera? Yo creo que no. Así que lo
que tenemos que intentar es -preservando nuestro proyecto político, identidad y
militancia-, colaborar con otros para impedir ese gobierno y construir otro que
realmente transforme la sociedad.
¿Habría suscrito las
últimas cesiones de Podemos ante el PSOE y C’s, incluida la renuncia a la
derogación de la reforma laboral de Rodríguez Zapatero?
La
reforma laboral de Zapatero es cualitativamente igual que la del PP. Un acuerdo
para un cambio real debería haber preservado determinados elementos para ese
cambio. Porque si al final se mantiene la política del PP, aunque sea con otro
gobierno, tenemos un problema. Lo que sucede es que desde que el PSOE se fue
con C’s a la investidura, hemos visto más teatro que política; más
escenificaciones y un intento de culpar al otro de la repetición de las
elecciones. Eso ha sido responsabilidad del PSOE, que tenía la opción de
constituir un nuevo gobierno a partir de la mesa a cuatro; un Ejecutivo que
tendría que haber incluido la derogación de su reforma laboral. Había votos
suficientes y el clima necesario para hacer cosas ambiciosas. Pero la decisión
del PSOE frustró esa posibilidad y a partir de ahí asistimos a un juego más
táctico.
¿Da por zanjada la
grave y larga crisis interna en IU?
Hemos
pasado momentos muy duros en los que la gente pensaba que íbamos a desaparecer.
Es difícil de llevar que una encuesta llegue a darte el 1%. Pero creemos en IU
como proyecto político e ideológico con vigencia y que tiene que continuar.
Hemos avanzado con éxito en un proceso de transformación que culminará en
nuestra asamblea de junio y reconfigurará IU a fin de consolidarla como
proyecto útil para la ciudadanía.
¿Pero el lío ha
terminado? Cayo Lara patrocina una candidatura alternativa a la suya, la de la
eurodiputada Paloma López, en esa asamblea. Y luego está Gaspar Llamazares…
Nunca
puedes decir que todo ha sido resuelto. La disensión siempre existe, pero eso
es razonable en una organización. Sin embargo, lo que desde luego hemos dejado
atrás son esos momentos en que se ponía en cuestión nuestra propia existencia.
¿Qué le pasa a la
izquierda en España?
Pues
que necesita repensarse teniendo presente que nuestro mundo ha cambiado desde
que existe una izquierda nacida en el siglo XVIII. En nuestro país se han
producido grandes cambios en los últimos treinta años: desindustrialización,
cambio en la estructura social, precarización, reformas neoliberales... Todo
esto ha modificado la fisonomía de la sociedad y requiere que los instrumentos
se adapten a los cambios. Nuestro instrumento (IU) debe hacerse más ágil,
flexible y acorde con un anticapitalismo que combata un sistema depredador, no
ya de los recursos naturales sino de la vida; un sistema que maximiza la
ganancia a todo precio. Falta reflexión y análisis histórico. La izquierda está
perdiendo la visión del bosque al concentrarse sólo en la pelea del árbol que
tiene enfrente en las instituciones y en las elecciones.
¿El tiempo de Cayo Lara
y su generación ha pasado?
No
es cuestión de edad, sino de enfoque político. Simpatizo con muchas de las
ideas de Beiras o Anguita, que son de generaciones muy distantes a la mía.
Claro que el tiempo influye. Nuestros padres vivieron una realidad muy
distinta. Siempre pensaron que iban a tener un trabajo y unas pensiones, y que
iban a poder formar una familia, cosa que ahora no ocurre. Eso da una visión
diferente, pero no es el eje central.
¿Pero hay dos almas en
IU? ¿Tres?
Seguramente
haya muchas. Lo importante es saber sobre qué versa el principal debate en IU,
que es el dilema entre una ruptura democrática ¬-entendida como una
transformación total del régimen económico y político- y una reforma. Nuestra
candidatura pretende una ruptura democrática con el régimen del 78, al asumir
que nuestro sistema político y económico tiene que cambiar y para ello hay que
acumular fuerzas para mejorar la vida de la gente. Quienes defienden otros
documentos consideran que no es posible porque no hay números, y es mucho
mejorar pactar con el PSOE gobiernos d izquierdas. Es una visión más
conservadora que al final termina siendo muleta del PSOE. Nosotros creemos que
no es suficiente. Todo dentro de un debate sano entre compañeros, no enemigos.
Estamos muy lejos en algunas posiciones políticas, pero no somos adversarios.
Cada uno dice lo que piensa y debe ser la militancia la que vote. Si alguien
defiende apoyar al PSOE para que gobiernes con Ciudadanos, que lo diga en la
asamblea y se vota.
¿Cree que Podemos sigue
defendiendo también la ruptura con el “régimen del 78”?
Podemos
también tiene muchas almas. La posición de Iglesias sí es la de ruptura
democrática, que es lo que también han planteado las confluencias en Catalunya
y en Galicia. Beiras mantiene ahí nuestro mismo discurso. Y Colau va igualmente
en esa línea. Lo que pasa es que durante un tiempo Podemos ha hecho
determinados giros tácticos muy evidentes que hemos criticado. Pero hay que
comprender que si tenemos una confluencia es hacia un objetivo político. Y da
igual que ellos le llamen de otra forma. Lo esencial es que sea un proyecto de
transformación política y económica real.
Defendemos
el derecho de autodeterminación, pero no somos independentistas ni
nacionalistas españoles”
¿El modelo de En Comú
Podem, del que forman parte, es exportable al conjunto del Estado?
Cada
espacio tiene sus singularidades. En Cataunya conseguimos tejer una confluencia
porque Podemos aceptó unas condiciones que rechazaba en el resto del Estado,
donde mantenía su visión de la succión y las integraciones individuales: algo
que nosotros, insisto, no aceptábamos ni vamos a aceptar nunca. Claro, las
condiciones han cambiado. Tenemos que aprender de los modelos de confluencia
catalán y gallego, pero también de los municipales de Madrid, Barcelona,
Santiago… Y hacer autocrítica para corregir los problemas que se han dado en
muchos ámbitos.
De momento, la
extrapolación estatal no parece fácil.
Claro.
En política, uno y uno no suman necesariamente dos. Si una confluencia se hace
bien, puede ganar el país; si se hace mal, no va a salir. Hay que ser muy
hábil. La confluencia tiene muchos enemigos. Todos aquellos cuyo corazón
palpita con el régimen, de derechas o izquierda, son enemigos de una
confluencia que pudiera dar el sorpasso y cambiara la historia de este país
¿Y está seguro de que
va a salir?
Soy
optimista pero también cauto. Hay obstáculos en Podemos, en IU y sobre todo uno
enorme que se llama régimen, conformado por unas grandes empresas y fortunas
que no quieren oír hablar en absoluto de que una confluencia como esta pudiera
ser quedar como mínimo como segunda fuerza política del país. Porque saben que
eso no sólo es un mensaje español, sino un mensaje europeo de freno brutal al
capitalismo salvaje. Y como hay tantos obstáculos tenemos que ser extraordinariamente
inteligentes, habilidosos y coherentes.
¿Comparte al cien por
cien el planteamiento de Podemos sobre el derecho a decidir en
Catalunya?
No
sé cuál es el punto concreto de Pablo Iglesias, pero nosotros siempre
defendimos el derecho a decidir, que llamamos derecho de autodeterminación como
expresión política democrática. Ahora bien, no somos independentistas; tampoco
nacionalistas españoles. Somos un proyecto de clase. Y creemos que las clases
populares de Catalunya no pueden enfrentarse a las clases populares del resto
de pueblos de Europa. Porque al final el enemigo tiene otras posiciones. Es esa
oligarquía que es catalana, española, europea. Si se celebrara el referéndum
votaríamos que no. Los pueblos tienen que cooperar en un proyecto de emancipación
y eso no casa bien con los recortes de Convergència.
¿Pero está por exigir
un referéndum?
No
diríamos exigir porque cuando uno pacta un gobierno debe tener otras
prioridades, las cuales tienen que ver con las condiciones materiales de vida
de la gente: la sanidad, la educación, las pensiones… Pero sí creemos que hay
que defender el referéndum y sobre todo una solución negociada a los problemas
de identidad nacional en nuestro país. Esconder el problema debajo de la mesa
no es solución. Lo que propugnamos, como espacio de síntesis entre la
intransigencia de unos y de otros, es una opción federal que permita la
expresión de la gente por vías democráticas.
¿Se pueden aplicar
cambios sustancias en lo económico, lo fiscal y lo laboral en España sin
alterar sustancialmente los tratados y demás legislación de la UE?
Rotundamente,
no. Y hay que romper con este modelo de Unión Europea y con esta arquitectura
financiera internacional. La UE son sus tratados y camisas de fuerza que
limitan la capacidad de intervención de los pueblos a la hora de votar
democráticamente. Al final gobiernan quienes no se presentan a las elecciones:
el Banco Santander, las grandes compañías y fortunas. Hay que cambiar el
tablero de juego; hacer una UE diferente, de solidaridad entre los pueblos.
Nuestro proyecto tiene que ser de rebeldía frente a la troika, que, de
aceptarse por activa o por pasiva, nos condena a un orden social de la precariedad
y los recortes. Y ya puedes ser el más hábil orador de la izquierda que, si
aceptas eso, no podrás nunca transformar el sistema. Hay que articular
mecanismos de solidaridad entre los pueblos más golpeados -Portugal, Grecia,
España-, para construir una alternativa.
24/04/2016
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