En el riquísimo desayuno
que nos preparan nuestros veteranos, excelentes y compañeros
cocineros cordobeses, que están haciendo su trabajo de manera
voluntaria, gratis, pero con el corazón apoyando la causa de la
Memoria Histórica, hablo con el compañero Nacho, vasco de Vitoria,
uno de los jóvenes que sigue la marcha con nosotr@s. Su vinculación
con la marcha es a través de su abuela, una niña de Alhama de
Granada que huyó en la Desbandá con 10 herman@s más, aunque otr@s
11 no lo hicieron ya que eran 22 hermanos. Quienes huyeron acabaron
estableciéndose en el País Vasco, en Cataluña, en Francia…
Tomamos la salida 55
personas, igual que ayer, pero con rostros distintos, los dos
italianos de Milán se han marchado muy emocionados y sintiendo no
quedarse; cuatro compañeras de Madrid, veteranas ya de la marcha, y
miembros de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales;
también se han despedido hasta la próxima; la compañera Celia, una
brasileña residente en Málaga desde hace muchos años, también
nos ha dicho adiós con un fuerte gripazo, ella vino a España
huyendo de la dictadura militar brasileña, que asesinó y
desapareció a cientos de opositores de izquierda, es la dictadura
que reivindica y a la que admira Bolsonaro, y que causa horror a
nuestra compañera Celia. Pero las ausencias se han cubierto con
nuev@s voluntarios para marchar, entre ellos Juan Cisneros, que el
año pasado, justo en esta etapa tuvo que ser evacuado en ambulancia
ante una fuerte intoxicación por el esfuerzo realizado el día
anterior, y que cuenta como su abuelo y su tía participaron en la
huida, con la desgracia que ante la crecida del Guadalfeo, la niña
se cayó al agua, el abuelo la salvó, pero le robaron el burro
cargado de comida que llevaba; o el compañero Rodri, gran animador
del grupo, y que marcha en recuerdo de sus 10 familiares que también
huyeron en la Desbandá.
Castell de Ferro fue el
último pueblo que tomaron las tropas fascistas italianas, hasta que
días después lo retomaron las Brigadas Internacionales. A la salida
del pueblo, nos cruzamos con un hombre mayor que nos pregunta si
somos los de la huida, cuando le decimos que si nos dice que al él
se lo llevaron cuando tenía 2 años, ahora tiene 84. No pudo decir
mucho más aparte de que se llamaba Manuel, porque se ha echado a
llorar, y entre sollozos nos ha dicho que en la curva de abajo, yendo
para la playa, había gente enterrada.
En la marcha vamos
atravesando pueblecitos de pescadores, en los pocos sitios donde la
montaña deja hueco; El Lance, Castillo de Baños, La Mamola, Los
Yesos, Melicena… A pesar que no hay mucha gente sentimos un aliento
solidario con l@s vecin@s que nos saludan, nos dan ánimo, o los
conductores que gritan “Viva la República”.
Disfrutamos de buena
temperatura en la marcha, está medio nublado y el sol no pega
fuerte, además tenemos un ligero viento de levante que además de
refrescarnos, ondea preciosamente las banderas republicanas que
portamos. El paisaje, pegado al mar es de acantilados, pero a veces
se abren playas paradisiacas en las que dan ganas de quedarse. Es lo
que le ocurrió en 1921 a un marino ruso llamado Basilio Lukianov.
Desertó en el puerto de Málaga junto con dos compañeros porque
estaba en desacuerdo con la Unión Soviética y decidieron marchar
andando hasta Valencia; el anduvo hasta poco antes de llegar a La
Rábita, donde cuando vio una cala preciosa, le dijo a sus compañeros
que él se quedaba a vivir allí. Así fue, construyó poco a poco un
camino de acceso a la playa, una fuentecilla aprovechando un
manantial de agua potable y allí vivió toda su vida, siendo
considerado un vecino más del pueblo; hoy la playa se llama “el
ruso” y hay gente que después de 40 años de su muerte, le sigue
llevando flores a su tumba.
En la Rábita nos
alojamos en un centro social. En la planta de arriba hay un escenario
al fondo de un salón amplio. El año pasado vino la cantante
sevillana, Lucía Socam a deleitarnos con un concierto. En esta
ocasión, nos visita la Compañía de Teatro “Laura Llamas” que
nos ha representado la obra “La memoria sumergida”, una alegoría
contra la guerra el terror y la muerte; pero previamente una joven de
Euskadi, que siguen en la marcha, Silvia, de Bilbao, nos ha recitado
poemas de su libro “Mi memoria herida”; con gran sentimiento,
declamando muy bien y con una poesía excelente, ha recitado versos
sobre las mujeres rapadas, sobre las Brigadas Internacionales, sobre
la Desbandá, sobre los desaparecidos… La Desbandá se nos llena de
cultura y de poesía. En el acto también se han entregado cuadros
pequeños (con una foto de la marcha de 2018) a la alcaldesa
socialista de Albuñol y al presidente del Ateneo Republicano de la
Alpujarra, Antonio Berenguer, vecino de la Rábita, maestro en toda
la bella acepción de la palabra e integrante activo y veterano de La
Desbandá.
Mañana, tenemos una de
las etapas cortas, 19 Km desde La Rábita hasta Adra, ya en la
provincia de Almería.
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