Comenzamos la etapa en el Parque del Mediterráneo de Almuñécar, donde hay una placa, en honor a la Desbandá de 1937, que suele ser destruida casi todos los años, pero siempre es repuesta. Antiguamente este parque era conocido como la Galera, y en su cercanía hubo un edificio, donde se torturó y se fusiló a personas que defendían la legalidad republicana. La marcha la hacen 537 personas, 271 mujeres y 266 hombres, en formación de fila india, ya que el grueso del camino se hace por el arcén de la 340. En total andamos unos 18 km.
A mitad de camino, donde paramos para el avituallamiento, entre Almuñécar y Salobreña, la Asociación de Amistad con Cuba, Almuñécar-Baracoa, han colocado, un puesto de bocadillos de guacamole, de aguacates ecológicos y te frio gratis, recogiendo la voluntad en un cestillo y además, otra mesa de venta de tarros de mermelada, también ecológica, de mango, naranja y guayaba, a 4€ la unidad. Cuando la gente, que ya tenía el avituallamiento oficial de agua, fruta y pasteles, se ha enterado que era para recoger dinero de solidaridad con Cuba, se ha volcado con el puesto, acabando con las existencias, bien ricas de sabor, de guacamole y mermelada.
Al llegar a la Plaza del Ayuntamiento de Salobreña, nos hacemos fotos y desplegamos dos pancartas para continuar ya en manifestación hasta la desembocadura del Rio Guadalfeo. La primera pancarta, la portan un grupo de jóvenes, y la segunda un grupo de mujeres. La manifestación ha engordado con nuevos grupos de personas que se han unido, por lo que debemos ser unas 700 personas las que marchan hasta la desembocadura del rio, donde hay una bella y espectacular estatua, promovida y pagada por la Asociación, en memoria de la Desbandá de 1937.
El paso del rio Guadalfeo fue trágico para las personas que huían en la Desbandá, el día 10 de febrero de 1937, estaba lloviendo fuerte, y como en toda la zona, el agua bajaba con fuerza desde las montañas. El puente habitual había sido destruido, para obstaculizar la entrada de las tanquetas italianas, y había que buscar, las zonas rio arriba, donde hubiera vados asequibles para pasar. Mucha gente en su desesperación, pensó que podrían pasar y perecieron ahogadas. Otras desistieron de la huida y se volvieron atrás, también familias que decidieron dividirse y mientras, los miembros que corrían más peligro si se quedaban, normalmente hombres, seguían la huida, las mujeres, niños y ancianos se volvían. Hemos recopilado y documentado, distintas decisiones tomadas por las familias. Queremos poner hoy un nuevo ejemplo de ello, manifestado por una mujer que participa por primera vez en la marcha. Ella se llama Ana Isabel, tiene 45 años y su familia salió huyendo del Valle de Abdalajís. Iban su abuela de 23 años, Francisca Pérez junto a su padre (viudo) y sus tres hermanos, Antonio, María y Pepe. Antes de pasar el Guadalfeo, Francisca vio a una niña, de unos 12 años llorando desconsoladamente, se había perdido de su madre, y repetía “mi madre se ha muerto, que voy hacer yo ahora sin mi madre”. Ella intentó consolarla, pero no lo logró, por mucho que lo intentó. En un momento determinado la niña se arrojó al rio. Aún seguían sin pasar el rio, cuando, no habiendo pasado mucho rato, apareció una mujer preguntado por una niña, que según la descripción, era la que se había suicidado. Francisca no tuvo valor para contarle lo sucedido y le dijo, que por las señas de la niña, creía que era una que había visto que estaba buscando a su madre. Finalmente Francisca pasó el rio, aunque por momentos creyó que no lo lograría. La huida de Francisca y su familia, fue, como en la mayoría de los casos muy difícil. De alguna manera, en las carreras que se producían cuando había un ataque aéreo, o se creía que iba a haberlo, la familia perdió a su hermana María. Luego se enteraron que, una bomba cayó junto a un grupo donde iba su hermana y mató a una niña pequeña. La familia de la niña, en su dolor, la acusaron de ser culpable de la muerte de la niña, ya que al llevar una camisa roja, había provocado el ataque. Así no sólo tuvo el impacto emocional de ser bombardeada y sobrevivir por una escasa distancia al impacto, sino que además se vio culpada como responsable de la muerte. María, destrozada por este incidente, se volvió a su pueblo, el Valle de Abdalajís, con un grupo que decidió que lo menos malo era volver. Regresó, pero el hecho ya la atrapó para toda su vida, ya que se volvió loca y nunca se recuperó.
Este hecho concuerda con el testimonio de un compañero de la marcha, Mario, que en la etapa de ayer, y estando un poco descolgado en la parte final de la columna, saludó por cortesía al pasar, a un hombre mayor que estaba sentado en un banco. El hombre, como en otras muchas ocasiones nos ha sucedido, le dijo que él también había estado en la huida. Inmediatamente Mario, quiso entablar conversación con él y grabar la conversación.
El hombre le dijo su edad, 98 años, su nombre y le contó cosas genéricas sobre las personas que yacían muertas en la carretera. Le dijo además, que él solo había andado un par de pueblos y que luego se volvió, señalando el hecho de que a la gente que llevaban prendas rojas le obligaban a quitárselas. Mario le grabó unos 5 minutos pero al quedarse solo y escuchar la grabación se dio cuenta que no lo había hecho bien y solo le grabó unos 5 segundos, con lo que solo tiene la imagen del hombre y poco más. Pero, la casualidad de que en la misma zona se recuerde el hecho de que no debía llevarse ropa roja, de alguna manera nos viene a indicar la psicosis de miedo al ataque y a la represalia fascista hacia lo que representaba el color rojo. La gente más joven, que no conoció la dictadura, no lo han vivido, pero las mayores, que fuimos niños, recordamos perfectamente que la palabra rojo en el vocabulario no se usaba y que el sinónimo casi obligatorio, era decir colorado. Volviendo a la historia de Francisca, la abuela de nuestra compañera Ana Isabel, consiguió llegar a Almería. Pero antes, del suceso del Guadalfeo, en Nerja, también fue testigo de un acontecimiento trágico. Un guardia de asalto republicano, que huía con su mujer y dos hijos pequeños, decidió en un momento, acabar con la huida. Sacó su pistola, mató a su mujer, a los dos hijos y se suicidó. Ya en Almería, con el único hermano que mantenía contacto Antonio, intentó embarcarse, en un buque que iba en dirección a Francia. El hermano lo consiguió, pero ella en la multitud que quería subir al barco trastabilló, perdió el equilibrio, se cayó y finalmente quedó en tierra. Al quedarse también sola, decidió, igual que su hermana, volverse al pueblo con otro grupo que se lo propuso. Su hermano Pepe, se movilizó con las fuerzas republicanas en Cartagena. Los dos hermanos pasaron por campos de concentración, uno en Francia y el otro en España, pero finalmente, consiguieron regresar al pueblo. Su abuela no se volvió loca como su hermana, pero las tragedias vividas en la Desbandá, la marcaron para toda la vida.
En el acto del Guadalfeo participan Rafa Morales, Presidente de la Asociación, Antonio Rodríguez, concejal del PSOE responsable de Memoria Democrática, que aclara que le pesa más estar allí por ser descendiente de personas huidas, que por su cargo; Antonina Rodrigo, escritora e historiadora, Chantal Penicaut, residente en Francia, descendiente de personas huidas de la represión franquista y presidenta de la Asociación de Viajes Memorialistas de la República Española; Marta Martín que participa en representación del Partido de la Izquierda Europea y cierra el acto el diputado por Córdoba y Secretario General del PCE, Enrique Santiago.
Después del acto y de la comida, a las 7 de la tarde, en el Auditorio Municipal, se presenta la obra de teatro, Soliloquio de grillos, de Mónica Mayaud Maisonneuve. La obra trata de las reflexiones de tres mujeres encarceladas por la represión franquista. Una de ellas está en la cárcel por promiscua, llevando la perdición a los hombres, otra por maestra, enseñando cosas peligrosas al alumnado y otra por no delatar a su marido. Han hecho mal, merecen un castigo, es lo que reflexionan. La brutalidad del fascismo las lleva a condenarlas y fusilarlas. Ellas concluyen, que no hicieron mal y que son víctimas de la injusticia. Es una obra de denuncia antifascista, pero bien teatralizada, con mucho ritmo, que se agradece de ver.
Mañana marchamos hasta Castell de Ferro. Son también, menos de 20 km, pero bastantes más duros, por los desniveles que hay que librar.
Manolo García
Cronista Marcha Desbandá
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