La pandemia
del coronavirus ha supuesto una crisis sanitaria, pero también una crisis
económica y social sin precedentes. En Málaga, con altos índices precedentes en
desempleo y precariedad, esta crisis puede tener un efecto destructor del
tejido económico y un impacto brutal en las condiciones de vida de muchas
personas, agravando aún más las desigualdades sociales.
Tras el
estado de alarma y el confinamiento, la vuelta progresiva a la normalidad y la
reactivación paulatina de la actividad económica van a entrañar gravísimas
dificultades, máxime por nuestra enorme dependencia del turismo, un sector que
tardará meses en arrancar.
En Adelante
Málaga (confluencia de Izquierda Unida y Podemos) estamos convencidos de que en
este contexto la prioridad de todas las fuerzas políticas, sociales y
económicas debe ser conseguir un amplio acuerdo para la reconstrucción
económica y social que Málaga necesita.
Por ello, el
pasado 24 de abril propusimos por escrito al resto de grupos políticos
municipales que el Ayuntamiento liderara ese gran Pacto por Málaga, mediante
una amplia convocatoria a los agentes políticos y sociales de la ciudad: las
fuerzas políticas con representación municipal, los sindicatos y asociaciones
empresariales más representativos, los principales colectivos sociales y
vecinales de la ciudad, las organizaciones de consumidores, los colegios
profesionales y los representantes de los sectores turístico, cultural y
deportivo. Porque sólo desde la cooperación y el compromiso sincero de todos
los agentes políticos, económicos y sociales de la ciudad lograremos la
recuperación económica de la ciudad tras la crisis y la superación de sus
consecuencias en todos los ámbitos.
Esta crisis
nos está dejando muchas enseñanzas. Una de ellas es el valor de la cooperación
frente a la competencia descarnada, como ha ocurrido a lo largo de la Historia
de la humanidad, en la que las sociedades que mejor resistieron todo tipo de
cataclismos fueron las que más y mejor cooperaron.
Otra
enseñanza es que la excesiva dependencia económica de un sector tan vulnerable
como el turismo nos deja indefensos en un contexto de crisis mundial. Tenemos
el reto de intentar aprovechar esta crisis para reequilibrar nuestra estructura
productiva, haciéndola menos dependiente de un sector tan frágil. No se trata
de acabar con el turismo, sino de buscar un turismo sostenible y de más
calidad, que genere más valor añadido y redistribuya mejor los beneficios con
empleos más estables y salarios dignos. Y, al mismo tiempo, apostar por la
educación y la investigación como bases para una industrialización local en
sectores punteros, con un uso sostenible de los recursos.
La crisis
también nos ha revelado el papel insustituible del sector público en la
protección de bienes comunes y la cobertura de derechos. Ha destapado las
nefastas consecuencias de las políticas neoliberales de recortes de los
servicios públicos esenciales, que convierten en meras mercancías derechos
básicos como la salud o la atención a personas dependientes. Y ha evidenciado
el papel esencial de la sanidad pública como base no sólo de la justicia social
sino de la seguridad nacional, y de la escuela pública como equilibrador de las
desigualdades sociales de las familias. También lo público se ha revelado como
la garantía para un ingreso vital a las personas o incluso para la ayuda a
pequeñas empresas y autónomos que el mercado abandona a su suerte.
En el ámbito
de las políticas municipales, la crisis nos enseña la necesidad de unos
Servicios Sociales fuertes y bien dotados como garantía de la cobertura de los
derechos básicos de las personas más vulnerables; lo esencial de un urbanismo
más humano, con espacios públicos suficientes para el esparcimiento de las
personas; lo indispensable de una movilidad más segura y sostenible y, por
tanto, menos dependiente del coche privado; el necesario apoyo municipal al
tejido cultural, etc.
La crisis
también ha hecho descubrir a muchas personas lo difícil que es conciliar el
empleo y el trabajo de cuidados, algo que las mujeres llevan denunciando hace
años.
Y ha
realzado también el valor social del trabajo. Nunca como hoy, han estado tan
valorados los trabajadores y trabajadoras de la sanidad, de la limpieza, de la
alimentación, de la seguridad, del transporte o del comercio. Muchas de estas
personas se encuentran en situación laboral de explotación, precariedad y bajos
salarios, especialmente mujeres que trabajan en tareas domésticas y de cuidados
que, en muchas ocasiones, ni tan siquiera tienen reconocida su condición de
trabajadoras. Como les ocurre también a los trabajadores y trabajadoras de las
llamadas empresas de plataforma a quienes se les niega la relación laboral y
los derechos inherentes.
Por ello, es
imprescindible que ese gran Pacto por Málaga aborde la situación de falta de
reconocimiento laboral, explotación, precariedad y bajos salarios que afectan a
tantas trabajadoras y trabajadores en Málaga.
En
definitiva, este Pacto por Málaga deberá tener dos objetivos esenciales e
indisolubles: proteger a las personas y reconstruir el tejido productivo
malagueño. Salir de la crisis sin dejar a nadie atrás y mejorando la calidad de
vida de la gente en todos los barrios de Málaga.
Fdo.:
Eduardo Zorrilla Díaz, Paqui Macías, Nicolás Sguiglia
Concejales
de Adelante Málaga (IU y Podemos)
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