Ha muerto
Julio Anguita. Ha muerto un referente sin parangón de la izquierda española;
una persona coherente e íntegra; un maestro, un luchador. Para nosotros y
nosotras se ha ido un compañero, un camarada.
Julio fue
coordinador general de esta formación entre 1989 y 2000, además de secretario
general del PCE. Buena parte del pueblo español le recuerda aún perfectamente
en su primera etapa como alcalde de Córdoba y diputado en el Parlamento
andaluz, y unos años después con su rotunda claridad desde el escaño o la
tribuna del Congreso.
Como
fundador que fue de Izquierda Unida actuó como un firme defensor de la unidad
de la izquierda transformadora, siempre en base a acuerdos programáticos para
mejorar la vida de la clase trabajadora. Con esa misma firmeza y autoridad
criticó la corrupción de las élites y todas aquellas actuaciones políticas que,
como ya avisó, acabarían vaciando de democracia y soberanía a nuestro país.
Sufrió como
pocas personas los ataques inmisericordes del poder. Su salud y su corazón se
fueron resintiendo poco a poco hasta convertirse en la única razón posible que
le podo apartar de la primera línea, pero nunca de la Política, así con
mayúsculas, como él la entendía.
Volvió por
un tiempo a su trabajo de maestro y renunció con desprecio a todos los
privilegios posibles, cuando ya se oían los ruidos de esas ‘puertas giratorias’
tan queridas ayer y hoy por muchos de los que le criticaron.
Julio
demostró que se puede luchar contra el poder y salir éticamente indemne. Su
coherencia y su integridad conforman una trayectoria ejemplar, la misma que
desde hace tiempo supone un capital político incalculable, no solo en el día de
hoy, sino también para el futuro.
Sus
intervenciones públicas y los textos que elaboró tanto para esta organización
como para tantas otras ocupan un lugar privilegiado en el acervo de la
izquierda, y no solo para la de nuestro país. Su clarividencia a la hora de
adelantarse a los tiempos y su capacidad pedagógica -desde el Tratado de
Maastricht a la irrupción del 15M– fue reconocida, aunque nunca por todos, como
les pasa a los grandes, según se iban cumpliendo sus análisis.
El ‘gran
discurso antisistema’ que dio junto a José Saramago o el mitin de la Fiesta del
PCE en 1996, donde ya señalaba la ruptura del pacto constitucional por parte de
las élites, están entre algunas de sus intervenciones más relevantes y seguirán
siendo analizadas como parte de la historia de nuestro país.
Hoy, 16 de
mayo, se va un gigante de la política. Un defensor de la clase trabajadora y de
su necesaria unidad. Julio fue un hombre incorruptible que, en un sistema
corrupto, hizo de los principios una de las armas más poderosas que puso al
servicio de todas las personas.
Seguimos
luchando, compañero, camarada Julio.
Que la
tierra te sea leve,
Comisión Colegiada de Izquierda Unida
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