José Luis Centella, Secretario
General del PCE
Permitirme
que con la emoción de la noticia de la muerte de Marcos Ana me dirija a toda la
militancia del Partido en una carta abierta desde Mundo Obrero.
Camaradas,
hoy las banderas rojas están a media asta, las banderas republicanas tienen
crespones negros, hoy nos ha dejado el cuerpo de Marcos Ana, hoy miles de
militantes del Partido Comunista de España hemos derramado lágrimas de tristeza
al conocer la noticia. Se marcha el cuerpo de Marcos Ana, se queda su ejemplo,
su alegría, su entusiasmo, su coherencia militante.
En
estos momentos recuerdo algo que un día me comentó Marcos con esa naturalidad
que tenía, me contó cómo en la cárcel se apuntó voluntario a un turno de
limpieza del pasillo por el que pasaban los presos caminos del pelotón de
fusilamiento, no era una decisión personal, era un mandato del Partido, ese
pasillo tenía las paredes de ladrillo visto, y entre las ranuras de los
ladrillos los presos camino de la muerte dejaban su última carta, la verdadera
última carta, que no era la oficial, la que escribían para que la dirección de
la cárcel enviara a la familia y que sabían sería leída y censurada por los
mismo verdugos que horas después los fusilarían.
Comentó
que eso canutillos donde se escribían los últimos sentimientos, los últimos
pensamientos de quienes sabían que tenían la muerte cerca, tenían un mensaje
para las familias, pero sobre todo tenía un mensaje para el Partido, un mensaje
que decía directamente que sabiendo que iban camino de la muerte, iban
orgullosos de sus ideas porque sabían que el Partido mantendría viva la lucha,
por la que ellos iban a morir, que su vida, que su muerte tenía sentido si el
Partido no se rendía, y mantenía viva la lucha, y Marcos en este momento
levantó la mirada y dijo, nunca olvides que el Partido sois ahora vosotros, no
falléis, no rendirse, ser conscientes que por muy difíciles que parezcan los
tiempos, esos cientos de camarada que marchaban camino del pelotón de
fusilamiento pensaban en vosotros, pensaban en la próximas generaciones de
comunistas, pensaban que el Partido no se rendiría hasta conseguir el objetivo
de una sociedad justa, igualitaria, una sociedad socialista.
Pues
bien, en este momento, desde Mundo Obrero, quiero transmitiros a toda la
militancia que ese Partido al que se dirigían quienes pasaban por ese pasillo
camino de la muerte sois vosotras y vosotros, somos quienes hoy militamos en el
Partido Comunista de España, y que en este momento como en tantos otros
momentos el mejor homenaje que podemos hacer a Marcos es continuar su lucha, es
fortalecer al Partido.
También
recordad que Marcos, aunque fue torturado hasta casi morir; aunque vio asesinar
tantas vidas y también su juventud, tenía grabadas en la piel y en todo su ser
las risas de sus amigos y su generosidad, y esa ilusión, esa alegría daba
sentido a su militancia, que nos la transmitía en cada manifestación, en cada
acto, en cada reunión a la que acudía.
Tras
ser detenido cuando tenía 19 años, no volvió a la libertad, "a la
vida" como decía él, hasta noviembre de 1961, fueron 23 años que lo
convierten en el recluso que más tiempo permaneció en cárceles de la dictadura.
Pero
Marcos Ana no guardaba rencor, porque él comentaba que la venganza no es un
ideal político ni un "fin revolucionario" y dejaba claro quienes
militamos en el Partido Comunista "somos diferentes", y para
ilustrarlo evocaba un episodio de su vida en prisión, cuando durante un
interrogatorio un guardia le interpeló: "Vosotros, ¿por qué cojones
lucháis?"; la respuesta fue: "Por una sociedad donde a usted no le
puedan hacer lo que me está haciendo ahora a mí", "porque salga el
sol y caliente a todos por igual".
Pero
que nadie se confunda, que Marcos no pidiera venganza, no quería decir que
olvidara, al contrario siempre se quejó de la falta de "memoria histórica
de los vencidos" porque "la transición dejó pendientes muchas
cosas".
Marcos
conoció el espanto en su piel, en su corazón, y a través de los ojos de sus
compañeros; descubrió el dolor en las manos de los torturadores, Marcos Ana nos
cuenta que «adoptó» -como se adopta un bebé- una flor inocente, nacida en la
grieta tenebrosa del muro más cruel, porque Marcos amaba la vida en todas sus
formas.
Desde
su liberación en 1961, gracias a la presión internacional, pues estaba
condenado a sesenta años de rejas, recorrió Europa y gran parte de la América
morena. Conoció a Louis Aragón, Pablo Neruda, por fin a Rafael Alberti y María
Teresa León, a Salvador Allende, Nicolás Guillén, Picasso, Yves Montand, Michel
Piccoli, Prévert, Jean-Paul Sartre, Joan Báez, Miguel Ángel Asturias, Pedro
Vianna y tantos más.
Convirtió
su vida en una defensa de la libertad, en contra de todo autoritarismo. Fundó y
dirigió en París, hasta el final del franquismo, el Centro de Información y
Solidaridad con España (CISE), que presidió Picasso, pero sobre todo Marcos era
un militante comunista, para Marcos, ser comunista nos comentó un día, era amar
la vida, porque sólo amando la vida se puede luchar porque todos los seres
humanos tengan una vida digna, para que nadie tenga que pasar por lo que el
mismo pasó.
Por
último, recordar como siempre nos repetía Marcos que su vida no era nada
especial que su vida era la misma que miles de camaradas anónimos, que dieron
lo mejor de sí mismos por un ideal de justicia, de libertad, por eso los
homenajes que recibió en vida siempre los referenciaba en el colectivo, y por
eso esta carta de despedida no va dirigida a Marcos Ana, va dirigida a quienes
hacen grande al Partido Comunista de España.
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