El año 2018 ha sido de
gran importancia para nuestro país, pues han tenido lugar una serie
de acontecimientos que han modificado bruscamente el escenario
político. Si bien hace cuatro años los vientos soplaban hacia la
izquierda, hoy parecen soplar hacia la derecha. Y, sin embargo, no
hay nada escrito de antemano y el futuro depende de la capacidad de
la izquierda social y política para tomar decisiones adecuadas. El
examen del trabajo durante este año nos da razones para sentirnos
muy orgullosos de nuestra organización y también para creer que hay
motivos para ser optimistas.
En 2013 presentamos una
querella contra el PP por los «papeles de Bárcenas» y, cinco años
después, nuestro trabajo ha dado sus frutos: la Justicia nos dio la
razón en mayo, definiendo al Partido Popular como una “organización
criminal” apoyada en un “sistema de corrupción institucional”.
La condena ha avalado el trabajo de nuestro equipo jurídico, el cual
durante años ha canalizado la lucha de IU contra la corrupción, y
ha confirmado nuestras sospechas de que el PP es una trama de
corrupción que se presenta a las elecciones. No obstante, no
podíamos imaginar que esta sentencia sería el detonante de una
moción de censura que acabaría echando al PP del Gobierno.
Desde IU y desde nuestro
espacio político de confluencia actuamos entonces con
responsabilidad histórica y desde el compromiso con las clases
populares: poniendo las propuestas programáticas por delante, fieles
a lo mejor de nuestra tradición. Esto nos permitió, más adelante,
conquistar un acuerdo presupuestario en el que –entre otras cosas–
arrancamos una subida del Salario Mínimo Interprofesional a 900
euros; subida que entró en vigor el pasado 21 de diciembre. Así,
nuestra incesante lucha social, jurídica e institucional ha
permitido a las familias trabajadoras empezar a vislumbrar pequeños
y humildes cambios que para muchas familias son, sin embargo,
sencillamente revolucionarios. Si eso lo hemos conseguido con la
fuerza y presencia actual, qué no podremos conseguir si somos
capaces de ganarnos la confianza de mucha más gente.
Por eso este año también
ha sido el de trabajar para mejorar nuestra organización, para
hacerla más útil para la consecución de nuestros objetivos
políticos. La Asamblea por un Nuevo Modelo Organizativo fue un hito
importante en esta dirección: establecimos por primera vez en la
historia de IU la obligatoriedad del sufragio universal para la
elección de las responsabilidades orgánicas y las primarias para la
elección de nuestros representantes institucionales. En definitiva,
realizamos un trasvase de poder hacia la militancia: en vosotras y en
vosotros radica la verdadera fuerza de Izquierda Unida.
No obstante, no quisiera
pecar de ingenuidad o voluntarismo. Como se sabe, desde 2014 nuestra
organización ha atravesado momentos difíciles que hemos conseguido
superar tras mucho esfuerzo. Esto no ha sido designio divino, sino el
resultado de un esfuerzo consciente por parte de toda la
organización. Aún recuerdo que, cuando fui elegido candidato para
las elecciones generales de diciembre de 2015, numerosas encuestas
nos situaban por debajo del 3% e incluso del 2%, y el clima mediático
nos había convertido en unos muertos prematuros. Algunos
oportunistas saltaron del barco, y otros se escondieron. Pero fue
nuestra militancia organizada la que consiguió dar la vuelta a esa
situación y obtener, contra viento y marea, casi un millón de votos
(sin contar Galicia y Cataluña), aunque se tradujeran injustamente
en sólo dos escaños (cinco, si incluimos los que formaban parte de
las dos confluencias). Aquel ejercicio de levantar la organización a
pulso sólo fue posible gracias a un trabajo inmenso desde abajo.
Tres años más tarde, desde nuestros cinco escaños en el Congreso
(ocho, con las confluencias) y otros dos en el Senado, seguimos
trabajando en todo el país para que nuestro programa se haga
realidad en beneficio de las clases populares. No obstante, incluso
desde antes de aquellos tiempos, arrastramos una ingente deuda que
lastra nuestra capacidad de acción. Cuando fue elegida en la XI
Asamblea en 2016, esta dirección heredó una deuda de diez millones
de euros, cuya principal magnitud se generó entre 1995 y 2008. La
actual dirección de IU ha acometido un importante esfuerzo de
austeridad que hoy nos permite anunciar que hemos reducido dicha
deuda un 18% en apenas dos años, lo que hace aún más valioso el
esfuerzo político.
Y, mientras tanto, nunca
hemos dejado de formar parte de todas las distintas luchas que
impregnaron de dignidad a nuestro país. Podemos presumir de una
militancia que ha estado presente en todos los conflictos y en todas
las movilizaciones, curtida en mil y una batallas en defensa de los
derechos democráticos de la clase trabajadora y los sectores
populares. Conjugando la lucha en la sociedad civil y en las
instituciones hemos conseguido algunas victorias importantes, como la
alcanzada por nuestros compañeros y compañeras en el Ayuntamiento
de Rivas frente a los abusos bancarios respecto al Impuesto de las
Hipotecas.
Sin embargo, 2019 es un
año que se presenta complejo, entre otras cosas por el avance de una
derecha radicalizada que intenta superar la crisis actual en una
dirección reaccionaria: acabando con todas las conquistas
democráticas, muchas de ellas cuestionadas desde el inicio de la
crisis. En este contexto, nos marcamos tres retos principales para el
ciclo político-electoral de 2019:
- Consolidar el bloque
histórico de cambio y un espacio nítidamente de clase.
- Fortalecer nuestra
presencia institucional, consiguiendo que haya más y más militantes
de IU en las instituciones defendiendo nuestro proyecto político.
- Reforzar nuestra
organización, incrementando la afiliación, mejorando los mecanismos
participativos y haciendo sostenible las finanzas.
Estoy seguro de que
cumpliremos estos objetivos porque nuestra organización está a la
altura que exige un momento histórico como el actual. No es fácil,
pero tenemos una brújula infalible: un proyecto colectivo de un
valor político incalculable que siempre estará por encima de
personalidades y de cualquier interés que no sea el de la clase
trabajadora y los sectores populares.
Salud, República y Feliz
Año,
Alberto Garzón
Espinosa
Coordinador Federal de
Izquierda Unida
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