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lunes, 3 de diciembre de 2018

Carta de Alberto Garzón a la militancia de Izquierda Unida

Alberto Garzón Espinosa
Coordinadora Federal de Izquierda Unida
Compañeras, compañeros,
Los resultados de las recientes elecciones andaluzas reflejan una situación grave, y dibujan un panorama alarmante de cara al futuro. Podemos decir sin lugar a dudas que las conquistas sociales del movimiento obrero arrancadas al poder durante largas décadas de lucha social, así como reivindicaciones históricas y propuestas políticas de nuestra agenda transformadora, están ahora severamente amenazadas. Han obtenido mayoría absoluta partidos políticos nítidamente de derechas que comparten una actitud autoritaria, una visión reaccionaria de país y un programa económico neoliberal de recorte de servicios públicos y derechos laborales.
Estamos ante una ola reaccionaria, que guarda similitudes con lo que está sucediendo en el resto de Europa y también en Latinoamérica y Estados Unidos. Pero en España las diferencias entre Vox, Ciudadanos y PP no son tan grandes como sugieren algunos análisis. Vox no se entendería sin los discursos más radicales y reaccionarios de Ciudadanos y PP, de la misma forma que no se entendería sin la pervivencia desde hace décadas del franquismo sociológico en nuestro país. Además, esta ola reaccionaria es expresión política de las respuestas nacionalistas ante lo sucedido el 1 de octubre de 2017, ejemplificadas en la sentencia “a por ellos” que acompañó el enorme despliegue policial en Cataluña. De hecho, la agenda política de la campaña andaluza se ha centrado precisamente en este eje, a pesar de nuestro intento por situar en el centro la cuestión social. Aunque nuestra atención se ha centrado en cuestiones relacionadas con la precariedad, el desempleo, la brecha salarial o las privaciones materiales, entre otras cuestiones, hemos sido incapaces de conseguir que nuestra agenda tuviera prevalencia sobre la centrada en las cuestiones nacionalistas.
Con todo, es importante no simplificar los fenómenos sociales. La ola reaccionaria se explica por diversos factores y no podemos trivializar lo que significa el fascismo. Sin duda los vectores que más han operado son los de autoritarismo y nacionalismo y también los de anti-inmigración y antifeminismo, pero el perfil del votante de la derecha reaccionaria es mucho más complejo de lo que pretende la caricatura. Los primeros datos señalan que el voto a Vox es más alto cuanto más rico es el municipio, lo que anticipa que el votante de extrema derecha pertenece a las clases más acomodadas.
Y al mismo tiempo, sin embargo, el voto de la extrema derecha ha sido especialmente fuerte en los lugares donde hay más inmigración, lo que señala la expansión de un voto racista y xenófobo probablemente también entre las clases populares. El riesgo de crecimiento de esta fuerza de extrema derecha es alto, como ya hemos visto en otros países europeos.
Sin embargo, la fuerza de las organizaciones reaccionarias no hubiera sido tanta sin la desmovilización de los barrios obreros. Tenemos el deber moral y político de hacer autocrítica y reconocer nuestros errores e insuficiencias. No hemos sido capaces de mantener el voto que tuvieron nuestras organizaciones en 2015, pero tampoco hemos sido capaces de captar el voto de descontento respecto al PSOE de Susana Díaz que ha gobernado con la derecha en la última legislatura. Tras casi cuarenta años de Gobierno y una situación económica lamentable, de absoluta precariedad, era normal que existiera un importante descontento con el PSOE. Por eso nos propusimos en campaña atraer a esos votantes, pero no lo hemos conseguido y una parte de los barrios obreros ha optado por la abstención. Esto es nuestra responsabilidad y también nuestro reto para el futuro.
Una de las tareas más urgentes que tenemos que acometer es avanzar en la reconstrucción del tejido social en los barrios obreros, un fenómeno que nos permita recomponer los lazos sociales que el neoliberalismo y los recortes están destruyendo. Necesitamos recuperar la credibilidad y la confianza para aquellas familias trabajadoras que viven situaciones de privación y que en estas elecciones han optado por quedarse en casa y no votar. Debemos corregir nuestros errores reorientando nuestras prioridades hacia la reconexión con estas realidades que, con amargura, nos han mandado un mensaje muy claro: no se sienten representadas por nuestro proyecto. Siempre es necesaria la reflexión, pero ahora es más necesaria que nunca la acción.
Todo ello ha ocurrido a pesar del ingente esfuerzo de nuestra militancia, que ha hecho una magnífica campaña de respaldo a dos extraordinarios candidatos como son Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez.
El compromiso de nuestra gente ha sido ejemplar. Por eso quiero trasladaros mi más sincero agradecimiento, y mi compromiso de que trabajaré con la dirección para que en las próximas convocatorias electorales ese ejemplo sea recompensado justamente.
Como consecuencia de esta reflexión, queremos hacer un llamamiento a una amplia alianza democrática capaz de fortalecer el movimiento obrero y los movimientos sociales emancipadores, especialmente el feminismo. Las feministas han demostrado en estos años que han sido capaces de enfrentarse con éxito al monstruo que aspira a limitar los derechos de las mujeres. Ahora necesitamos de todas las manos, porque el monstruo es una hidra de tres cabezas que nos quiere dejar sin nada. Y cuando la sociedad civil es débil, es mucho más fácil que la ola reaccionaria avance. Lo que está en juego ahora son las conquistas sociales, civiles y laborales que en un tiempo creímos consolidadas. No podemos permitir que esta ola reaccionaria destruya la democracia, por lo que es imperioso que sindicatos de clase, movimientos sociales y organizaciones como Izquierda Unida y Podemos trabajemos codo con codo para revertir esta situación. En la calle, en los centros de trabajo y en las instituciones.
Seguimos pensando que Andalucía, como España, son mayoritariamente de izquierdas. Estamos orgullosos de nuestra tierra y de nuestro país como espacios avanzados de defensa de los derechos civiles, sociales y laborales. Lo que ha sucedido ha sido grave, pero tiene solución. Si hacemos bien nuestro trabajo estaremos en condiciones de seguir recuperando derechos y más temprano que tarde construiremos un país de justicia social, un país republicano.
Quiero mandar un mensaje de ánimo y de esperanza. No nos rendimos. Que los descritos en esta carta sean nuestros últimos errores. Trabajaremos sin descanso por el futuro de nuestra tierra y de nuestra gente.
Salud y República,
Alberto Garzón Espinosa

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