Alberto Garzón
Espinosa
Coordinadora Federal de
Izquierda Unida
Compañeras, compañeros,
Los resultados de las
recientes elecciones andaluzas reflejan una situación grave, y
dibujan un panorama alarmante de cara al futuro. Podemos decir sin
lugar a dudas que las conquistas sociales del movimiento obrero
arrancadas al poder durante largas décadas de lucha social, así
como reivindicaciones históricas y propuestas políticas de nuestra
agenda transformadora, están ahora severamente amenazadas. Han
obtenido mayoría absoluta partidos políticos nítidamente de
derechas que comparten una actitud autoritaria, una visión
reaccionaria de país y un programa económico neoliberal de recorte
de servicios públicos y derechos laborales.
Estamos ante una ola
reaccionaria, que guarda similitudes con lo que está sucediendo en
el resto de Europa y también en Latinoamérica y Estados Unidos.
Pero en España las diferencias entre Vox, Ciudadanos y PP no son tan
grandes como sugieren algunos análisis. Vox no se entendería sin
los discursos más radicales y reaccionarios de Ciudadanos y PP, de
la misma forma que no se entendería sin la pervivencia desde hace
décadas del franquismo sociológico en nuestro país. Además, esta
ola reaccionaria es expresión política de las respuestas
nacionalistas ante lo sucedido el 1 de octubre de 2017,
ejemplificadas en la sentencia “a por ellos” que acompañó el
enorme despliegue policial en Cataluña. De hecho, la agenda política
de la campaña andaluza se ha centrado precisamente en este eje, a
pesar de nuestro intento por situar en el centro la cuestión social.
Aunque nuestra atención se ha centrado en cuestiones relacionadas
con la precariedad, el desempleo, la brecha salarial o las
privaciones materiales, entre otras cuestiones, hemos sido incapaces
de conseguir que nuestra agenda tuviera prevalencia sobre la centrada
en las cuestiones nacionalistas.
Con todo, es importante
no simplificar los fenómenos sociales. La ola reaccionaria se
explica por diversos factores y no podemos trivializar lo que
significa el fascismo. Sin duda los vectores que más han operado son
los de autoritarismo y nacionalismo y también los de
anti-inmigración y antifeminismo, pero el perfil del votante de la
derecha reaccionaria es mucho más complejo de lo que pretende la
caricatura. Los primeros datos señalan que el voto a Vox es más
alto cuanto más rico es el municipio, lo que anticipa que el votante
de extrema derecha pertenece a las clases más acomodadas.
Y al mismo
tiempo, sin embargo, el voto de la extrema derecha ha sido
especialmente fuerte en los lugares donde hay más inmigración, lo
que señala la expansión de un voto racista y xenófobo
probablemente también entre las clases populares. El riesgo de
crecimiento de esta fuerza de extrema derecha es alto, como ya hemos
visto en otros países europeos.
Sin embargo, la fuerza de
las organizaciones reaccionarias no hubiera sido tanta sin la
desmovilización de los barrios obreros. Tenemos el deber moral y
político de hacer autocrítica y reconocer nuestros errores e
insuficiencias. No hemos sido capaces de mantener el voto que
tuvieron nuestras organizaciones en 2015, pero tampoco hemos sido
capaces de captar el voto de descontento respecto al PSOE de Susana
Díaz que ha gobernado con la derecha en la última legislatura. Tras
casi cuarenta años de Gobierno y una situación económica
lamentable, de absoluta precariedad, era normal que existiera un
importante descontento con el PSOE. Por eso nos propusimos en campaña
atraer a esos votantes, pero no lo hemos conseguido y una parte de
los barrios obreros ha optado por la abstención. Esto es nuestra
responsabilidad y también nuestro reto para el futuro.
Una de las tareas más
urgentes que tenemos que acometer es avanzar en la reconstrucción
del tejido social en los barrios obreros, un fenómeno que nos
permita recomponer los lazos sociales que el neoliberalismo y los
recortes están destruyendo. Necesitamos recuperar la credibilidad y
la confianza para aquellas familias trabajadoras que viven
situaciones de privación y que en estas elecciones han optado por
quedarse en casa y no votar. Debemos corregir nuestros errores
reorientando nuestras prioridades hacia la reconexión con estas
realidades que, con amargura, nos han mandado un mensaje muy claro:
no se sienten representadas por nuestro proyecto. Siempre es
necesaria la reflexión, pero ahora es más necesaria que nunca la
acción.
Todo ello ha ocurrido a
pesar del ingente esfuerzo de nuestra militancia, que ha hecho una
magnífica campaña de respaldo a dos extraordinarios candidatos como
son Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez.
El compromiso de nuestra
gente ha sido ejemplar. Por eso quiero trasladaros mi más sincero
agradecimiento, y mi compromiso de que trabajaré con la dirección
para que en las próximas convocatorias electorales ese ejemplo sea
recompensado justamente.
Como consecuencia de esta
reflexión, queremos hacer un llamamiento a una amplia alianza
democrática capaz de fortalecer el movimiento obrero y los
movimientos sociales emancipadores, especialmente el feminismo. Las
feministas han demostrado en estos años que han sido capaces de
enfrentarse con éxito al monstruo que aspira a limitar los derechos
de las mujeres. Ahora necesitamos de todas las manos, porque el
monstruo es una hidra de tres cabezas que nos quiere dejar sin nada.
Y cuando la sociedad civil es débil, es mucho más fácil que la ola
reaccionaria avance. Lo que está en juego ahora son las conquistas
sociales, civiles y laborales que en un tiempo creímos consolidadas.
No podemos permitir que esta ola reaccionaria destruya la democracia,
por lo que es imperioso que sindicatos de clase, movimientos sociales
y organizaciones como Izquierda Unida y Podemos trabajemos codo con
codo para revertir esta situación. En la calle, en los centros de
trabajo y en las instituciones.
Seguimos pensando que
Andalucía, como España, son mayoritariamente de izquierdas. Estamos
orgullosos de nuestra tierra y de nuestro país como espacios
avanzados de defensa de los derechos civiles, sociales y laborales.
Lo que ha sucedido ha sido grave, pero tiene solución. Si hacemos
bien nuestro trabajo estaremos en condiciones de seguir recuperando
derechos y más temprano que tarde construiremos un país de justicia
social, un país republicano.
Quiero mandar un mensaje
de ánimo y de esperanza. No nos rendimos. Que los descritos en esta
carta sean nuestros últimos errores. Trabajaremos sin descanso por
el futuro de nuestra tierra y de nuestra gente.
Salud y República,
Alberto Garzón
Espinosa
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