Andalucía, a
lo largo de su historia, ha forjado una robusta y sólida identidad que le
confiere un carácter singular como pueblo, asentado, desde épocas milenarias en
un ámbito geográfico diferenciado, espacio de encuentro de diálogo entre
civilizaciones.
Nuestro
valioso patrimonio social y cultural está basado en los valores de justicia,
libertad y solidaridad federal, baluarte de los derechos y libertades de todos
los pueblos de España.
Este
patrimonio Andaluz es fruto del rico acervo cultural originado por la
confluencia de una multiplicidad de pueblos y de civilizaciones, dando sobrado
ejemplo de mestizaje humano a través de los siglos. La interculturalidad de
prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre
una unidad de fondo que atesora una pluralidad histórica y se manifiesta en un
patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y
culto, único entre las culturas del mundo.
Esta
síntesis perfila una personalidad andaluza propia, construida sobre valores
universales, nunca excluyentes. Y es que Andalucía, asentada en el sur de la
península Ibérica es un territorio de gran diversidad paisajística, con
importantes cadenas montañosas y con gran parte de su territorio articulado en
torno a lo largo del río Guadalquivir, abierta al Mediterráneo y al Atlántico
con una dilatada fachada marítima constituye un nexo de unión entre Europa y el
continente africano. Un espacio fronterizo que ha facilitado contactos y
diálogos entre norte y sur, entre los arcos mediterráneos y atlánticos, y donde
se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medio en clave
humana.
Estos
rasgos, entre otros, no son solo sedimentos de la tradición, sino que
constituyen una vía de expansión de la cultura andaluza en España y en el mundo
y una aportación contemporánea a las culturas globales. El pueblo andaluz es
heredero, de un vasto cimiento de civilizaciones que Andalucía puede aportar a
la sociedad moderna sobre la base de los principios irrenunciables de igualdad,
democracia, solidaridad y convivencia pacífica y justa.
Andalucía se
encuentra actualmente el camino de su construcción nacional y democrática,
camino donde es necesario reconocer el sacrificio de multitud de andaluzas y
andaluces en la lucha por la autonomía plena donde Andalucía expresa su
identidad como pueblo, siempre con el horizonte de acercarse al ideal de una
Andalucía libre y solidaria por la que luchara incansablemente Blas Infante,
padre de la patria andaluza.
Ese ideal
autonomista hunde sus raíces en nuestra historia contemporánea. Así, desde la
Constitución Federal de Antequera de 1883, primer texto que plasma la voluntad
de que Andalucía se constituya como identidad política, pasando por la Asamblea
de Ronda de 1918, las Juntas Liberalistas durante la II República, se expresó
la voluntad del pueblo andaluz de situarse en la vanguardia de las aspiraciones
de autogobierno del máximo nivel en el conjunto de los pueblos de España.
Esta
vocación por alcanzar una Andalucía libre y solidaria en el marco de la unidad
de los pueblos de España, por reivindicar el derecho a la autonomía plena y a
la posibilidad de decidir su futuro, emergería años más tarde con más fuerza y
respaldo popular y culminaría con las manifestaciones multitudinarias del 4 de
diciembre de 1977, donde fue asesinado Manuel José García Caparrós en las
calles de Málaga y el referéndum del 28 de febrero de 1980.
Desde
Andalucía se dio un ejemplo
extraordinario de unidad encabezado por la clase obrera y las capas
populares a la hora de expresar una voluntad inequívoca por la autonomía plena
frente a los que no aceptaban que fuéramos una nacionalidad en el mismo plano a
las que se acogían al artículo 151 de la Constitución Española.
Andalucía ha
sido la única comunidad que ha tenido una fuente de legitimidad específica en
su día al acceso a la autonomía expresada en las movilizaciones populares,
amasadas por la sangre de Manuel José García Caparrós y mediante tres
referéndums, lo que le otorga una identidad propia y una posición incontestable
en la composición territorial del Estado. El nuevo Gobierno de coalición que ha
abierto el diálogo con Catalunya y sus instituciones debe contemplar asimismo
el diálogo con Andalucía y con los demás pueblos para configurar un nuevo
modelo territorial, federal y solidario.
El
Manifiesto andalucista de Córdoba definió Andalucía como realidad nacional en
1919, cuyo espíritu los andaluces encauzaron previamente a través del proceso
de autogobierno, hoy la actual Constitución en su artículo 2 reconoce Andalucía
como una nacionalidad histórica.
Todo este
caudal de esfuerzos del Estatuto de Autonomía ratificado por los andaluces y
andaluzas el 20 de octubre de 1981 (conocido como Estatuto de Carmona), ha sido
una herramienta fundamental a la hora de ir entrelazando los mimbres con los
que estamos tejiendo la construcción nacional de Andalucía.
Hoy, los
argumentos que construyen la convivencia de los andaluces y andaluzas nacen de
un nuevo proyecto histórico que debe permitirnos afrontar con garantías los
retos de un tiempo nuevo, definido por los profundos cambios geopolíticos,
económicos, culturales, tecnológicos y la emergencia climática.
Hemos de
profundizar el autogobierno, extrayendo todas las posibilidades de
descentralización que ofrece y abre camino, diálogo del nuevo Gobierno de
coalición abierto en Catalunya y que ha de desembocar en solidaridad, en
cooperación, se trata de abordar una nueva distribución del poder territorial
que solo es posible desde una visión global y plural de España que Andalucía
siempre ha tenido.
Por tanto,
teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, esta Asamblea de Balance de lULV-CA,
RESUELVE los siguientes acuerdos:
1. La plena
vigencia de los principios que planteó Andalucía en el proceso de acceso a su
autonomía: igualdad no significa uniformidad. En España existen singularidades
y hechos diferenciados. Andalucía los respeta y los reconoce sin duda alguna.
Pero con la misma rotundidad no se puede consentir que esas diferencias se
deben usar como excusa para alcanzar determinados privilegios. Andalucía
respeta y respetará la diversidad, pero no permitirá la desigualdad.
2. Que tanto
el partido Comunista de Andalucía, que cumple 40 años de historia, como los
demás actores políticos que nos dimos cita en Convocatoria por Andalucía
primero y en IULV-CA después, fuimos, somos y seremos actores claves, junto al
pueblo andaluz, para construir una Andalucía soberana, libre y solidaria, en el
marco de una República Federal.
3. Que
IULV-CA apuesta por un modelo de Estado Federal. Federal frente a los modelos
centralistas y confederales. Y ello, por la tradición cultural y política que
las aspiraciones de la clase obrera y los pueblos de España que han abrazado
siempre el ideal emancipador de toda la clase y de todos los pueblos de la
República española. 4. Que, como no podría ser de otra manera, IU-LVCA continúa
apostando por la forma federal, reconociendo la identidad de los territorios,
como una forma óptima para organizar a las fuerzas del cambio político. Tanto
dentro de Izquierda Unida, como en los espacios de confluencia con otros
actores políticos. 5. Por último, ante la cercanía del 28F, IULV-CA llama a la
movilización del pueblo andaluz. Llamamos a salir a la calle con nuestras
banderas blancas y verdes en defensa del pueblo trabajador andaluz, de la
Autonomía plena, de los derechos sociales, para hacer frente a las
privatizaciones, frente al recorte de las libertades del gobierno de la
ultraderecha que actualmente dirige Andalucía.
Este 28F
hemos se ha de convertir en un clamor multitudinario en defensa de precios
justos para productos agrarios, por la defensa de los servicios públicos, por
la defensa de las reivindicaciones del feminismo andaluz y del colectivo LGTBI.
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