Estimada
camarada, estimado camarada:
Permíteme
que te dirija estas letras que considero necesarias ahora que han culminado las
Conferencias de las distintas Federaciones del PCE y del PSUC-viu y que nos han
permitido constatar el amplio acuerdo que existe en el PCE. Os animo a culminar
esta primera fase del Congreso con un debate sincero y sobre todo constructivo.
En
estos días han aparecido en distintos medios declaraciones y manifiestos que
intentan hacer una burda caricatura de este Congreso y de nuestras propuestas.
No me preocupan las intenciones de quienes intentan arrinconar y devaluar al
PCE, esto ha pasado siempre y seguirá pasando, no hay nada más trasversal que
el anticomunismo. Lo que sí me preocupa, es que la demagogia, el cinismo y la
desfachatez que emplean, puedan tergiversar nuestras propuestas y confundir a
algunas personas, por eso he decidido hablar con claridad, para explicar bien
lo que pretendemos y denunciar a quienes tratan de esconder su fracaso político
detrás de falsos debates con los que intentan ocultar su nulo apoyo en las
bases.
En
primer lugar, es necesario dejar claro que, en nuestros análisis, siempre hemos
diferenciado claramente, lo que es una crisis del régimen surgido en la
transición del 77 al 82, con la idea de que el sistema capitalista esté débil y
a punto de ser derrotado. Es decir, es importante saber diferenciar al regimen
del 78 del propio sistema capitalista.
Por
Régimen del 78, entendemos el modelo de acumulación capitalista dependiente
basado en el sector servicios (especialmente la construcción y el turismo) y el
endeudamiento, con un marco institucional basado en el bipartidismo y el pacto
social y la idea de la modernización del país y la entrada en la UE como eje en
torno al cual lograr los consensos ideologicos necesarios para garantizar la paz
social y los apoyos mayoritarios al régimen. A partir de 2007 -2011 este
régimen entra en una triple crisis: una crisis de acumulación (que se intenta
resolver socializando las pérdidas sobre los derechos y el poder adquisitivo de
la mayoría social), una crisis del marco institucional (los partidos políticos
mayoritarios pierden apoyo ante una parte importante de sus bases electorales)
y una crisis de legitimidad (los grandes consensos de finales del siglo XX se
han roto para amplios sectores de la población). Tras el resultado del 20 D se
suma una crisis de gobernabilidad tal y como analizamos en los documentos
congresuales.
Es
en función de esta situación que planteamos la estrategia de ruptura
democrática que evite la consolidación de una segunda transición y permita
avanzar en políticas sociales, democráticas y antipatriarcales.
Al
mismo tiempo, somos conscientes de las fortalezas del sistema capitalista que
está consolidando su dominio sobre el planeta en una ofensiva que lleva la
muerte y la destrucción a todos los rincones del mundo. Hay que señalar, sin
embargo, que a pesar de esta fortaleza, el capitalismo no está siendo capaz de
resolver sus propias contradicciones y sigue necesitando usar la maquinaria
militar más potente de la historia, la OTAN, para conseguir sus objetivos de
implantar el pensamiento único y el dominio total del planeta. De ahí que
entendamos que la estrategia rupturista es la más adecuada para una acumulación
de fuerzas que nos permita avanzar hacia el socialismo. También somos
conscientes del papel que juega la UE como parte del entramado imperialista de
dominación al servicio del capital transnacional, dando soporte a la OTAN como
su brazo armado. Es necesario trabajar, en este año, en cómo dar forma a
nuestro planteamiento sobre la ruptura con la UE y cómo contribuir a
desarrollar un proceso de integración de toda Europa. Proceso que tiene que ser
horizontal, solidario y agente activo en la defensa de La Paz y la cooperación
entre los pueblos del Planeta. Para ello es de vital importancia que analicemos
las grietas ideológicas del discurso dominante y forcemos cada vez más las
contradicciones hacia nuestros postulados.
En
segundo lugar, es necesario denunciar la demagogia con la que algunos tratan de
confundir nuestra crítica al abandono de la estrategia de la ruptura en los
años 77-82, con un desprecio al papel del PCE en la transición, nada más lejos
de la realidad. Precisamente, porque valoramos la heroicidad de la militancia
comunista, su contribución a la conquistas de las libertades y de muchos logros
sociales en tiempos de la dictadura franquista, nos negamos a que se les
pretenda utilizar para legitimar a un régimen que mantiene en las cunetas a
cientos de nuestros camaradas y que pretende borrar la memoria democrática de
este País.
Los
comunistas siempre hemos sacado lecciones de nuestros errores, y si hay una
lección importante que aprender del error cometido en los años 77-82, es la de
que no se puede abandonar la estrategia de ruptura porque las matemáticas
parlamentarias sean desfavorables. Muy al contrario, estamos convencidos que es
precisamente en ese momento cuando cobra sentido la necesidad de mantener una
estrategia rupturista para no legitimar al régimen. No queremos ser la
izquierda del régimen, lo que queremos es construir la alternativa al régimen.
Quienes
entran en esta falsa descalificación lo que pretenden ocultar es su apuesta
reformista. Su planteamiento de que es mejor y más cómodo ser la izquierda del
régimen que plantear ser la alternativa que no lo legitima sino que exige su
sustitución por otro radicalmente democrático y socialmente avanzado en nuestro
horizonte de avanzar hacia el socialismo.
En
tercer lugar, de esta determinación en mantener la estrategia de ruptura, parte
la necesidad de tener una fortaleza social que supere la debilidad electoral,
por ello planteamos mantener y reforzar la política de Convergencia Social y
Política, que ya planteó el PCE en su XI Congreso, frente a los llamados
carrillistas que planteaban la defensa de identidad de las siglas del PCE por
encima de todo, porque decían que la Convergencia y su plasmación en IU
significaba la disolución del Partido. Curiosamente quienes defendieron esta
postura, acabaron en el PSOE y la política de Convergencia se manifestó una vez
más como una política correcta que no sólo no disolvió al PCE sino que lo
fortaleció.
Hoy
esa Política de Convergencia, tal y como planteamos en los documentos del XX
Congreso, se concreta en el desarrollo del Bloque Social y Político, como
referente de quienes desde distintos sectores y frentes de lucha coincidimos en
la estrategia de confrontación con las políticas antisociales mandatadas por la
Troika y desarrolladas por los gobiernos de Zapatero y Rajoy.
En
este sentido, planteamos que, para construir ese Bloque, es imprescindible que
IU recupere su carácter de Movimiento Político y Social sobre la base de nuevas
formas de hacer política y nos planteamos el reto de trabajar para que
sindicalistas, feministas, ecologistas, republicanos/as, desborden a la actual
Izquierda Unida desde la más amplia unidad popular.
Quienes
de forma torticera y cínica nos acusan de querer acabar con IU y ser submarinos
de Podemos deberían pensar y explicar quién hace más daño a la propia IU, quién
dice defenderla pero la deja sin representación en el Ayuntamiento de Madrid o
la trata de romper en Euskadi o quienes desde posturas de confluencia,
mantuvieron nuestra presencia en dicho Ayuntamiento y la están recuperando en
Euskadi.
Que
nadie se confunda, que nadie se haga falsas ilusiones, la actual dirección del
PCE no se plantea, ni abandonar IU, ni entregársela a nadie, daremos la batalla
politica por IU, por los principios fundacionales de IU y confrontaremos con
quienes desde una supuesta defensa de sus siglas y su identidad la quieren
llevar a formar parte del proyecto reformista, como la izquierda del régimen.
Por
último, estamos convencidos de que fortalecer al PCE en lo político y en lo
organizativo es nuestra mejor contribución a construir un Bloque que pueda
disputar la hegemonía social y política al sistema. Para ello, hemos propuesto
la recuperación estatutaria de las competencias que habíamos delegado en IU,
propuesta que llevaremos al Congreso para su aprobación.
Esta
propuesta responde simple y llanamente a normalizar una situación que creemos
anacrónica después de analizar los 24 años transcurridos desde la celebración
del XIII Congreso del PCE y la III Asamblea federal de IU, cuando ésta dio un
paso adelante superando la fórmula de coalición electoral y adquirió,
jurídicamente, la de partido político. En aquel momento el Partido decidió
ceder jurídicamente sus competencias electorales en IU como también lo hicieron
el resto de partidos que entonces estaban integrados en IU (PASOC, IR y CUT).
Hoy
entendemos que nuestra apuesta por la convergencia sigue con la misma fuerza
que en 1983. Por ello nos corresponsabilizamos de nuestra historia y nos
sentimos orgullosos de seguir formando parte de una organización como IU que ha
recogido lo mejor de la izquierda política de estos años. Nos reafirmamos en
nuestra voluntad de seguir caminando junto a las miles de mujeres y hombres que
la conforman en la senda de la construcción del espacio de ruptura que necesita
la mayoría social trabajadora de nuestro país y en hacerlo desde la política.
Estamos convencidos que así lo haremos en mejores condiciones, desde nuestra
propia soberanía, sin mas ataduras jurídicas, como por cierto, ya ocurre con el
resto partidos que integran la propia IU.
En
este punto, cuando nuevamente, de forma cínica, hay quien pretende hacer creer
que esta propuesta plantea nuestro abandono de IU, con rotundidad les digo, una
vez más, que no se den tanta prisa, que no les vamos a dejar el terreno libre
para que lleven a IU a las filas del reformismo, como no se lo dejamos libre ni
en Madrid, ni en Euskadi, por poner solo dos ejemplos.
Vamos
a dar la batalla, como la dimos en 2008, por una IU anticapitalista, federal,
republicana, antipatriarcal, organizada como Movimiento Político y Social, que
aspire a conquistar el socialismo e implicada en el apasionante proyecto de
construir la más amplia unidad popular. En torno a un proyecto de ruptura
democrática y como mejor contribución a este proyecto, trabajaremos para
construir un PCE activo, consciente de su papel como organizador de la lucha de
la clase obrera, un PCE volcado en el conflicto que no aceptara nunca el papel
de legitimador de una segunda transición.
En
defensa de estas ideas trasladaremos los acuerdos de nuestro XX Congreso a la
XI Asamblea de IU y, como siempre hemos hecho, asumiremos democráticamente lo
que decidan las bases. Solo le pido al resto de participantes en el debate que
también lo acepten, ésa será la verdadera vara de medir de la credibilidad que
tenemos cada cual en la organización. Aceptar los resultados de ambos procesos
porque a partir de su celebración, nadie podrá hablar en nombre de las bases,
porque serán los miles de militantes del PCE y de IU quienes habrán hablado y
nos pondrán a cada uno en nuestro sitio.
Desde
este convencimiento, seguiremos dejándonos la piel en el esfuerzo de hacer
posible una ruptura democrática y social que nos permita avanzar hacia el
socialismo. La memoria de quienes dieron su vida por el PCE, de quienes
entregaron lo mejor de sí mismos en defensa de la clase trabajadora nos da
fuerzas para seguir la lucha y este XX Congreso será un paso firme en la senda
de recuperar lo mejor de nuestra historia, tal y como nos enseñaron Pepe Díaz y
Dolores Ibarruri.
Un
saludo revolucionario
José Luis Centella.
Secretario
General del PCE
Madrid,
a 22 de marzo de 2016
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