Secretaría de la Mujer del
PCE
Este
8 de marzo, desde el PCE nos sumamos al paro internacional de mujeres con una
acción que pretende visibilizar el trabajo reproductivo, aquel que no está
remunerado mediante un salario. Un trabajo que es eminentemente femenino, que
permanece invisible incluso a los ojos de las personas que lo llevan a cabo. Un
trabajo que al no estar asalariado, queda fuera del mercado de trabajo.
Con
la acción simbólica de colgar el delantal pretendemos concienciar y visibilizar
un trabajo que asumen la mayoría de mujeres y que incluso las mismas no
reconocen. Unas lo asumen en exclusiva y otras a tiempo parcial, cargando con
dobles jornadas. El trabajo de la reproducción es necesario para la vida y en
cambio nos está quitando la vida a las mujeres, especialmente a las de clase
social trabajadora.
Compartimos
el estudio sobre “El trabajo reproductivo” de Carrasquer, Torns, Tejero y
Romero en 1998. Cuando nos dicen que esta dedicación no es idéntica para todas
las mujeres, porque varía según los distintos momentos de su ciclo de vida y
según su clase social. Asimismo, esta variación aumenta si se vive en régimen
de dedicación exclusiva o de doble jornada.
La
intensidad es diferente según la mujer sea hija, madre, esposa y/o abuela. Esa
misma evidencia se incrementa si en este punto entra además en juego el que la
mujer sea de clase obrera, media o pertenezca a la gran burguesía. Y si,
finalmente, a este conjunto de características se le añade el que la situación
de doble jornada se viva desde la perspectiva de una profesión de prestigio o
de una actividad laboral considerada como poco cualificada.
Lo
que está claro, es que la dedicación femenina al trabajo de la reproducción no
es el fruto de un innatismo biológico, sino el resultado de la construcción
social de las diferencias de género, que, convierte a las mujeres en sujetos
femeninos, orientados fundamentalmente hacia el trabajo de la reproducción y a
los hombres, en sujetos masculinos, centrados básicamente en el trabajo de la
producción.
Tal
proceso de socialización encorseta en estereotipos diferenciados y
posibilidades de vida, de ambos géneros, posicionando a las mujeres en
situación de subordinación respecto a los hombres. Ya que en esa socialización
diferencial de género se consigue que esas diferencias se conviertan en
desigualdades y que, además, éstas permanezcan invisibles.
Los datos, en números
reflejan esta realidad en la actualidad. Según el INE en julio de 2016:
“Los hombres en
conjunto, dedican más tiempo al día a todas las actividades excepto en el conjunto
de hogar y familia. Las mujeres dedican en promedio 1 hora y 57 minutos diarios
más al conjunto de actividades de hogar y familia que los hombres.
El 38,7% de los hombres
(de 10 y más años) trabaja de forma remunerada y le dedica al trabajo una media
diaria de 7 horas y 55 minutos, frente al 28,2% de las mujeres que dedican al
trabajo 6 horas y 43 minutos diarios.
El 91,9% de las mujeres
(de 10 y más años) realizan tareas domésticas y se ocupan del cuidado de niños,
ancianos y personas dependientes durante 4 horas y 29 minutos diarios, frente
al 74,7% de los hombres que dedican en promedio 2 horas y 32 minutos.
Respecto a las personas
que realizan las actividades de hogar y familia según tipo de hogar, es
superior la dedicación media diaria de las mujeres en todos los tipos de hogar,
pero especialmente en el caso de hogar formado por pareja con hijos, en que la
dedicación diaria de la mujer casi duplica la dedicación del hombre (4 horas y
37 minutos la mujer, 2 horas 34 minutos el hombre). Esta diferencia de
dedicación es casi la misma en el caso de pareja sola (4 horas y 45 minutos la
mujer, 2 horas y 34 minutos el hombre).
En el caso de hogares
unipersonales formados por mujeres y hogares de madre sola con algún hijo, la
dedicación diaria de la mujer a tareas de hogar y familia es menor que en el
caso de pareja sola o pareja con hijos, 3 horas y 38 minutos diarios en los
hogares unipersonales formados por mujeres y 4 horas 38 minutos en los hogares
de madres solas con algún hijo.
Atendiendo a la
situación laboral, las mujeres ocupadas dedican 3 horas y 46 minutos diarios a
las actividades de hogar y familia y 2 horas y 21 minutos los hombres. La
diferencia es mucho mayor en el caso de inactividad (estudiantes, jubilados o
pensionistas, labores del hogar), 4 horas y 49 minutos las mujeres y 2 horas y
25 minutos los hombres”.
Colgar
el delantal implica una acción de rebeldía y de lucha, se trata de empoderar a
la mayoría de mujeres que asumimos la carga de este trabajo sin cuestionarlo, e
incluso sin valorarlo tal como merece un trabajo que es esencial para el
funcionamiento de la sociedad.
Para
reivindicar que queremos el reparto del trabajo tanto productivo como
reproductivo. Que los gobiernos tienen que asumir su parte de responsabilidad,
que es contraria a las políticas de recortes en lo público, en la atención de
las personas dependientes. Que es educar para la igualdad, desde la educación
formal y no formal, censurando por ejemplo aquellos juguetes, cuentos
infantiles y series televisivas que desde edades muy tempranas van segregando y
dirigiendo por sexos su futura dedicación a la actividad productiva y
reproductiva. Seguir educando la sociedad y en ello juegan un papel fundamental
los medios de comunicación y la publicidad.
El
trabajo reproductivo merece ser valorado y cuantificado, el trabajo
reproductivo debe ser asumido por el conjunto de la sociedad y no solo y en
exclusiva por la mayoría de las mujeres. Para ello son necesarias políticas que
profundicen en la desaparición de las causas de la desigualdad. Son necesarias
políticas que pongan en el centro la vida. Las mujeres queremos vivir en
igualdad y queremos compartir la vida en igualdad. No queremos ser esclavas de
la precariedad y de las dobles jornadas.
El
8 M, revélate y lucha, CUELGA EL DELANTAL en tu balcón o ventana…en casa no nos
van a encontrar ¡Ocupemos las calles, por nuestros derechos!
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