J.M. Mariscal
Cifuentes, Director de Mundo Obrero (MO)
El entusiasmo es su
manera de ser, de pensar, de actuar, de militar, de reír. Un
entusiasmo telúrico, la expresión de una pasión política que
llama, más que a mimetizarse, a ser tuétano de cada hueso del
cuerpo social. Antonio ha buceado a pulmón en las cloacas; ha
desencallado naves de los arrecifes, ha caminado por desiertos y
lodazales, ha iluminado horizontes en medio de la oscuridad. Se
adelantó al debate del modelo de estado planteando la reforma del
Estatuto de Autonomía andaluz; fue 15-M porque ya había planteado
la necesidad de romper con los falsos consensos de la transición;
impulsó la cuestión republicana antes de que las banderas tricolor
inundasen las calles. Antonio es el Julio Verne de la izquierda
andaluza, un radical, un sans-culottes que piensa el proceso
constituyente guiado por el más republicano de los derechos: el
derecho a la felicidad.
M.O.: Tú
impulsaste la Red de Municipios por la III República, pero en tu
idea estaba presente la experiencia y tu apelación constante al
municipalismo transformador. ¿Qué papel juegan los ayuntamientos en
el debate sobre el modelo de Estado?
Antonio Romero:
Los gobiernos locales son anteriores al estado-nación. Primero
fueron las ciudades, luego fueron los estados. Los ayuntamientos
deben desterrar la expresión “esto no es competencia municipal”,
porque todo es competencia municipal, todo lo que tiene encomendado
por ley para gestionarlo y todo lo demás que está en el terreno
político, porque es una instancia democrática y política, que es
Estado. Por qué no hablar de la solidaridad internacionalista, de la
denuncia de la guerra imperialista, de la corrupción, de la sanidad,
de la educación, de los temas de país. Los ayuntamientos tienen el
derecho y la facultad de defender un modelo de Estado; son Estado y
tienen derecho a revindicar un modelo en el que se puedan sentir más
cómodos; con un sistema de competencias de carácter federal. España
es un país de naciones, un país plural necesita un modelo federal,
que a España le viene como anillo al dedo. El federalismo es un
valor republicano. Este régimen es heredero del franquismo
centralista, que perseguía las lenguas de los pueblos de España,
que ha amputado culturas y fusilado idiomas.
M.O.: Hablemos del
movimiento republicano. ¿Qué balance haces y qué papel ha jugado
la Red de Municipios por la III República?
A.R.: La
golondrina no trae la primavera pero la anuncia. La República dejó
una huella tan importante, de tanta pasión, de tanto drama, de tanta
ilusión. El balance que hago es muy positivo porque ya se ha
planteado la cuestión republicana y la memoria histórica y
democrática, porque cada vez hay más banderas republicanas en las
movilizaciones. La República está en el orden del día, y creo que
la Red de Municipios ha cumplido un papel importante. Fuimos al
Congreso de los Diputados y presentamos un papel firmado por 14
ayuntamientos pidiendo que se abriera un proceso constituyente hacia
la Tercera República, eso era la primera vez que pasaba. Así
empezó. La red tuvo muchas adhesiones en Navarra, en el País Vasco,
de muchas partes, hasta el punto de que hoy la integran cerca de 50
ciudades de nuestro país. Yo creo que la cuestión republicana ya
está en la agenda política este país, no como un horizonte lejano
sino que ya está en el orden del día. Pero no se puede ser
republicano de salón, republicano de pin, republicano de
conmemoración cada 14 de abril.
M.O.: ¿Hay un
punto de inflexión en la abdicación de Juan Carlos I?
A.R.: Felipe
González fue urdidor y habló con el rey emérito para que dejara el
trono. Usted -le dijo- tiene que irse porque lo importante no es
usted, sino la institución. Y la institución está muy cuestionada,
su hijo no está manchado por todos los temas que usted tiene. El
elefante era una anécdota. Decía uno de Humilladero, “otro
elefante más y ya tenemos la tercera”. Juan Carlos I tenía que
haber sido procesado por alta traición. Tenía dinero de su padre,
de una herencia en Suiza. Eso no se puede permitir en un jefe de
Estado, tú no puedes tener dinero en un paraíso fiscal. La
corrupción moral y material es muy grave y tenía que haber sido
procesado.
M.O.: El PCE ha
jugado un papel fundamental en el avance del discurso republicano,
pero también están las consecuencias de la llamada transición que
tú viviste muy de cerca ¿Cómo ves ese proceso desde el presente?
A.R.: Todo este
proceso nace cuando en 1996 el PCE se desvincula del consenso
constitucional. Nuestro partido ha sido clave para el auge del
discurso y la propuesta republicana en España. Y claro que la
transición pesa. La agenda norteamericana se empieza a aplicar al
final de la dictadura y ven la necesidad de iniciar una transición
que garantizara los intereses de EEUU, las bases norteamericanas,
España en la OTAN. Tenían mucho miedo de los partidos comunistas
francés e italiano, tenían reservas con Mitterrand, sobre todo con
ese gabinete con cuatro carteras comunistas, muchos recelos, sobre
todo, por la Revolución de los Claveles en Portugal. Creían que una
España post franquista que se les fuese de las manos podía poner en
peligro intereses geoestratégicos. Ahí estaba la red Gladio. La CIA
llega a tener en España 30.000 personas en nómina, fundamentalmente
en los medios de comunicación, en las estructuras de poder, en
partidos políticos... para que esos intereses se abrieran paso
hablan con Felipe González, le dicen que abandone el marxismo, que
aglutine a fuerzas moderadas socialdemócratas dispersas. Billy
Brandt colabora con los Estados Unidos en esa fabricación de un
líder y de un partido que había desaparecido en la lucha
clandestina y que reaparece cuando se acerca la libertad. Felipe
González cumple a rajatabla con la agenda de la CIA para España.
Felipe González es un hombre de la CIA y tiene toda la
responsabilidad histórica de haber metido a España en la OTAN, de
haber mantenido las bases militares. A Suárez le ponen sobre la mesa
la misma agenda y Suárez la incumple, les dice “España no entra
en la OTAN porque yo quiero que España sea neutral”,... ¡recibe a
Arafat! Ahí está Carrero Blanco, que no presta las bases españolas
para apoyar a Israel en la guerra del Yom Kippur contra los ejércitos
árabes. Eso no lo hace Carrero Blanco porque fuera
antinorteamericano. Carrero Blanco era un hombre analfabeto, como
todos los franquistas, de misa diaria. Él planteaba, “como voy
apoyar a los judíos si los judíos fueron los que mataron al Señor”.
Se conocía la operación Ogro de ETA y cuando vieron que lo iban a
quitar de en medio los dejaron hacer.
M.O.: ¿Qué papel
jugó entonces el PCE?
A.R.: Cuándo se
legalizan todos los grandes partidos menos el Partido Comunista,
deberíamos haber jugado otro papel. La dictadura tenía una fuerza
militar importante y emprendió una reforma, evitando y combatiendo
la ruptura, donde no se tocaba a los franquistas, no se reconocía la
República como régimen legítimo y no se planteaban temas
económicos claves. Por ejemplo, como secretario general de
Comisiones Obreras del campo planteé la ocupación de 600 fincas en
600 pueblos, exigiendo la Reforma Agraria. Hoy podríamos tener 600
“Humosos”. El latifundismo estaba débil. Carrillo me planteó:
“no hagas eso porque podemos provocar que el ejército de un golpe,
ya pediremos ayudas a Europa”. Los portugueses ocuparon fincas y
luego retuvieron muchas cooperativas y nosotros podríamos haber
conseguido reivindicaciones económicas y sociales a la vez que
manteníamos la reivindicaciones políticas; pero Carrillo hizo una
separación entre libertades políticas y derechos económicos.
Primero lo político y después revindicaremos lo económico y lo
social. Todo eso fue muy grave. Nos impidió ocupar fincas con un
sindicato poderosísimo como era Comisiones Obreras del campo, una
federación muy importante y Carrillo se equivocó. Como se equivocó
impidiendo convocar una Huelga General a Marcelino Camacho. Los
reformistas de la dictadura tenían fuerza militar, tenían también
el aparato judicial pero no tenían autoridad moral. Nosotros
teníamos autoridad moral. El PCE tendría que haberse plantado, no
haber aceptado la bandera, ni la monarquía parlamentaria, haber
defendido la memoria republicana y democrática y sacar a la gente de
las cunetas. Pero sobre todo haber planteado una ley electoral que no
fuera tan fraudulenta y tan canalla. Herrero de Miñón lo reconoció,
dijo “la ley electoral la hemos hecho contra el poderoso Partido
Comunista de España, por el sistema D'Hondt y 2 diputados fijos por
52 circunscripciones provinciales, tengan la población que tengan.
Si en el debate constitucional se hubiera avanzado en una ley
electoral justa, ni el PNV ni CiU nunca hubieran sido influyentes y
determinantes, prestando mayorías absolutas al PSOE y al PP de
manera alternativa. Nosotros hubiéramos sido la fuerza política que
hubiera determinado los gobiernos. Estas cuestiones le robaron todo
el prestigio acumulado por el PCE en la clandestinidad y diseñaron
el andamiaje que luego se volvió contra nosotros. El problema hoy
reside en el pacto de hierro del Ibex 35, la gran banca y de los
grandes terratenientes que ha blindado el bipartidismo corrupto y
monárquico en este país.
M.O.: Queda un año
para las elecciones municipales, ¿qué pueden hacer los
ayuntamientos por la República?
A.R.: La III
República debe formar parte del discurso de cara a las próximas
elecciones municipales, debemos tener Ayuntamientos republicanos que
actúen como tales, en sus valores, en sus decisiones, en sus
resoluciones, que se enfrenten a este modelo de Estado, planteando
como hizo Hugo Chávez, prometiendo sobre una Constitución
moribunda. Los ayuntamientos deben construir República, pasar de las
palabras a los hechos. Un ayuntamiento que declara agotado el régimen
del 78 tiene que trabajar para construir una alternativa, ser laicos
y republicanos; nosotros queremos ayuntamientos que construyan
República, que declaren agotada la transición y el modelo de Estado
del 78; declarar una nueva etapa para construir un proceso
constituyente hacia la III República.
Publicado en el Nº 315
de la edición impresa de Mundo Obrero marzo abril 2018
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