Eva García Sempere y
Andrés Barrio
El pasado 13 de enero, la
web Climate Home news filtraba un borrador del informe que el IPCC
(Panel Intergubernamental de Cambio Climático) está elaborando para
la próxima Cumbre del Clima COP24, que se celebrará en la ciudad
polaca de Katowice. Este borrador, aunque sufrirá modificaciones
hasta que el informe definitivo vea la luz en octubre, deja muy a las
claras lo que todos y todas ya intuimos: que poco o nada se ha
avanzado desde la cacareada Cumbre de París y que el partido nos lo
está ganando el cambio climático por goleada.
Según el informe, para
no superar la barrera de los 1,5 ºC de aumento de temperatura a
final de siglo, se requerirá una rápida y profunda reducción de
las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), ya que las
emisiones establecidas para 2030 bajo el Acuerdo de París son
superiores a los escenarios compatibles con el horizonte de 1,5 ºC.
Como hemos dicho, lo que todos y todas intuíamos.
La importancia de
analizar los informes y estudios del panel de expertos de la ONU,
como lo fueron los cinco anteriores desde que en 1988 empezó su
andadura, es que no sólo nos llega la realidad climática, sino
también la realidad de las actuaciones que nuestros gobernantes
están realizando, limpios de polvo y paja de la publicidad y el
boato que nos visten las diferentes cumbres climáticas.
Además, nos muestran las
consecuencias que esta realidad lleva aparejadas. Pero la pregunta es
saber si nuestros gobernantes lo hacen o, mejor dicho, si escuchan lo
que la realidad climática y sus consecuencias acarrean para el
planeta y nuestra civilización tal y como la conocemos. Porque aquí
está el verdadero quid de la cuestión: que de una vez por todas
entendamos todos y todas que el cambio climático, sus consecuencias
y las herramientas para pararlo no son cuestiones del medio ambiente
sino que dependen de decisiones políticas y de un cambio integral de
modelo.
El informe rompe con el
antiguo umbral de seguridad climática de los 2ºC y se centra en
marcar por un lado las reducciones necesarias para no sobrepasar los
1,5ºC y, por otro, cuáles son los diferentes escenarios existentes
entre llegar al grado y medio y los dos grados de aumento de
temperatura desde la época preindustrial (1850-1900). Y es que, ese
“mísero” grado y medio de diferencia conllevaría un 10 % más
de días con temperaturas extremas, un 25 % más de ecosistemas que
se verán forzados a desplazarse a latitudes o altitudes más frías
o un incremento del 50% del estrés hídrico a nivel mundial.
Pero aún así, y con los
datos del informe en la mano, llegar al grado y medio de aumento de
temperatura global ya acarrearía de por sí consecuencias como la
desaparición del hielo ártico en septiembre, la desaparición de
grandes cantidades de corales en las barreras marinas o el
desplazamiento de 100 millones de personas, algo que, por otro lado,
ya está ocurriendo en la actualidad.
Como el cambio climático
es una realidad física, esta realidad nos ofrece una solución, que
no es otra que la de no sobrepasar nuestro presupuesto de carbono.
¿Qué quiere decir con esto el IPCC? Que no emitamos más Gases de
Efecto Invernadero (GEI) de los que conllevarían una concentración
de CO2 atmosférico por encima de las 450-500 ppm, en función de la
cantidad de CO2 que el planeta es capaz de fijar, absorber o
transformar a través del ciclo del carbono.
Aquí el IPCC se pone el
uniforme de inspector de hacienda y nos reduce ese presupuesto muy
por debajo de lo que hizo su quinto informe para la Cumbre de París.
Si en aquel informe nos daba un presupuesto de 1.000 Giga Toneladas
de Carbono (Gt CO2eq) acumuladas para todo el siglo XXI, en este nos
da un presupuesto de 390 Gt CO2eq para tener un 66% de posibilidades
de no llegar al aumento de 1,5ºC o de 590 Gt CO2eq para tener un
50%, a contar desde el 1 de Enero de 2016.
Para que nos hagamos una
idea de cuál es la premura en aplicar medidas de reducción de
emisiones, en 2015 y de acuerdo a los datos que el Centro de Estudios
Atmosféricos Global (EDGAR) pasó a la Comisión Europea, las
emisiones antropogénicas fueron de 36,2 Gt CO2eq y para este 2017,
se esperan que sean de 41 Gt; multipliquen ustedes por 10 años y
obtendrán por si mismos la respuesta.
Ante esta realidad, ¿qué?
Pues en nuestra humilde opinión, mientras sea más noticia que
llueva o nieve a que no lo haga, o tengamos más miedo a que nos
atropelle una bicicleta que a que la gente no la use, pues mal vamos.
La sordera es antológica y catastrófica, porque gritar se grita y
mucho.
La semana pasada
conocíamos otro estudio, en este caso hecho por doctores de la
Universidad de Newcastle, donde analizaban sobre 571 ciudades
europeas las consecuencias del cambio climático según los
escenarios marcados por el IPCC. En él concluían que las ciudades
del sur de Europa iban a sufrir un 69% más de episodios de calor
extremo, con episodios de sequía catorce veces más radicales que
los sufridos hasta ahora con lo que esto supone para nuestra salud,
reservas hídricas y modelos de producción y económicos.
Debemos tener claro que,
como Santiago A. Cantalapiedra describía en su prólogo del libro
Cambio Climático S.A., “hemos pasado de la era de lucha contra el
cambio climático, a la era de las consecuencias” y debemos
hacernos cargo de ellas de la forma más rápida y socialmente justa
posible.
Pero los gobiernos se han
dedicado a lo contrario, a continuar con su lógica capitalista de
acumulación de riqueza y recursos, subiendo la Frontera a latitudes
cada vez más altas donde, por acción u omisión, España, como
“zona cero europea del cambio climático” está a un tris de
quedarse fuera de ese primer mundo climático.
Los procesos de
desertización y el aumento de los ciclos de sequía nos hacen más
vulnerables que el resto de países de Europa, algo ante lo que
nuestro presidente, M. Rajoy, está haciendo de Richard Pryor en
aquella película en la que hacía de un sordo que se enteraba de
todo. Mariano hace como que no existen los problemas en la producción
de alimentos y escasez de agua en la región mediterránea, cuenca
del Ebro, Tajo o Guadalquivir, lo que daña al sector turístico el
aumento del nivel del mar con su pérdida de playas o falta de agua
en zonas principales, o como si de hilillos fueran los incendios de
Galicia, Asturias, Andalucía o Castilla y León.
Mientras tanto, confirma
que no se cumplirán los objetivos marcados para el horizonte 2020,
retrasa la Ley de Cambio Climático, el autoconsumo y frena la
transición energética. Financia con más de mil millones
infraestructuras de gas o hace trampas legales a la hora de calcular
las emisiones de GEI, poniendo de referencia 2005 para que las
cuentas le salgan a devolver.
No hagamos como Mariano.
Exijamos las transiciones justas e inminentes, descarbonicemos
nuestras vidas para que estas sigan siendo vidas y pasémonos al lado
de los que gritan frente a los que no quieren oír. El cambio
climático ha venido para quedarse y sólo con mayorías sociales que
exijan los cambios políticos y de modelo necesarios para mitigarlo
podemos hacer frente al futuro sin dejarnos a nadie atrás.
*Eva García Sempere
es Coordinadora del Área Federal de Medio Ambiente de IU y diputada
comunista de Unidos Podemos per Málaga, y Andrés Barrio es
oceanógrafo e ingeniero medioambiental
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