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miércoles, 7 de marzo de 2018

¿Por qué las mujeres vamos a la huelga el 8M?

Bea Rubio
Militante del IULV-CA y PCA de Torremolinos
En las últimas semanas hemos escuchado y leído todo tipo de argumentos intentando frenar la huelga del 8 de marzo. Lo cierto es que llegan tarde. Nosotras ya estamos preparadas y concienciadas sobre la importancia de este día y ya no hay quien nos pare.
Un día en el que en cientos de países vamos a ver cómo sería esta sociedad sin nosotras.
Esta es una huelga feminista, donde las mujeres queremos visibilizar el machismo que sufrimos y nos explota en todos los ámbitos y etapas de nuestra vida.
Por eso hacemos huelga de cuidados, porque desde que somos niñas nos enseñan, empezando por los juguetes y distintos juegos, que vamos a tener que ser madres para completarnos como mujeres y hacernos cargo de nuestros hijos e hijas nosotras solas. Cosa que no ocurre con los hombres.
Las labores del hogar, el cuidado de personas dependientes y todo este trabajo que, como no está remunerado, queda invisibilizado, se carga sobre nosotras.
Esta es también una huelga de consumo. Llamamos a no comprar ese día y a poder reflexionar sobre cómo se enfoca la publicidad para alentar a las mujeres a que seamos las que acudamos a los comercios. Somos utilizadas como reclamos para el consumo. El sistema capitalista se alía con el patriarcado para “invitarnos” a comprar productos con los que estar más guapas y a obligarnos a pagar más por artículos de higiene básicos en nuestra vida como son las compresas, los tampones, etc. En productos de primera necesidad tenemos que vaciarnos los bolsillos, pero en las discotecas se nos utiliza como reclamo para los hombres entrando gratis.
Estamos, cómo no, ante una huelga laboral. Nuestros salarios son más bajos, la mayoría de contratos parciales los tenemos nosotras y los trabajos más feminizados son también los más precarizados (véase las camareras de piso). Esto hace que al jubilarnos, nuestras pensiones también sean más bajas que las de los hombres. Además nos encontramos con los techos de cristal, pues los cargos de mayor responsabilidad –y mayor salario, por tanto- están copados por hombres y a nosotras se nos dificulta el acceso a ellos. Ser mujer no puede ser un factor de pobreza.
Exigimos una educación pública, laica y feminista. Por eso vamos a por la huelga educativa. Queremos que ni a las mujeres ni a nuestra historia se nos borre de los libros. Queremos que se eduque concienciando de que estamos ante un sistema patriarcal y que es necesaria una perspectiva transversal de género para romperlo.
No queremos centros que segreguen al alumnado por género. Centros que, además, suelen ser privados/concertados y relacionados con organizaciones religiosas.
No, no estamos confundidas cuando relacionamos capitalismo y feminismo, porque capitalismo y feminismo son incompatibles. Porque el capitalismo es un sistema que se nutre de las desigualdades como combustible y, por tanto, también de la nuestra. Porque consigue que unos sean libres con la opresión de otras. Porque el capitalismo nos vende como objeto de consumo. Nosotras no somos rentables para su sistema y por eso busca vender nuestro cuerpo, por ejemplo, a través de los vientres de alquiler. Esto es un problema de clase, puesto que son mujeres de la clase trabajadora las que se ven abocadas a venderse para vivir. Nuestro doble trabajo, en nuestros puestos laborales y en el hogar, no se tiene en cuenta porque el segundo no pasa por el mercado, con lo que nos encontramos sobreexplotadas.
Mientras exista este sistema, que cuenta la violencia de género un fenómeno aislado y que no considera tampoco rentable la inversión en educación y concienciación en feminismo, en medidas de protección cuando nos agreden, y con un sistema judicial defectuoso e insuficiente, las mujeres vamos a seguir oprimidas.
Por eso, este 8M paramos y nos movilizamos por acabar con la alianza patriarcado-capital, por un feminismo de clase, interseccional, en el que todas tengamos el espacio que nos merecemos.
¡Ni un paso atrás!

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