Bea Rubio
Militante del IULV-CA y
PCA de Torremolinos
En las últimas semanas
hemos escuchado y leído todo tipo de argumentos intentando frenar la
huelga del 8 de marzo. Lo cierto es que llegan tarde. Nosotras ya
estamos preparadas y concienciadas sobre la importancia de este día
y ya no hay quien nos pare.
Un día en el que en
cientos de países vamos a ver cómo sería esta sociedad sin
nosotras.
Esta es una huelga
feminista, donde las mujeres queremos visibilizar el machismo que
sufrimos y nos explota en todos los ámbitos y etapas de nuestra
vida.
Por eso hacemos huelga de
cuidados, porque desde que somos niñas nos enseñan, empezando por
los juguetes y distintos juegos, que vamos a tener que ser madres
para completarnos como mujeres y hacernos cargo de nuestros hijos e
hijas nosotras solas. Cosa que no ocurre con los hombres.
Las labores del hogar, el
cuidado de personas dependientes y todo este trabajo que, como no
está remunerado, queda invisibilizado, se carga sobre nosotras.
Esta es también una
huelga de consumo. Llamamos a no comprar ese día y a poder
reflexionar sobre cómo se enfoca la publicidad para alentar a las
mujeres a que seamos las que acudamos a los comercios. Somos
utilizadas como reclamos para el consumo. El sistema capitalista se
alía con el patriarcado para “invitarnos” a comprar productos
con los que estar más guapas y a obligarnos a pagar más por
artículos de higiene básicos en nuestra vida como son las
compresas, los tampones, etc. En productos de primera necesidad
tenemos que vaciarnos los bolsillos, pero en las discotecas se nos
utiliza como reclamo para los hombres entrando gratis.
Estamos, cómo no, ante
una huelga laboral. Nuestros salarios son más bajos, la mayoría de
contratos parciales los tenemos nosotras y los trabajos más
feminizados son también los más precarizados (véase las camareras
de piso). Esto hace que al jubilarnos, nuestras pensiones también
sean más bajas que las de los hombres. Además nos encontramos con
los techos de cristal, pues los cargos de mayor responsabilidad –y
mayor salario, por tanto- están copados por hombres y a nosotras se
nos dificulta el acceso a ellos. Ser mujer no puede ser un factor de
pobreza.
Exigimos una educación
pública, laica y feminista. Por eso vamos a por la huelga educativa.
Queremos que ni a las mujeres ni a nuestra historia se nos borre de
los libros. Queremos que se eduque concienciando de que estamos ante
un sistema patriarcal y que es necesaria una perspectiva transversal
de género para romperlo.
No queremos centros que
segreguen al alumnado por género. Centros que, además, suelen ser
privados/concertados y relacionados con organizaciones religiosas.
No, no estamos
confundidas cuando relacionamos capitalismo y feminismo, porque
capitalismo y feminismo son incompatibles. Porque el capitalismo es
un sistema que se nutre de las desigualdades como combustible y, por
tanto, también de la nuestra. Porque consigue que unos sean libres
con la opresión de otras. Porque el capitalismo nos vende como
objeto de consumo. Nosotras no somos rentables para su sistema y por
eso busca vender nuestro cuerpo, por ejemplo, a través de los
vientres de alquiler. Esto es un problema de clase, puesto que son
mujeres de la clase trabajadora las que se ven abocadas a venderse
para vivir. Nuestro doble trabajo, en nuestros puestos laborales y en
el hogar, no se tiene en cuenta porque el segundo no pasa por el
mercado, con lo que nos encontramos sobreexplotadas.
Mientras exista este
sistema, que cuenta la violencia de género un fenómeno aislado y
que no considera tampoco rentable la inversión en educación y
concienciación en feminismo, en medidas de protección cuando nos
agreden, y con un sistema judicial defectuoso e insuficiente, las
mujeres vamos a seguir oprimidas.
Por eso, este 8M paramos
y nos movilizamos por acabar con la alianza patriarcado-capital, por
un feminismo de clase, interseccional, en el que todas tengamos el
espacio que nos merecemos.
¡Ni un paso atrás!
No hay comentarios:
Publicar un comentario