Eva García Sempere
Diputada de IU-Unidos Podemos por
Málaga
“La
ciencia ficción es una inmensa metáfora”,
Úrsula
K. Le Guin
¿Por qué es importante
el ecofeminismo? ¿Qué aporta ese diálogo entre ecologismo y
feminismo?
El ecologismo puede ser
patriarcal y, por tanto, resolverá la cuestión urgente de nuestra
supervivencia en el planeta, pero no resolverá la brecha de género
y, por tanto, más del 50% de la población seguirá condenada a
estar en inferioridad de condiciones cuando no, directamente, en
riesgo real de muerte.
El feminismo, por el
contrario, busca resolver la brecha de género, fundamental por una
cuestión de justicia social y derechos, pero no tiene entre sus
objetivos, al menos “per se”, la sostenibilidad del planeta y el
cambio de modelo económico, energético, etc… que nos permitiría
sobrevivir como especie.
Por tanto, junto a un
análisis marxista y una búsqueda de soluciones de clase, la
perspectiva ecofeminista es crucial si pretendemos cambiar a un
modelo que sea ambientalmente sostenible, socialmente justo y
universalizable en el tiempo y el espacio.
En rigor, no es posible
hablar de ecofeminismo sino de ecofeminismos. Y simplemente haré
mención al modelo ecofeminista con el que me siento más cómoda que
es, siendo terriblemente reduccionista, aquel que plantea que las
mujeres estamos más cerca de la naturaleza y los cuidados no por
razones “naturales, inherentes a nuestra biología” sino por la
imposición del reparto del trabajo que hace el sistema patriarcal
(y, añado, capitalista).
Para comprender la
necesidad de enfocar la construcción de un sistema distinto al
actual y en el que se resuelvan las explotaciones actuales y por qué
ha de hacerse de manera unida entre el ecologismo y el feminismo,
hemos de recordar que somos seres ecodependientes y, por tanto,
dependemos completamente de la naturaleza y sus recursos para
sobrevivir; peor también interdependientes y necesitamos la relación
con otras personas para garantizar los cuidados necesarios para poder
sobrevivir en condiciones idóneas y compatibles con la vida. Esto es
mucho más evidente en edades tempranas, muy avanzadas o en personas
con diversidad funcional.
Por resumir: para que
pueda darse la vida hay que garantizar los cuidados ambientales y
sociales. Y el sistema capitalista explota los límites biofísicos
del planeta y los límites temporales que las personas invierten en
cuidados. Por tanto, la gran contradicción es capital vs vida, ya
que el patriarcado impone una misma visión a su relación con la
naturaleza que a las mujeres y los cuidados: arrebata aquello que le
es útil sin tener en cuenta las consecuencias. Exprime y explota a
trabajadoras y a los territorios y recursos.
Un ejemplo tristemente
claro lo tenemos si estudiamos los países de origen de los recursos
y materiales que a lo largo de la historia se van expoliando y de las
trabajadoras que se harán cargo, en las peores condiciones de
precariedad, de los cuidados de aquellas personas que puedan pagarlo.
Veremos que estos flujos coinciden de manera inequívoca.
Las comunistas, ante una
crisis civilizatoria con tres grandes ramas: crisis ecológica,
económica y de reproducción social/de género, hemos de abrir el
foco: La crisis económica ha sido, de largo, la más estudiada y que
más atención ha acaparado. Sin embargo, no es posible empezar
siquiera a resolverla de manera real (esto es: hoy y mañana; para
quienes estamos aquí y quienes están allí) sin tener en cuenta
tanto la crisis ecológica como la crisis social y, dentro de ella,
la crisis de cuidados y la brecha de género.
Seamos conscientes de que
el planeta tiene límites biofísicos y no es posible seguir
vulnerándolos sin acabar bien en un callejón sin salida bien en una
suerte de estado mundial ecofascista donde sólo unos pocos elegidos
podrán disfrutar de acceso a los recursos. Seamos también
conscientes de que nuestros cuerpos tienen límites, que son
vulnerables, que hay muchas etapas de la vida donde los cuidados
representan la supervivencia y que siempre alguien tendrá que cuidar
a alguien. Cómo distribuyamos y organicemos estos cuidados también
será fundamental para no abocar nuestro planeta y nuestra sociedad a
una aterradora realidad distópica más cerca de Mad Max y el cuento
de la criada que al futuro que soñamos.
Publicado en el Nº 314
de la edición impresa de Mundo Obrero febrero 2018
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