.

.

domingo, 16 de junio de 2019

Eva García Sempere, diputada de IU-UP, exige al Gobierno del PSOE que aclare por escrito “si se plantea privatizar y recortar personal en Correos” y “cómo piensa asegurar el servicio postal en el ámbito rural”

La diputada de Izquierda Unida registra una iniciativa en el Congreso donde alerta al Ejecutivo de Sánchez de las graves consecuencias que tendría para los/as trabajadores/as y para el servicio público las propuestas de recortes del informe de la supuesta Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que también “afectarían de manera dramática a esa España vaciada que luego algunos tanto dicen que les preocupa”
La diputada comunista de Izquierda Unida por Málaga Eva García Sempere busca que el Gobierno del PSOE explique con claridad qué planes tiene realmente sobre el futuro público de Correos y de sus decenas de miles de trabajadores y trabajadoras. García Sempere ha registrado una batería de preguntas en el Congreso donde, entre otras cuestiones, plantea al Ejecutivo si “se ha planteado recortar las obligaciones de servicio público en materia postal” y, sobre todo, si “se ha planteado privatizar y recortar personal en Correos”.
La parlamentaria de IU encuadrada en el grupo de Unidas Podemos ha puesto en marcha esta iniciativa tras acceder al contenido del informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) sobre la eficiencia del gasto de la empresa pública Correos.
Eva García Sempere advierte de que un organismo como éste “que hace gala de su independencia, pero cuyas recomendaciones suelen coincidir puntualmente con las instrucciones de recortes y austeridad extrema que lanza la derecha política y económica desde distintos ámbitos” ha propuesto aplicar “entre otras lindezas, que Correos deje de repartir la correspondencia todos los días, reducir su número de oficinas y de buzones, sobre todo en el ya de por sí castigado mundo rural, así como fomentar la externalización de la red privatizando algunos servicios”.
La dirigente de IU constata que “frente a las buenas palabras y la política del disimulo, lo que ya hay sobre la mesa es una batería de propuestas centradas en un drástico recorte de la actividad de Correos. Olvidan claramente que entre las obligaciones de esta empresa pública está asegurar que el servicio postal universal se presta en todo el territorio nacional a precios asequibles”.
“Si el Gobierno hace caso a la AIReF como señalan algunos de sus miembros -advierte la diputada- estos graves recortes afectarían de manera dramática a esa España vaciada que luego algunos tanto dicen que les preocupa y agravaría aún más los problemas de despoblación” afirma la parlamentaria del PCE.
Entre otros, así lo entiende la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), que ha denunciado públicamente la impertinencia y falta de responsabilidad del informe de la AIReF y afirma que ‘es un descaro proponer liquidar un servicio que es público, histórico y muy valorado por la población’.
Eva García Sempere insta al Gobierno de Pedro Sánchez a que aclare por escrito con su iniciativa parlamentaria si “respalda el trabajo que está haciendo la AIReF sobre distintas parcelas del gasto público” y, en particular, “¿qué valoración hace de las recomendaciones de la AIReF para Correos”.
La diputada malagueña de Izquierda Unida completa sus preguntas interrogando si “piensa el Gobierno considerar el estudio de la AIReF sobre Correos para tomar decisiones estratégicas en la empresa pública” y sobre “¿qué medidas considera necesarias para asegurar el servicio postal en el ámbito rural y luchar contra la despoblación”.

viernes, 14 de junio de 2019

Enrique Santiago, Secretario General del PCE: “Conferencia Política para enfrentar el reto de reorganizar el espacio de la izquierda transformadora”. Carta a la militancia.

El PCE se pone a la tarea de analizar la realidad y elaborar propuestas para un gran debate desde todos los núcleos de base que deberá culminar en una Conferencia Política en el primer semestre de 2020.
El pasado 1 de junio, seis días después de las elecciones del 26 de mayo, se reunía el plenario del Comité Central del Partido Comunista de España. Debate leal en el partido y unidad de acción en la aplicación de nuestra estrategia, dos elementos que Enrique Santiago, Secretario General del PCE, explica en esta carta, de lectura imprescindible, a la militancia que publicamos en exclusiva en Mundo Obrero.
Estimados y estimadas camaradas,
A menos de una semana desde la celebración de las últimas elecciones municipales, autonómicas y europeas, el PCE reunió a su Comité Central para analizar los resultados y plantear los retos tácticos y estratégicos que la situación política nos plantea. Tras la reunión, el Comité Central ha enviado una copia del informe aprobado a cada uno de los y las militantes. Sin embargo, he creído conveniente dirigirme a toda nuestra ejemplar militancia con una reflexión sobre los principales aspectos de dicho informe. Me gustaría llamar tu atención sobre ellos, debido a su importancia y actualidad.
Con las elecciones del 26 de mayo se cerraba un ciclo electoral precedido por las elecciones generales del 28 de abril. Los resultados de este ciclo muestran un descenso generalizado de las candidaturas apoyadas por Izquierda Unida en sus diferentes formatos -en convergencia en las elecciones europeas y generales, diversas en las convocatorias autonómicas y locales- y son insuficientes para garantizar la defensa eficaz de la clase obrera. Nos obligan a elaborar un análisis ajustado de la realidad para a continuación tomar la iniciativa con una propuesta política ofensiva. No olvidemos que estamos en un momento de reconfiguración del escenario político estatal, que podemos caracterizar como una nueva fase. No obstante, independientemente de los resultados, quiero felicitar a la militancia del Partido que una vez más ha sido la columna vertebral de las campañas electorales que se han desarrollado por todo el país defendiendo las candidaturas de la izquierda alternativa y transformadora. Y felicitar también a los cientos de cargos públicos comunistas que estarán presentes en las instituciones locales, autonómicas, estatales y europeas, luchando y defendiendo los intereses de nuestro pueblo. Sabéis que el Partido os va a exigir trabajo, coherencia política y honradez. No dudo que todas y todos vais a estar a la altura de lo que la clase trabajadora demanda del PCE.
En el Parlamento, el grupo de Unidos Podemos, que ahora cuenta con 42 diputados y diputadas, tenemos seis diputados y diputadas de Izquierda Unida, cinco militantes del PCE, entre ellos el que suscribe este escrito. En el grupo parlamentario europeo, Izquierda Unida contará con 2 eurodiputados, ambos militantes del Partido. Las diferentes formas de concurrir a las elecciones autonómicas y municipales – como Izquierda Unida, como Unidas Podemos o en otras alianzas– dificulta ofrecer datos precisos sobre los resultados en estos momentos, pero sí podemos afirmar que tenemos diputados autonómicos y cientos de concejales comunistas repartidos por muchos puntos del Estado, cuyo trabajo garantizará la visibilidad de nuestro Partido y de su propuesta política por un nuevo país en común.
A mayor organización, mejores resultados
Resulta difícil sacar conclusiones apresuradas ante la diversidad de datos, todavía por sistematizar y relacionar con el ciclo histórico que vivimos. Las candidaturas apoyadas por Izquierda Unida en municipales, autonómicas y europeas consiguen un porcentaje inferior al máximo de IU, conseguido en 1994-1995, pero en las elecciones generales estamos muy por arriba del máximo conseguido por IU en el año 1996. Entre las claras enseñanzas que nos ha dejado este ciclo electoral están, sin duda, la dispersión y diversidad de las candidaturas en las diferentes convocatorias electorales, la dificultad para concretar alianzas y procesos de convergencias en numerosos ámbitos, o la extensión del conflicto interno y las deserciones entre los diferentes socios electorales, que han penalizado a nuestro espacio político. Por otro lado, en un escenario de reducción generalizada de los votos obtenidos, en los sitios con procesos de convergencia electoral sostenidos en el tiempo y más estabilizados se han obtenido mejores resultados. Y sin duda, allá donde tenemos una organización consolidada y un fuerte asentamiento en el territorio, se han obtenido mejores resultados, ya hayamos concurrido a las elecciones solos o en convergencia con otros actores.
Por todo ello, emplazamos al conjunto del Partido a que analice sosegadamente las causas de los resultados electorales en cada ámbito. Este análisis tiene que huir de la autocomplacencia, no poner el acento en la confrontación interna, ni recurrir a la eludir responsabilidades remitiendo estas a los niveles superiores o inferiores de la organización, dado que se trata de identificar certeramente los problemas habidos para resolverlos. Pero a su vez, es imprescindible introducir en los análisis locales elementos de coyuntura general.
Nos enfrentamos al reto ineludible de reorganizar el espacio de la izquierda transformadora para poder revitalizar el impulso popular conseguido tras el ciclo electoral de hace 4 años. Nuestro análisis acerca de la crisis de la izquierda en nuestro país y la necesidad de su reimpulso no son nuevos, se remontan a principios del presente siglo. Nuestra apuesta por los procesos de unidad popular no es resultado de un análisis táctico sino fruto de una visión estratégica que ha estado presente en toda la historia del movimiento comunista internacional, porque la unidad popular es la mayor arma de un pueblo en la lucha por su emancipación. La unidad convierte en imbatible a la clase obrera, máxime si nuestro objetivo es construir una alternativa al capitalismo y el neoliberalismo que define el actual modelo de país resultante de los consensos del 78. Esta necesidad es hoy más urgente que nunca, pues en España se ha consolidado un nuevo espacio de la izquierda alternativa tras el 15M –Unidas Podemos Equo y Convergencias territoriales- del que el PCE e IU formamos parte, pero, nos guste o no, no somos el actor hegemónico de ese espacio como lo éramos en el pasado. Si queremos volver a serlo, debemos superar la debilidad social y organizativa actual, en primer lugar de IU, pero también debemos fortalecer todo ese espacio.
En este nuevo ciclo político, el PCE deberá ser un actor político con perfil propio en este debate –con la máxima corresponsabilidad y lealtad hacia IU-, en la línea que se aprobó en el XX Congreso, interlocutando con el resto de fuerzas que se autoproclaman transformadoras, o al menos progresistas, para debatir sobre propuestas que sean alternativa real al sistema. Para ello, desde hoy mismo el PCE se pone a la tarea de analizar la realidad y elaborar propuestas para un gran debate desde todos los núcleos de base que deberá culminar en una Conferencia Política en el primer semestre de 2020, donde adaptemos nuestra estrategia sobre unidad popular, convergencia política y organización del conflicto social.
Configuración de gobiernos
También hemos abordado en el Comité Central los procesos de configuración de gobiernos en las corporaciones locales, autonómicas y estatales recién elegidas, con especial énfasis en el desarrollo actual de las conversaciones para la conformación del Gobierno de España. En este ciclo político que se inicia, previsiblemente vamos a tener que dar apoyo en las instituciones a distintos gobiernos del PSOE, tanto en ayuntamientos, comunidades autónomas y en el Estado. Tenemos que afrontar este hecho desde la madurez y desde la gestión de la discrepancia en términos dialécticos y rigurosos, huyendo de los conflictos internos y del ruido mediático que suele acompañar este tipo de procesos.
Los resultados en las elecciones generales, a pesar de ser insuficientes como dijimos anteriormente, nos han permitido impedir un gobierno de las tres derechas y ser determinantes a la hora de establecer alianzas de gobierno. Aunque Podemos, en el ejercicio de su soberanía, ya ha adoptado la posición de intentar alcanzar un gobierno de España conjunto con el PSOE, el PCE e Izquierda Unida tomarán sus propias decisiones siempre atendiendo a los acuerdos programáticos que puedan alcanzarse con el PSOE y a las correlaciones de fuerzas existentes para conseguir llevar estos acuerdos a la práctica. Nuestra tarea es evitar que en el ciclo político que se inicia la opción rupturista sea definitivamente derrotada por la opción restauradora, ya fuera en su versión reformista o en su versión autoritaria. Nuestra posición es clara: es imprescindible y posible hacer políticas de izquierdas, antineoliberales y favorables a la clase obrera. Es el PSOE quien tiene que decidir si continúa realizando políticas neoliberales y apoyándose para ello en las fuerzas del trifachito, o acepta alcanzar un acuerdo programático con la izquierda alternativa para mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo y garantizar todos sus derechos.
Condiciones para posibles acuerdos
Nuestro Comité Central del pasado 1 de junio estableció las condiciones y la hoja de ruta para construir posibles acuerdos de Gobierno en las distintas instituciones, desde los ayuntamientos al Gobierno de España.
En primer lugar, la centralidad del programa en cualquier tipo de conversación para llegar a un acuerdo, con énfasis en:
• La reversión de los recortes y de las políticas económicas y sociales neoliberales.
• La reversión de las reformas laborales que hacen la precarización estructural.
• La reforma fiscal que eleven los impuestos a los más ricos.
• La defensa del sector público y la garantía de los derechos civiles y sociales.
En este debate programático, hemos de esforzarnos por incorporar en los procesos de elaboración de propuestas y negociación a las fuerzas sociales y sindicales.
En segundo lugar, en caso de alcanzarse un acuerdo programático de gobierno o de apoyo institucional para el gobierno, deberán reunirse los órganos de dirección del Partido correspondientes al ámbito territorial afectado, debiendo someterse el acuerdo definitivo a la aprobación de los órganos de IU y el posterior pronunciamiento de sus militantes en el respectivo ámbito de decisión.
En el caso concreto del Gobierno de España, cada vez parece más lejana la posibilidad de que el PSOE acepte construir un gobierno de izquierdas. Si finalmente ello fuera posible, la posible entrada en el Gobierno de Podemos y, por tanto, el apoyo del grupo parlamentario de Unidas Podemos a dicho Gobierno, requerirá del cumplimiento escrupuloso de los pasos arriba mencionados. Nuestro Comité Central estudió además las diferentes posibilidades para que nuestro Partido participe de la fiscalización del cumplimiento de los acuerdos programáticos en sede parlamentaria sin tener que compartir solidariamente todas las decisiones emanadas del Consejo de Ministros.
Camaradas, vivimos un momento político de excepcional gravedad. En todo el mundo asistimos a una ofensiva del imperialismo y las fuerzas conservadoras contra las fuerzas y gobiernos populares. En España la oligarquía económica, la monarquía y las fuerzas conservadoras intentan cerrar la fase de crisis de legitimidad del régimen con una operación de restauración que impida la conquista del poder por la izquierda transformadora. Para ello, el enemigo a batir es el proyecto de unidad popular que llevamos años construyendo y que ha permitido en el último lustro multiplicar el peso de la izquierda alternativa en el Parlamento desde el fin de la dictadura. Trabajan para poner en marcha una nueva mayoría neoliberal conformada por el PSOE, Ciudadanos y sectores desgajados de la izquierda alternativa, operación que repite el esquema utilizado con anterioridad contra el Partido Comunista de España de la transición o contra la IU de los años 90. Solo fortaleciendo la unidad de la izquierda transformadora en torno a programas antineoliberales podremos derrotar esa operación y continuar el proceso de puesta en marcha de una alternativa política de izquierdas y por tanto anti neoliberal.
Enrique Santiago Romero. Secretario General del PCE 12/06/2019
Publicado en el Nº 327 de la edición impresa de Mundo Obrero junio 2019

domingo, 9 de junio de 2019

Alberto Garzón advierte de que “el PSOE quiere pivotar sobre la derecha” y frente a ello IU plantea “conseguir un acuerdo de gobierno que debe ser de izquierda y con el programa por delante”

El Coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, ha advertido en la mañana de ayer, sábado 8 de junio, a los/as integrantes de la Asamblea Político y Social de IU (ApyS) reunida en Madrid sobre la “propuesta reformadora” del PSOE, que “está inclinado a buscar el apoyo de la derecha de este país” para conseguir un gobierno estable durante toda la legislatura. Frente a ello instó, entre otras cuestiones, a “centrar el debate en las cuestiones programáticas, con un acuerdo de gobierno que, sin duda, debe ser con la izquierda y siempre con el programa por delante”.
Alberto Garzón realizó este análisis en la presentación de su informe al comienzo de la reunión de la máxima instancia de dirección de IU entre congresos que se desarrolla hoy en su sede federal de Madrid, en la que se valoran los resultados de los pasados comicios y se analizan distintos escenarios postelectorales para los próximos meses. En este marco, advirtió sobre la intención de la dirección socialista de aprovechar los malos resultados electorales a su izquierda para “concretar una propuesta que pivote sobre la derecha política”. Esto confirma las reiteradas denuncias hechas en la campaña de que el PSOE ‘se pone rojo antes de las elecciones y se anaranja cuando éstas pasan’.
De la misma forma, apuntó de forma crítica “que el PSOE copie ahora la estrategia de Mariano Rajoy de dejar correr el tiempo y prolongar los márgenes para no hablar con nadie”.
El máximo responsable de IU criticó directamente que desde las elecciones del 28 de abril hasta hace apenas unos días “se ha dejado aparcado poder hablar del próximo gobierno. Hasta el próximo martes no habrá la primera cita y la invitación a ella se ha hecho a través de los medios, ni siquiera de una forma más directa como las redes y, además, el mismo día que otras fuerzas de la derecha”.
Alberto Garzón había iniciado su intervención “agradeciendo a la militancia, tanto a afiliados/as como simpatizantes, su participación intensa y su capacidad para volcarse en el trabajo cotidiano de estos últimos e intensos meses”.
Consideró que su informe político presentado a la APyS de IU es “un buen punto de partida para abrir un debate sosegado que seguro que no agotaremos hoy”. Resumió cómo este ciclo electoral suponía la culminación en los resultados de una “triple pulsión”, por un lado la “pulsión de la ruptura democrática, de regeneración, la que hemos defendido en todo este tiempo a través de nuestros espacios de confluencia, que ha retrocedido”.
Están ahí también la “pulsión de naturaleza reformista, esa que se reflejó en el intento de PSOE y Ciudadanos de formar gobierno en 2016, que consiste en dar la sensación de cambiar todo para que nada cambie” y, por último, la “pulsión reaccionaria, impulsada a partir de lo ocurrido en Cataluña en 2017, que pretende que volvamos a estadios incluso anteriores de los de 1978”.
Garzón reconoció sin rodeos que “el espacio político a la izquierda del PSOE ha ido perdiendo en este tiempo apoyo político, pero también electoral”, que se ha plasmado en un “descenso notable en las elecciones generales, pero aún más notable en las últimas elecciones de mayo, teniendo en cuenta la heterogeneidad de los resultados de mayo”, concretado a modo de resumen en “un descenso de cuatro puntos en mayo, frente a los de abril”.
Para Alberto Garzón, es el momento de analizar y decidir “qué debemos hacer, sabiendo que vamos a escenarios muy volátiles” y que ninguna de las dos últimas pulsiones mencionadas “ha crecido para el futuro”. Todo ello de sebe hacer “dentro de una crisis territorial y una crisis social, con una situación económica peor a la ya mala de 2011”.
Analizó que “la unidad política no es suficiente para lograr todos los objetivos, pero fuera de ella es aún peor”, y puso el ejemplo de aquellos territorios donde IU había logrado recuperar presencia en sus parlamentos, como Extremadura, La Rioja, el País Valencià, Madrid o Baleares”. Reiteró la idea expresada en los últimos días de que “a pesar de que el espacio se ha reducido, la unidad ha permitido resistir mejor esta situación”.
Garzón animó a los miembros de la Asamblea Político y Social y a sus respectivas federaciones a “utilizar la presencia institucional lograda para mejorar las experiencias de colaboración con otras fuerzas políticas, pero también con la sociedad civil organizada y, lo que debe ser uno de nuestros papeles, ayudar a que se organice la que aún no lo está”.

sábado, 8 de junio de 2019

Eva García Sempere reclama al Gobierno que diga “qué opinión le merece que el Supremo reconozca al dictador Franco como jefe del Estado en plena Guerra Civil” pues sería legalizar a golpìstas

Izquierda Unida, a través de su diputada comunista por Málaga de Unidas Podemos, Eva García Sempere, ha registrado en las Cortes, el pasado miércoles 5 de mayo, una iniciativa parlamentaria para saber qué opina el Gobierno de Pedro Sánchez del contenido del fallo que hizo público ayer el Tribunal Supremo para suspender temporalmente la exhumación de Francisco Franco. García Sempere incide especialmente en el argumento de los magistrados que define al dictador como jefe del Estado ya desde el 1 de octubre de 1936, en plena Guerra Civil, obviando la existencia de los legítimos Presidencia y Gobierno de la República.
Por ello, la diputada malagueña de Unidas Podemos interroga directamente al Ejecutivo del PSOE sobre “qué opinión le merece que el Tribunal Supremo reconozca en un auto al dictador Francisco Franco como jefe del Estado en plena Guerra Civil” y si “comparte este pronunciamiento” del Alto Tribunal “sobre quién ostentaba la jefatura del Estado en esa fecha”.
García Sempere razona en su pregunta escrita que este “incomprensible error” significa en la práctica que esta importante instancia judicial reconozca la autoridad de Franco “desde el golpe militar y en plena Guerra Civil, cuando el Estado republicano se asentaba sobre la legalidad de la Constitución Española de 1931 y su presidente era Manuel Azaña”.
“Dicho de otra forma -apostilla-, significaría legalizar la proclamación de Franco como jefe del Gobierno del Estado español por parte de los golpistas de la Junta de Defensa Nacional en septiembre de 1936”.
La parlamentaria andaluza de IU apunta también que “muchos juristas e historiadores, entre otros profesionales, no salen de su asombro al comprobar que el Tribunal Supremo, órgano constitucional que se encuentra en la cúspide del poder judicial español, da legitimidad con esa mención en un auto al golpe de Estado del 18 de julio de 1936”.
De ahí que plantee también al Gobierno que explique, según su criterio, “¿cuáles son los motivos que pueden provocar que desde el Supremo se cometa un error tan lamentable e impresentable?” y “¿qué medidas va a tomar para aclararlo y para que se evalúe con absoluto rigor la figura del dictador?”

viernes, 7 de junio de 2019

El PCE ante el auto del Tribunal Supremo sobre la exhumación de Franco: “de aquellos polvos, estos lodos”

Nuestro Partido viene alertando a la sociedad española sobre la necesidad de democratizar el sistema judicial ante las evidentes muestras de continuidad de elementos del aparato judicial del franquismo, primero en las mismas personas y después nutrido de muchos de los descendientes de la oligarquía surgida durante la dictadura. Esto es extensible, en el marco del Estado, al ejército y a los cuerpos policiales, siendo Gómez Pacheco solo la punta del iceberg de la impunidad.
Con motivo de la batalla judicial emprendida por la familia del dictador y por su entorno contra el Decreto que ordena la exhumación de sus restos del panteón autoeregido por el dictador en Cuelgamuros, el Tribunal Supremo ha afirmado, que si se estimase la demanda y se anulase el acuerdo del Gobierno para la exhumación y esta se hubiera realizado, sería perjudicial para la familia y para el interés público, incluso señala que habría coincidencia entre estos intereses Ademas, el Tribunal Supremo señala que Franco fue “jefe de Estado desde octubre de 1936 hasta su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975”, lo que además de suponer una absoluta ignorancia de la historia, es un reconocimiento de legalidad a lo que no fue más que un golpe de Estado criminal, no como el que la justicia española dice estar juzgado por los hechos independentistas de Cataluña.
Tanta ofensa a las víctimas del franquismo y a los defensores de la legalidad democrática por el Tribunal Supremo, ha provocado que todos los sectores demócratas, progresistas y de izquierdas hayan mostrado su indignación y exijan la rectificación del auto.
Ante el debate suscitado el PCE manifiesta:
Franco no era “jefe de Estado” legítimo, ni en octubre del 36 ni en Noviembre de 1975 cuando murió. Usurpó la jefatura del Estado, mantuvo dicha usurpación y la trasladó hasta el siguiente Jefe de Estado que él decidió unilateralmente. Esta usurpación ha tenido continuidad hasta nuestros días a través de la monarquía que ejerce la jefatura del estado. No es de extrañar por tanto que a fecha de hoy una de las Instituciones heredadas del franquismo, la Justicia, ignore a las víctimas, proteja a la familia del victimario y sostenga la represión contra las fuerzas populares y la impunidad del fascismo y del autoritarismo.
La sucesión en la jefatura de Estado recayó en Juan Carlos de Borbón por designación del dictador, asegurando que la mas alta institución representativa del Estado, que también desempeña la jefatura de las Fuerzas Armadas, esté al margen de la decisión democrática y nunca se haya sometido al veredicto popular a través de las urnas. No aceptamos que el sí mayoritario a la Constitución fuera un sí a la monarquía. El Pueblo español nunca ha podido expresarse ni elegir entre monarquía y república.
Esa continuidad aparentemente formal entraña un serio déficit democrático que se exterioriza como problema político periódicamente, a consecuencia de esa estrategia de tránsito de la dictadura a la monarquía: “De la ley a la ley. Nunca hubo ruptura con la dictadura. No hubo depuración del aparato judicial, ni del policial, ni del ejército, ni del político – asistiendo al blanqueamiento de dirigentes de la dictadura como Fraga o Martín Villa - y mucho menos del sistema de poder económico: continuaron dominando la economía las mismas familias, manteniendo las mismas fortunas fruto del saqueo, antes, durante y después del franquismo, del trabajo esclavo de los presos y de siglos de colonialismo, la sangrienta acumulación originaria de la burguesía española.
De aquellos polvos, estos lodos de nuestros días
Mientras las estructuras del poder económico y del Estado sean las actuales, los derechos de la clase obrera que aparecen en la Constitución serán inaplicables porque nunca el Estado garantizará mecanismos para exigirlos. Papel mojado que pretende generar la apariencia de un “estado social y democrático de derecho”.
Esta realidad fue desvelada con toda crudeza por la gran crisis capitalista de 2008, cuyos efectos aún padece la clase trabajadora por el aumento de la explotación y por su empobrecimiento, cuando la riqueza generada por su trabajo fue regalada a la banca. Durante todo el periodo de la monarquía parlamentaria, el Estado, ha sido fiel a sus orígenes autoritarios: privatizaciones, expolio de bienes públicos, participación de España en las guerras y aventuras del imperialismo de EEUU, sometimiento del pueblo español al gran capital a cambio de los miserables intereses de la burguesía en el mercado en que se ha convertido la Unión Europea.
Por eso hay que romper con el régimen monárquico del 78, con la UE y con el euro y construir la III República desde su única base constituyente posible: el poder de la clase trabajadora consciente y organizada. Una república en la que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad” esté “subordinada al interés general”.
El PCE no renuncia en absoluto a los avances parciales que la clase trabajadora arranca día a día con sus luchas y con sus votos, bien al contrario, está en primera línea para conseguirlos, pero es este el objetivo al que dedica y dedicará los mayores esfuerzos.
El Régimen del 78 no va a caer solo: ¡tenemos que derribarlo!
¡A por la III República!

jueves, 6 de junio de 2019

El PCE considera que para la conformación de gobiernos prima el programa para las investiduras, acuerdos de legislatura y de gobierno, no permitiendo gobiernos de las derechas, ni facilitar pactos del PSOE-Cs

Sobre el análisis de los resultados del 28A y 26M y la posición ante la formación de los gobiernos municipales, autonómicos y de España.
El Comité Central del PCE celebró, el pasado sábado 1 de junio, su VIII pleno para realizar un primer análisis de los resultados electorales y definir la posición del Partido en el proceso de negociaciones abierto para la conformación de los gobiernos locales, autonómicos y para el gobierno de España, que determinará a priori el mapa político para los próximos cuatro años.
Sobre los resultados electorales, el Comité Central constata que solo es posible realizar un análisis preliminar a partir del estudio de los datos del escrutinio, pero que este análisis no será completo, logrando contemplar el conjunto de causas objetivas y subjetivas que lo explican, sin un análisis más detallado de los resultados de las distintas candidaturas municipales en las que ha concurrido IU y sin un proceso de valoración en el que participe el conjunto de la organización. Para ello y para iniciar el debate sobre la necesaria reorganización de la izquierda transformadora en España tras este ciclo electoral, el Comité Central acordó visitar todos los núcleos de base del Partido durante los próximos meses para recoger datos, análisis y opiniones, partiendo del documento aprobado el pasado sábado.
El Informe aprobado en el Comité Central reconoce el descenso experimentado en este ciclo electoral en el número de votos recogido por Unidas Podemos mas las distintas convergencias electorales territoriales, resultados que son malos en las elecciones celebradas el 26M. Entre las causas de esos resultados hemos situado las sucesivas crisis y escisiones que ha sufrido el bloque unitario en los meses previos, la dispersión de las candidaturas locales, y la debilidad de las organizaciones locales en las ciudades medias y grandes.
No obstante, respecto a las elecciones general del 28 de abril, el Informe constata que gracias a la remontada de Unidas Podemos durante la campaña, sí hemos logrado cumplir los dos objetivos señalados: evitar una mayoría de gobierno de las tres derechas y abrir la posibilidad de un acuerdo político de la mayoría progresista que aborde la recuperación de derechos de la clase trabajadora tras una década de recortes y la normalización de la cuestión territorial.
Igualmente, en cuanto a datos positivos, el Informe destaca que a pesar de la caída generalizada, Izquierda Unida ha mejorado su presencia en los Parlamentos Autonómicos, pasando de 4 a 8 – sin contar los de las nacionalidades históricas – y de 9 a 11 parlamentarios.
El PCE acordó iniciar un proceso de reorganización del bloque popular, cuya expresión electoral en este ciclo ha sido Unidas Podemos, partiendo de las conclusiones de este primer debate. Para ello, el Comité Central acordó celebrar una Conferencia Política durante el curso siguiente, mandatando a la Comisión Política a realizar la propuesta de normas y calendario en el primer Comité Central del curso 19/20, recogiendo la suma de aportaciones realizadas por los núcleos de base en el proceso de consulta que se iniciará de inmediato.
Esta Conferencia tendrá como objetivos actualizar la estrategia acordada en el XX Congreso, -celebrado entre abril y diciembre de 2018 – y señaladamente, los pasos a seguir en el proceso de superación de Izquierda Unida, en el marco del debate sobre la reconfiguración del bloque de unidad popular.
La posición del PCE ante el proceso de conformación de gobiernos locales, autonómicos y de España.
El PCE acordó una misma estrategia para todos los procesos de conformación de gobiernos en las distintas instituciones elegidas en las urnas en estén ciclo electoral: la primacía del programa para acordar investiduras, acuerdos de legislatura y de gobierno. Si bien parte de una premisa: no permitir gobiernos de derechas ni facilitar pactos del PSOE con Ciudadanos para hacer políticas de derechas. Incluso, más allá de los posibles acuerdos que se puedan alcanzar para conformar gobiernos de izquierdas, el PCE insiste en la necesidad de un movimiento popular organizado en la calle que exija y vigile el cumplimento de los programas que les den base.
En cuanto a la investidura del Presidente del Gobierno y la formación del mismo, el PCE marca una seria de cuestiones programáticas esenciales para cualquier acuerdo, y que en gran medida coinciden con las incluidas en el Acuerdo para los PGE de 2019. Fundamentalmente los acuerdos deben basarse en la reversión de los recortes y de las políticas económicas y sociales neoliberales; las reformas laborales y la reversión de la precarización laboral, la garantía de acceso de la clase obrera a una vivienda digna y con precios equilibrados, las reformas fiscales que eleven los impuestos a los más ricos y a quienes más beneficios obtienen, la defensa del sector público y las remunicipalizaciones y recuperación de lo privatizado, la garantía en el acceso a la energía como un derecho básico y la defensa de los derechos civiles y sociales y la garantía de las libertades públicas, con iniciativas legislativas que, de una parte, deroguen, entre otras, la Ley Orgánica de protección de la seguridad ciudadana (2015) (Ley Mordaza) y de otra, con nuevas legislaciones referidas a la garantía del pleno ejercicio de los derechos y libertades fundamentales, entre ellos el derecho a una vivienda digna o las normas sobre extranjería, contando cualquier acuerdo con calendarios de ejecución.
Igualmente, el informe dibuja los posibles escenarios que pudieran darse, desde un simple acuerdo de investidura hasta un gobierno de coalición. En este último caso, la posición que el PCE defenderá en IU es la de establecer una comisión de seguimiento de la ejecución del programa de gobierno junto con organizaciones sindicales y sociales.
Igualmente, el PCE defenderá que estas organizaciones y movimientos sean actores de primera línea en los procesos de negociación, entendiendo que no pueden ser meros acuerdos formales entre las fuerzas políticas con representación institucional.
En todo caso, la decisión final sobre cualquier posible acuerdo de apoyo parlamentario al gobierno o de creación de gobierno, será valorada y votada por el Comité Central para que posteriormente sea sometida a referéndum en el marco de Izquierda Unida de acuerdo con sus Estatutos.

lunes, 3 de junio de 2019

Alberto Garzón, Coordinador Federal de IU: "Por qué es necesaria la autocrítica"

Hubo una vez en la que el fantasma de la emancipación socialista recorrió Europa. Durante la segunda mitad del siglo XIX las insurrecciones populares reflejaron la emergencia de la clase obrera como actor organizado y a principios del siglo XX la metáfora socialista parecía fielmente encarnada en los grandes partidos de masas de la familia socialdemócrata. En el período de entreguerras el partido socialdemócrata alemán, el partido de Marx y Engels, llegó a alcanzar el 37,8% de los votos, el finlandés el 37%, el austriaco el 40,8%, el belga el 39,4%, el noruego el 32%, el sueco el 39% y el danés el 46%, entre otros. España era, por entonces, parte de la excepción. Sencillamente, en un país esencialmente agrario y muy débilmente industrializado no había condiciones para la emergencia de un partido socialdemócrata tan fuerte como en el norte, y el PSOE tuvo que esperar a 1910 para obtener su primer diputado.
Tras la II Guerra Mundial la socialdemocracia concluyó el abandono del reformismo, optando en su lugar por la simple gestión keynesiana, y sus escisiones comunistas se organizaron disciplinadamente en torno al poder político de Moscú. Con la disolución de la Unión Soviética, la irrupción del neoliberalismo y la globalización económica, la socialdemocracia volvió a dar otro giro para abrazar la "tercera vía", un producto básicamente liberal, mientras que los partidos comunistas entraron en lo que Enzo Traverso llama en su último libro la "melancolía de izquierda". Las utopías y la metáfora socialista daban paso así a un tiempo sin tiempo, a un futuro ensombrecido por las derrotas políticas pasadas y por los nuevos conocimientos sobre los límites de nuestra práctica política (¡y los límites de nuestro planeta!).
Bastante tiempo después las cosas son muy diferentes. En las últimas elecciones europeas han ganado las derechas conservadoras y tradicionalistas con casi el 40% de los votos. Frente a ellas, la socialdemocracia ha caído hasta el 19,31% y la izquierda transformadora ha hecho lo mismo hasta al 5,19%, mientras que los partidos liberales han crecido hasta el 14,51% y los verdes hasta el 9,19%. No obstante, el perfil concreto de esta fotografía es mucho más complejo cuando observamos las singularidades de cada país. Desde la victoria de la ultraderecha en Francia hasta el "sorpasso" de los verdes a los socialdemócratas en Alemania, pasando por la resistencia de la socialdemocracia tanto en Portugal como en España. Hay vectores tradicionalistas y reaccionarios que tratan de abrirse paso al mismo tiempo que otros vectores progresistas y radicales le disputan el protagonismo. Y todo ello ocurre en un marco dibujado por la disputa por la hegemonía internacional. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, el papel de las cadenas globales de valor en un mundo globalizado, las luchas de las empresas transnacionales por los recursos no renovables (petróleo, minerales, etc.) en un mundo asolado por el cambio climático, el tipo de dominio financiero del gran capital alemán sobre el resto de los países europeos, o el modelo de inserción de las economías periféricas en la distribución internacional del trabajo son algunos de los aspectos que perfilan estas batallas políticas… muchas veces sin que se explicite.
España es de nuevo una excepción. Aquí y en Portugal la socialdemocracia tradicional resiste, mientras que en Grecia la izquierda transformadora parece jugar el mismo rol, aunque bajo otras etiquetas. No es casualidad que se trate de los países más golpeados por la grave crisis económica iniciada en 2008, que en nuestro país abrió las puertas al convulso ciclo político de 2008-2015. Tras ese período, los países más afectados por los recortes en los servicios públicos parecemos seguir creyendo en las bondades del Estado Social mientras que los países del norte optan preferentemente por su disolución progresiva.
El caso español
En el año 2008 el PSOE consiguió obtener once millones de votos, aunque al precio de negar la crisis económica que estaba ya emergiendo en el país. Como consecuencia de esta, tres años más tarde, en 2011, esa cifra de votantes se había reducido hasta los siete millones. En efecto, en apenas tres años el PSOE se había dejado cuatro millones de votos, de los cuales sólo una pequeña parte fue recogida por IU y otra por UPyD. La mitad de aquellos votos perdidos, dos millones, seguían en la abstención. La irrupción de Podemos en 2014 revolucionó el panorama político y en las elecciones generales de 2015 obtuvo cinco millones de votos, movilizando a esa abstención de dos millones y dándole otro bocado de otros dos millones al PSOE (que ya en aquellas elecciones bajó a los cinco millones de votos), otro medio millón a IU (que se quedó al borde de la desaparición) y otro medio millón a otros partidos. El bipartidismo había colapsado por su izquierda y el sistema político estaba en redefinición.
Al inicio de 2016, sin embargo, el proceso se estancó primero y se invirtió después. Desde aquellos meses, y probablemente debido a la frustrada constitución de un Gobierno alternativo al del PP, el espacio de la izquierda en su conjunto se estrechó. Las elecciones de junio de 2016 pusieron de relieve que un millón doscientos mil votantes de izquierdas se volvieron a la abstención, correspondiendo cien mil al PSOE y el resto a Podemos e IU. La unidad política entre Podemos e IU, que tanto costó articular, no pudo evitar la caída de votos, aunque sí consiguió evitar el descalabro en escaños, que se mantuvieron en número gracias a la ley electoral.
Durante el resto de 2016 y parte de 2017 todos los indicadores electorales y sociales mostraron sistemáticamente la debilidad del espacio electoral de Unidas Podemos. Ello coincidía con dos fenómenos paralelos: la irrupción de la agenda nacionalista en escena, con su clímax en otoño de 2017, y la mejora de la economía y de la percepción ciudadana al respecto. Sin embargo, hubo dos hitos que aceleraron intensamente aquel desgaste de la base electoral: la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, en primavera de 2017 y, sobre todo, la moción de censura a Mariano Rajoy en junio de 2018. Ambos hitos impulsaron al PSOE y redujeron casi en la misma proporción el apoyo de Unidas Podemos. La transferencia de votos parecía haberse invertido y el PSOE comenzaba a recuperar apoyo del espacio político de la izquierda transformadora.
Aquella tendencia de desgaste y estrechamiento del espacio político de Unidas Podemos, esto es, del espacio político a la izquierda del PSOE, fue progresiva y sin pausa. El PSOE iba recuperando el voto perdido desde 2008, y realmente lo conseguía más por golpes de efecto que por políticas concretas. Pero fue en 2019 cuando esa situación se agudizó en una suerte de traca explosiva. Tiene razón Pablo Iglesias cuando afirma que "las divisiones hacen mucho daño a la izquierda", y bien lo sabemos quienes además lo hemos sufrido entre bastidores. Desde enero de 2019 se desató una oleada de escisiones que contribuyó a crear un imaginario social de "desastre venidero inevitable". Gaspar Llamazares anunció que formaba un partido nuevo, provocando un incendio en IU y en Asturias; Íñigo Errejón le imitaba en Madrid, abriendo en canal a Podemos y, de paso, a sus aliados en la región; las derivadas de aquello supusieron nuevas dimisiones, como las de Ramón Espinar, un sinfín de acusaciones cruzadas en la plaza pública y la decisión de Manuela Carmena de no contar con IU ni con Podemos para la candidatura de la alcaldía de Madrid; EnMarea decidió escindirse en Galicia, debilitando a los ayuntamientos de Santiago, Coruña y Ferrol; Compromís anunció que rompía la coalición en Valencia; Izquierda Anticapitalista rompió con Podemos en todo el país; el coordinador de IU en Cataluña se marchó a ERC pero sin dimitir de coordinador para dejar el partido bloqueado… Podría continuar, pero supongo que no hace falta.
Todos estos acontecimientos sucedieron en solo unos meses, los inmediatos a las elecciones generales, y fueron acompañados de grandes proclamas cínicas por "la unidad" -mientras se firmaban las escisiones- y por supuesto tuvieron una cobertura mediática apropiada para la ocasión. En algunos casos encontramos incluso candidatas de IU y Podemos que públicamente anunciaban que no votarían a nuestras organizaciones. En el seno de IU y Podemos fuimos muy pocos los que, a riesgo de perder la familia, la salud, los amigos y probablemente la cabeza, llamamos a la calma y a la unidad. El coste en esos campos, lo reconozco, fue inmenso. Desde mi experiencia personal, han sido los peores meses de toda mi vida política. En este tiempo parecía imperar un "sálvese quién pueda" de una naturaleza bastante irracional, y sucedía tanto entre quienes se escindieron como entre quienes se quedaron agazapados esperando que los resultados de las elecciones generales nos mataran a algunos.
Pero resistimos. La campaña de las elecciones generales fue extraordinaria y la militancia se volcó en la tarea de resistir. Pablo Iglesias hizo unos debates estupendos y muy bien acotados y dimos la sorpresa al resistir con un 14,3%. Parecíamos haber detenido la hemorragia de votos. Con todo, el PSOE ya había recuperado dos millones de votos desde 2015.
Las elecciones locales y autonómicas
Y así es como llegamos a estas últimas elecciones locales, autonómicas y europeas. Hemos tenido, como espacio político, unos malos resultados. Y tenemos que hacer autocrítica, pausada y de vista larga, pero no podemos decir que nos sorprenda esta situación. Hemos pagado las consecuencias de nuestros propios errores, y también de los aciertos de los demás. En efecto, estas elecciones han puesto de relieve que la tendencia del estrechamiento del espacio electoral a la izquierda del PSOE ha continuado. En las elecciones europeas hemos perdido 4,24 puntos respecto a las generales de hace un mes, y hemos perdido casi 8 puntos respecto a las elecciones europeas de 2014.
Tal y como venía describiendo, el PSOE ha mejorado sus resultados autonómicos una media de 7,57 puntos, mientras que nosotros hemos caído una media de 8,14 puntos. En efecto, la transferencia de votos es perceptible en un trazo grueso, pero también en trazo fino. En particular, el espacio de UP ha bajado más en aquellos territorios donde el PSOE ha subido más. Como se puede observar en el siguiente gráfico, esto es bastante claro (aunque no perfecto).
Gráfico: variación de resultados electorales, comparación UP-PSOE
Además, las caídas han sido más pronunciadas allí donde hemos ido separados (todos los territorios con punto rojo en el gráfico) y menor allí donde hemos ido unidos. De media hemos caído 9,82 puntos en los territorios donde íbamos separados y hemos caído un 6,62 en aquellos otros donde hemos ido juntos. Como he dicho estos días: "La unidad política no construye socialismo, pero fuera de la unidad sólo hay destrucción".
Es llamativo también que, en todos los territorios, con la excepción de Asturias, los resultados de las generales de hace un mes han sido mejores que en estas autonómicas. Pero aún más llamativo es que en las elecciones europeas, que se votaban a la vez, se han tenido mejores resultados en todos los territorios menos en Asturias y Aragón. Las candidaturas de unidad, en general, han resistido mejor.
Por otra parte, el caso de Madrid es paradigmático. Porque la irrupción de Más Madrid se justificó por su supuesta "competición virtuosa", es decir, porque teóricamente la división no restaría. En realidad, el espacio político de Más Madrid, Podemos e IU ha perdido 2,44 puntos respecto a lo que sacó Podemos e IU en 2015. Puede decirse que Madrid sufre el mismo proceso de estrechamiento del espacio electoral que el resto del país, si bien hay que conceder que es el territorio donde menos se pierde y donde menos gana el PSOE. Es decir, es probable que Más Madrid contribuya mejor a frenar la huida de votos al PSOE aunque no lo consiga.
Por supuesto, más allá de los votos también las leyes electorales nos han masacrado en escaños allí donde hemos ido por separado. El caso de Castilla y León es representativo, pues en la provincia de Valladolid ni Podemos ni IU hemos sacado escaño aun obteniendo un 4,65% y un 4,07% respectivamente y sin embargo Vox ha obtenido un escaño con un 6,85%.
En el terreno municipal hemos aguantado muy bien en las pequeños y medianos municipios, manteniendo e incluso aumentando concejales en muchos territorios. Además, hemos mantenido alcaldías también en ciudades de tamaño medio como Cádiz o Zamora. Sin embargo, las elecciones locales están siempre sujetas a especificidades y no pueden extraerse conclusiones categóricas. Detrás de esos excelentes resultados está el gran hacer local de Kichi y Guarido, alcaldes de esas ciudades, y de sus equipos, pero no tanto de sus marcas respectivas. En efecto, Kichi ha revalidado la alcaldía con el 43,59% y Guarido con el 48,08%. Sin embargo, en las elecciones europeas Podemos e IU han obtenido un 23,91% en Cádiz capital y en las autonómicas IU ha obtenido un 6,09% en Zamora capital. Este voto dual es propio de alcaldes carismáticos, como también le sucede al alcalde del PP en Estepona, Urbano, que ha sacado un 69% en las municipales y un 33,56% en las europeas. Los toboganes funcionan.
Conclusiones
Los resultados son malos para nuestro espacio político. Pero frente a quienes creen que esto es la consecuencia de las habilidades y prácticas de seres individuales dotados de gran o escasa inteligencia, yo apuesto, sin restar importancia a lo anterior, por factores de fondo más vinculados a trayectorias de medio plazo. Necesitamos un debate sereno para preguntarnos el "porqué" de estas dinámicas aquí descritas. En mi opinión, es posible que en este momento no se den las condiciones económicas que "permitan" la existencia de una izquierda transformadora tan potente como la que hemos visto en los últimos años, lo que obliga a reconfigurar el espacio político a partir de una nueva y mejor articulación entre los diversos actores que conformamos el mismo. Nos hemos educado en diferentes culturas políticas, tenemos distintos bagajes y disponemos de distintos recursos organizacionales (por ejemplo, en IU disponemos de una más amplia implantación local mientras que Podemos dispone de una más amplia base electoral), y debemos encontrar las sinergias necesarias para cumplir nuestros objetivos. Más coordinación.
En el fondo se trata de un obligado cambio de estrategia que cree las condiciones de un nuevo crecimiento de nuestra base social y electoral, lo que a mi juicio pasa por insistir en la práctica en las instituciones, pero también con los actores sociales organizados. Me temo que hay que huir de propuestas maniqueas o simplistas, dado que los problemas complejos siempre requieren soluciones complejas.
Ello implica, a su vez, hablar de personas y relaciones sociales, por lo que nuestras organizaciones deben cuidarse mutuamente y cuidarse ellas mismas también. La tendencia cainita no sé si será controlable en la izquierda, pero sí debería serlo la forma con la que nos dirigimos a nuestros adversarios políticos dentro de nuestro propio espacio. La beligerancia con la que buscamos culpas en el otro, por ejemplo, es absolutamente ineficaz pero también suficientemente lamentable.
Pero, sobre todo, es momento de pensar en profundidad qué tipo de instrumento necesitamos para hacer frente a los retos ecológicos, económicos y sociales que tenemos por delante las sociedades europeas. De momento, esa disputa dista de resolverse por la izquierda, como estamos viendo en el norte de Europa, y las amenazas son muy elevadas para las familias trabajadoras. Y replantearse esto significa preguntarse con honestidad por qué no llegamos como nos gustaría a la base social que decimos representar, estando dispuesto a dudar de todos nuestros prejuicios ("de omnibus dubitandum" repetía Marx). Somos herederos, o al menos así lo siento yo, de todos los hombres y mujeres a los que hacía referencia al principio de este artículo, y les debemos una lucha que exige una adecuada comprensión de la realidad y el contexto. Los instrumentos han de adecuarse a cada contexto. El siglo XXI está construido de nuevas relaciones sociales, tecnológicas e institucionales que apenas podían vislumbrarse hace doscientos años y que los actores políticos no pueden ignorar.
Las estructuras sociales están cambiando en direcciones que hubieran sido impensables en la época en la que se ideó la "metáfora socialista" y los símbolos han cambiado sus significados en todo este tiempo. Poner en cuestión las conexiones ideológicas, materiales y prácticas con las que nos relacionamos con nuestros votantes es un paso imprescindible para avanzar. La terquedad y el dogmatismo no ayudarán en absoluto.
Decía Manuel Sacristán que en tiempos de derrota de la izquierda transformadora hay dos pulsiones o tentaciones que deberían evitarse. Una es la entrega a la causa socialdemócrata, que se produciría como resultado de la pérdida de confianza en los instrumentos que han sido derrotados. Esto es lo que él identifica como la "tradición de derecha". La otra pulsión es la atrofia política que se produce ante la ausencia de perspectivas tras la derrota y que llevaría a la "inhibición de las luchas posibles" o de los "objetivos intermedios", con la fe depositada en la mística expectativa de que "algo pasará" que cambie nuestras posibilidades reales. Esto es lo que siempre se ha llamado izquierdismo. Esta fórmula de desconexión social es muy propia de los momentos como estos y es muy atractiva porque es autocomplaciente.
Me temo que ambas pulsiones surgirán en estos meses y que el elemento en común que mantienen es su rechazo a la unidad política del espacio que se ha estado construyendo hasta ahora. Sin embargo, creo que la mejor herramienta pasa por reforzar esa unidad y por debatir y descubrir cómo somos capaces de aprovechar la potencialidad de este espacio político que, aunque disminuido actualmente, representa lo mejor de este país. Algunos seguiremos dedicando nuestro tiempo y energías a construir esta posibilidad.
Alberto Garzón Espinosa