El barómetro de enero
del CIS ha sorprendido a propios y a extraños. Estos días venía
hablando con gente habituada a trabajar con encuestas, y
prácticamente había unanimidad en la creencia de que Unidos Podemos
se desplomaría como consecuencia, fundamentalmente, de las
acaloradas disputas en el seno de Podemos. Normalmente la permanente
discusión interna penaliza, y mucho, la imagen hacia fuera de la
organización. Sin embargo, el CIS que se ha publicado hoy destaca
una cierta consolidación del espacio político de Unidos Podemos en
el entorno del 21-22%. Sobrevuelan algunas preguntas al respecto,
pero la que me parece la más sugerente es la siguiente: ¿no
estaremos desaprovechando una oportunidad de oro en nuestro país?
El crecimiento de nuestro
espacio político tiene mucho que ver con la situación de crisis que
se vive en España. Crisis en general, no sólo económica.
Desempleo, precariedad, desigualdad, pérdida de poder adquisitivo,
deterioro en la calidad de los servicios públicos, privaciones
fundamentales, autoritarismo, etc. Todos esos elementos han
contribuido en nuestro país a una crisis de régimen que continúa
abierta, y por tanto a una impugnación consciente o inconsciente del
sistema en su conjunto por parte de importantes sectores de la
población. No en vano, la percepción subjetiva de la población
española acerca de la situación política y económica está en
niveles de 2011, cuando estalló el 15-M tras varias huelgas
generales. La gente no cree, por lo general, en la recuperación
económica de la que habla el Gobierno. Mucho menos se ha creído eso
de la recuperación política. Este clima es desde luego un escenario
de oportunidades para una fuerza capaz de ofrecer un proyecto
político en positivo, riguroso y eficaz frente a los problemas de
las clases populares.
Al mismo tiempo,
probablemente –al menos yo estoy convencido de ello- las peleas
internas alejadas de un sosegado debate político en torno a
diferentes proyectos, suele ser un un elemento que no suma y añade
frustración. En Izquierda Unida hemos sabido mucho de eso, y hemos
luchado duro por corregirlo. Estas disputas internas y de esta forma,
que vistas desde dentro de la burbuja partidista pueden ser
apasionantes, normalmente no importan a quienes esperamos soluciones
y propuestas de mejora para nuestras precarias vidas. Hay una
distancia abismal entre la percepción del insider, metido en peleas
internas, y del outsider, que vive como un drama que sus referentes
no hagan otra cosa que autorreferenciarse.
Yo soy optimista, porque
hay condiciones para serlo. El 13 de febrero se abre una nueva fase
para Unidos Podemos. Hay mucho que hacer y nosotros lo tenemos muy
claro: dar un salto cualitativo, ampliando y enriqueciendo este
espacio. La gente espera mucho de los dirigentes y de la militancia,
y ello va desde la práctica hasta las formas políticas.
Los representantes de
Unidos Podemos debemos bajar desde el Olimpo de la institución hasta
el infierno en que quieren convertir la cotidianeidad de nuestros
barrios. En la práctica política, en íntima conexión con los
problemas de hoy en día, es como seremos capaces de construir
alternativa y elevar el cortafuegos ante la extrema derecha. Por eso
nuestro discurso ha de ser claro e inteligente, no dogmático ni
litúrgico sino enraizado en los problemas de las gentes
trabajadoras.
Y en términos de formas,
Unidos Podemos no puede ser una suma de siglas en perpetua
negociación sino que ha de transitar hacia un funcionamiento más
horizontal y democrático, más abierto, con la implicación directa
de los movimientos sociales, con un nuevo impulso que ahora sí
consiga que la ciudadanía protagonice la política por venir, con
espacios innovadores de participación y mecanismos para evitar la
consolidación de élites burocráticas. La democracia que queremos
para el país debemos ponerla en marcha desde el propio espacio
político de transformación. Al fin y al cabo Unidos Podemos, desde
la autonomía de cada cual, tiene que ser mucho más que unos cuantos
partidos pactando citas electorales. Y precisamente para facilitar
ese trabajo, en la calle y en las convocatorias electorales que están
por venir, hay que trabajar desde ya y colectivamente en
acuerdos-marco que establezcan los parámetros generales de
coordinación.
Si optamos, por el
contrario, por un sálvese quien pueda, por competir entre nosotros y
nosotras o por encerrarnos en patriotismos de siglas o faccionalismos
de diverso tipo, estaremos recorriendo una vía muerta. Que es tanto
como decir que estaremos tirando por la borda lo construido
colectivamente en estos años. Estamos aquí, situados frente a la
historia, gracias al esfuerzo de mucha gente anónima que no tiene
ambición de reivindicarse continuamente sino de algo tan
revolucionario como es mejorar su vida y combatir la injusticia. Si
nos equivocamos, si nos empeñamos en creernos héroes y heroínas, o
si dejamos que nuestro ego individual o partidista nos ahogue en sus
ensueños narcisistas, el bipartidismo y su cultura política lo van
a saber aprovechar.
En suma, lo que tiene que
construirse a partir de las próximas semanas es más y mejor Unidos
Podemos, no menos y peor. Donde más quiere decir participación y
mejor quiere decir organización y claridad de proyecto.
Alberto Garzón Espinosa
Coordinador Federal de
Izquierda Unida
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