Sira
Rego, Toni Morillas, Clara Alonso - Integrantes de la Comisión Colegiada de
Izquierda Unida
¿Eres
de las que has dejado de imaginar un futuro para tus hijas mejor que el tuyo?
¿De las que ahora se fijan en precios que antes no se fijaban? ¿Haces malabares
para llegar a fin de mes y has desarrollado una gran capacidad sumando las
horas de calefacción que te puedes permitir? Puede incluso que seas de las que
han calculado alguna vez el salario final al mes para aceptar un contrato
temporal por pocas horas.
Tal
vez seas de los que llenan el maletero del coche de sillas plegables para pasar
el calor del verano en un parque de tu ciudad porque no te llega para salir de
vacaciones o de aquellas personas para las que contrato indefinido no significa
estabilidad. Quizá seas de los pensionistas que estiran la pensión acogiendo a
hijos, nietos e incluso vecinos en casa ¿Eres un perfecto experto en marcas
blancas?
Puede
que seas de ese grupo amplio de personas que aún derribando el hemos vivido por
encima de nuestras posibilidades todavía se siente responsable de vivir peor de
lo que vivía antes. O de los que asumen que el salario es algo que puede
reducirse o desaparecer en cualquier momento y piso en propiedad es una
combinación de palabras difícil.
En
apenas unos años las condiciones de vida de la mayoría han empeorado hasta el punto
de que sabemos que ya vivimos y viviremos peor que nuestros padres y madres.
Con un mercado de trabajo cada vez más desregulado en el que nos sentimos
mercancía y con unas vidas cada vez más a la intemperie. En la España de 2016
avanza la precariedad, se asientan las privatizaciones y los recortes de
servicios públicos, al mismo ritmo con el que se machacan impunemente derechos
básicos. La sostenibilidad de la vida está en riesgo.
Las
reformas laborales del PSOE y el PP, la reforma constitucional del 135 y el
asfixiante principio de estabilidad presupuestaria, el nuevo tsunami de
recortes de más de 5000 millones impuesto por Bruselas y la futura reforma de
las pensiones, suponen una amenaza constante para la mayoría trabajadora de
nuestro país. No ha pasado ni un mes desde la puesta de largo del acuerdo
tripartido PP, PSOE, Ciudadanos, que dio el gobierno al partido más corrupto de
Europa, para que se empiece a señalar el nuevo frente de los recortes. El
saqueo de la hucha de las pensiones, la aprobación del nuevo techo de gasto,
indican la senda de un proceso constituyente de corte neoliberal que está
transformando las reglas de juego sin contar con la mayoría social, a costa de
su vida y a costa de la democracia.
Hemos
pasado de escandalizarnos por ser mileuristas a alegrarnos de lograr un trabajo
de 700€ en jornadas laborales de hasta 40 horas. Los trabajos temporales, por
horas, la economía sumergida y el paro forman parte del mismo circuito de
entrada y salida permanente del mercado laboral, que hace que vivamos en los
márgenes de la exclusión. Sufrimos tasas de paro de las más altas de la UE,
solo por detrás de Grecia. Cifras escandalosas del 20%, casi la mitad de larga
duración (más de dos años), que se incrementan hasta un 43% entre los más jóvenes.
Paro, exilio y precariedad forman parte del lenguaje cotidiano de la mayoría de
jóvenes.
Según
la Agencia Tributaria ya había 3,7 millones de personas en 2014 que subsistían
con sueldos inferiores a 300€. El número
de trabajadores pobres se sitúa ya en el 15%, y subiendo. Más de 1,5 millones
de hogares carecen de cualquier tipo de ingreso, más de 4 millones de personas
están desempleadas y la pobreza infantil asciende ya al 30%.
Los
sueldos que se han expandido impiden una vida digna, pagar una vivienda y otros
gastos básicos de subsistencia, por no hablar del ocio y la cultura. Las
condiciones laborales y de existencia que antes eran comunes especialmente
entre las mujeres, jóvenes y migrantes se han extendido al conjunto de la clase
trabajadora, convirtiéndose en el paradigma general. Estamos ante un proceso de
feminización de las condiciones laborales, ante un proceso de confrontación del
capital con la sostenibilidad de la vida.
Según
la encuesta de calidad de vida en el trabajo la migración de personas
trabajadoras hacia los niveles salariales más precarios, se ha incrementado en
un 10% en apenas 5 años, de tal modo que dentro del perfil del nuevo asalariado
urbano nos encontramos una concentración elevadísima de personas trabajadoras
ligadas al sector servicios no cualificados, con elevadas tasas de temporalidad
y parcialidad, así como una creciente presencia de trabajadoras jóvenes.
Es
precisamente la precariedad material la que hace imposible hacer frente a
necesidades vitales como la factura de la luz y el gas. España, con los
salarios medios más bajos de la UE es uno de los países en los que más cara es
la luz. La foto es aterradora: a pesar de los más de 5000 millones de
beneficios de las eléctricas en el año 2015, produjeron casi 700.000 con cortes
de suministro en hogares. Cifras terribles tras la que hay millones de vidas
acosadas.
Para
la mayoría de nosotras un proyecto de vida emancipado y libre se hace difícil,
sino imposible. La precariedad se expresa en forma de incertidumbre,
inestabilidad e inseguridad vital. Nos atraviesa, estructura y condiciona
nuestras vidas, siendo consustancial a la actual fase del capitalismo. Esta
situación tiene culpables, nombres y apellidos que engrasan el molino
destructor de la precariedad. Si queremos liberarnos, es imprescindible
identificarlos y ahondar en las causas profundas de la injusticia.
Mientras
las grandes empresas y sus propietarios ingresan miles de millones de euros,
nosotras no llegamos a fin de mes. Mientras el gobierno y sus cómplices
recortan los servicios públicos, nosotras cuidamos a nuestros hijos e hijas, a
nuestros mayores, en horarios imposibles. Mientras los partidos que representan
los intereses de las elites económicas hacen leyes para los más ricos, nosotras
debemos acortar las horas de calefacción o sufrir listas de espera
interminables para ser atendidas en un hospital público.
Pero
esta situación tiene alternativa. Esta no es la historia de miles fracasos
individuales. Esta es la historia de unos gobiernos que han emprendido políticas
que ponen en riesgo nuestras vidas. Este país genera recursos económicos para
atender las necesidades de todos y todas.
Sólo
con una parte de los recursos económicos destinados a rescatar la banca, se
podría poner en marcha un plan de trabajos decentes para todas. Con una
modificación de la ley del sector eléctrico se podrían garantizar suministros
básicos para todas. Con una gestión responsable de los presupuestos generales
del estado, se podría extender y reforzar
una red de servicios públicos. Con un pacto contra la violencia machista un
país en el que las mujeres seamos libres. Todo depende de cómo pactemos las
normas que rigen nuestras vidas y los lugares comunes de convivencia. Todo
depende de hasta dónde nos implicamos.
Tenemos
la determinación de no permitir que nos jodan la vida. Estamos dispuestas a
defender nuestro derecho a una vida digna, suficiente y feliz desde todos los
frentes, desde la conciencia del “sola no puedes, con amigas sí”. Por ello, la
campaña que ha lanzado IU, con la vocación de que las precarias nos la
apropiemos, no es una campaña al uso. Está orientada a ser parte del conflicto,
a organizarlo, a conectar los conflictos existentes en el territorio, a hacer
que emerjan los conflictos latentes. Las camareras de piso, trabajadores de
AENA, de Cocacola, de los Contact Center, los pensionistas, los jornaleros que
no llegan a fin de mes, compartimos vida y lucha, tenemos un enemigo común.
Esta
campaña indica la determinación de IU en volcar toda su experiencia y trabajo
militante en la construcción de espacios unitarios de lucha frente a la
precariedad, desde abajo, desde la precariedad que vivimos en primera persona,
desde la participación activa en el conflicto y en la movilización, desde la
confluencia con otros actores sociales, políticos y sindicales. Para ello,
nuestra estrategia pasa por practicar la pedagogía de la acción y de la
decisión.
La
historia nos enseña que todos los
grandes cambios que han supuesto avances para las sociedades, se han hecho con
la participación de la mayoría. Identificar nuestros problemas comunes y tratar
de unirnos a otros y otras que los sufren, es nuestro reto.
Hacer
de nuestra indignación una herramienta para cambiar la realidad del país.
Pelear por nuestros derechos y conquistar nuestra felicidad. Os proponemos
construir esos caminos juntas y juntos. Luchemos por una vida digna, suficiente
y feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario