Quienes
nos recortan en sanidad, educación y pensiones siempre utilizan el miedo. Ayer
el Gobernador del Banco de España lo volvió a demostrar. Nos explicó que
debemos sentir miedo y que, por ello, tenemos que protegernos lanzándonos a los
brazos de las hienas financieras. Qué hartos estamos de sus mentiras, qué
hartos también de la ética de nuestra derrota y de su victoria.
Somos
conscientes de que hemos perdido muchas veces. Qué nos van a decir a los
militantes de Izquierda Unida, resistentes al bipartidismo y a la corrupción
del Régimen. Años y años combatiendo el neoliberalismo, la depredación de
nuestro planeta y las corruptelas de quienes prometían trabajo basura a cambio
de votos. Mientras el bipartidismo obtenía el 80% de los votos, los de IU compartíamos
espacios con otros compañeros para resistir sus cantos de sirena. Decían que
Maastricht, el Euro y el milagro económico eran inevitables y grandes recetas.
Protestamos, nos manifestamos y luchamos. Pero vencieron en las urnas y en las
conciencias. Hoy estamos como estamos, precarizados y abandonados a la suerte
del capricho irracional del mercado.
En
2011 fui elegido diputado de IU por Málaga. Durante la campaña ya hice un
llamamiento a la unidad de las fuerzas sociales que buscábamos la transformación
social. No sucedió. Desgraciadamente el PP ganó la mayoría absoluta y siguió
haciéndole el trabajo sucio a la oligarquía española y europea. Cuatro años
hacen ahora. Cuatro en los que he debatido con ministros, gobernadores y el
propio presidente Rajoy. Cuatro en los que hemos defendido una nueva forma de
hacer política y economía. Una política y economía para la vida, para la
felicidad, de la mayoría social.
Somos
los de abajo, por supuesto. La mayoría somos de izquierdas. Muchos, como yo,
somos también comunistas. Todos hemos sufrido en nuestras carnes las
consecuencias de las políticas de saqueo del bipartidismo y la troika. Y
sabemos que la solución pasa por hacer las cosas de otra manera, y de unirnos
en torno a ese proyecto de cambio. Desde nuestros principios y nuestra
identidad.
Imagino
una plaza abierta. Una plaza a la que van llegando las gentes de Podemos, las
gentes de Equo, las gentes de ANOVA, las gentes de ICV, las gentes de IU y de
tantas otras fuerzas organizadas. Gentes que se suman, que debaten y acuerdan.
Gentes que no renuncian a ser lo que son, ni a sus anhelos ni a su historia.
Pero gentes que comparten la necesidad de trabajar y cooperar juntas. Una plaza
abarrotada de gente sencilla, de gente común, de gente que quiere un mundo mejor
y que sabe que es posible y necesario construirlo. Un mundo mejor para nuestros
mayores, para nuestros hijos y para las futuras generaciones. Esa sensación de
esperanza, de ilusión que cristaliza, la sentí en las plazas del 15M. Ahora
también, mucho más fresca y poderosa.
Eso
es la Unidad Popular, un proceso que construye desde abajo y
participativamente. No es fácil, pues nadie dijo que cambiar el mundo lo fuera.
Pero ese es el proyecto al que yo pertenezco. El que cambia la ética de nuestra
derrota por la ética de nuestra victoria, el proyecto de la transformación
social. Un nosotros, como sujeto, tan amplio que no hay bandera o sigla que nos
acoja. Sólo una plaza, un ágora, un espacio de lo público y de lo común.
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