José Luis Centella
Gómez
Secretario
General del PCE y Portavoz de IU-La Izquierda Plural en las Cortes
Tenemos algo muy
valioso, nuestra militancia y un discurso elaborado, nos hace falta más y mejor
organización.
Vivimos
un momento de gran confusión, en el que la responsabilidad del PCE debe ser
situar todos los debates, tanto los internos como los externos, en torno a la
propuesta política. Para ello, tenemos dos referencias debatidas y aprobadas
por amplia mayoría en nuestra organización. Por un lado, los perfiles
anticapitalistas, republicanos y federales de IU con los que se ganó la 9
Asamblea que eligió a Cayo Lara como Coordinador Federal por primera vez;
perfiles a los que en este momento deberíamos añadir los elementos de
radicalidad democrática y de lucha contra el patriarcado. Por el otro lado, la
propuesta de impulsar una política de
alianzas políticas y sociales, que plasmen en el momento actual el Bloque
Social y Político de carácter alternativo que desarrolle la propuesta
constituyente.
Para
poder abrir paso al debate político por encima de otros factores internos y
recuperar la iniciativa, tenemos que empezar por asumir el compromiso de que
somos un partido federal y no una coordinadora de territorios y que, por tanto,
las estrategias se debaten y acuerdan en los órganos federales y luego se
concretan en cada una de sus federaciones. A la vez, debemos volver a situar al
PCE en el ámbito de la resolución de los conflictos internos y de la iniciativa
política y sacarlo de la centralidad del conflicto donde algunos quieren
situarnos.
Nuestro
análisis tiene que partir de considerar que el sistema capitalista, en España,
se enfrentaba hace un año a un importante desgaste del régimen surgido de la
transición, acuciado por la crisis del bipartidismo monárquico, por una
importante movilización social, salpicado por la corrupción y sufriendo la
gestión que nos había llevado a una grave crisis del sistema, a la que responde
con medidas que tratan de mantener la tasa de beneficio de la oligarquía
financiera especuladora a costa del pueblo trabajador. Este sistema reacciona,
por una parte, tratando de potenciar un nuevo sistema de partidos que pueda
amortiguar las posibles pérdidas de apoyo social y electorales que sufra el
bipartidismo monárquico y, por otra, conseguir una situación de paz social o de
conflictividad de baja intensidad, trasladando la tensión política y la
indignación ciudadana a las tertulias de televisión.
En
esa estrategia, es algo fundamental e imprescindible, dividir y debilitar a la
IU anticapitalista y republicana que subía en las encuestas y se negaba a
entrar en el juego de una segunda transición. Lamentablemente con nuestros
errores y debilidades se lo hemos puesto demasiado fácil.
Se
trata, por tanto, de repetir la jugada de la transición: aglutinar a la gente
descontenta con el pasado, en torno a fuerzas que planteen un cambio, pero no
la ruptura con el sistema. Recordemos como en 1982 los votantes que querían
romper con los restos del régimen franquista veían en el PSOE esa posibilidad,
que no vieron en un PCE desdibujado y en crisis. Incluso no lo veían muchos de
los militantes del PCE que se pasaban al PSOE argumentando que desde ese
espacio se podían realizar los cambios que España necesitaba. Demasiado
parecido con la realidad actual.
En
aquel momento, el PCE no fue capaz de hacer una lectura de la realidad hasta
que, sufrida la derrota del 82, recompuso la política en torno a la llamada
Convergencia Social y Política aprobada por el XI Congreso, que posteriormente
dio lugar a la Plataforma Cívica por la Salida de la OTAN, a Convocatoria por
Andalucía y finalmente a Izquierda Unida.
Nos
encontramos, por tanto, en un momento en el que los grupos políticos y
sociales, al servicio del capital financiero tratan de llevar a cabo un proceso
(de)constituyente que consolide un nuevo modelo de relaciones sociales,
institucionales y laborales, es decir, una nueva forma de vivir para que toda
la riqueza del país se ponga al servicio del mantenimiento y aumento de la tasa
de ganancia del capital transnacional, comenzando por garantizar
constitucionalmente el pago de la deuda.
En
este nuevo modelo:
•
Los derechos a la vivienda, al trabajo, a la sanidad universal y gratuita y a
la educación desaparecen como tales y los últimos se administran en base a su
rentabilidad económica olvidando cualquier fin social.
•
Los servicios públicos se mercantilizan, son transformados en oportunidades de
negocios con el objetivo de liberalizar todo lo posible.
•
Se desregulan las relaciones laborales para asegurar el máximo beneficio del
capital, poniendo la economía al servicio de la rentabilidad especulativa
(competitividad).
•
Se debilitan y se tratan de desarticular los partidos y los sindicatos, como
instrumentos básicos del sistema social e institucional.
•
Se provoca un retroceso en los derechos de las mujeres, no sólo en cuestiones
derivadas de la crisis económica sino desde el punto de vista ideológico,
recuperando los valores más reaccionarios del sistema patriarcal de
reproducción de la ideología.
•
Se expulsa del país a la juventud mejor formada y por tanto más reivindicativa.
•
Se produce una recentralización del Estado de las Autonomías.
•
Se acentúa la explotación de los recursos naturales y se intensifica la
mercantilización de la vida.
Es
decir, el sistema tiene un proyecto de futuro, tiene su propuesta
constituyente, que desarrolla aprovechando la crisis para un cambio
constitucional. Para ello plantea una nueva transición que recomponga el
régimen sin cuestionar las bases del sistema.
Frente
a esta situación, en este momento de la
lucha de clases, es prioritario construir una alternativa, lo más amplia y unitaria
posible, que confronte y derrote social y políticamente el intento de
recomposición del sistema, una alternativa democrática, federal, social,
feminista que gane la batalla político-ideológica al plan antidemocrático,
centralista reaccionario y patriarcal del nuevo régimen.
Este
debe ser el objetivo y para ello es fundamental situar en primer lugar lo que
nos une, consolidar la unidad del PCE como organización federal.
No
podemos olvidar que la contradicción fundamental sigue estando, como al inicio de
la crisis, entre capital y trabajo. Pero tampoco podemos dejar pasar que en
estos momentos la cuestión es ver cómo se relaciona esta contradicción
fundamental con otras contradicciones en el ámbito social, cultural y político
para dar cuerpo a nuestra alternativa, de forma que se ponga en evidencia la
diferencia entre ruptura y continuismo.
Por
lo tanto, una primera conclusión debe ser dar
prioridad absoluta a la activación de la lucha social, conseguir que la
política antisocial y autoritaria del Gobierno tenga una respuesta en la calle,
y que el sistema no consiga imponer una paz social. Para ello tenemos que
volcar a nuestra militancia en la lucha social, dando fuerza a todas las
movilizaciones sociales y sindicales convocadas para este año. En cada ámbito
se debe discutir cómo acometer con éxito las movilizaciones previstas para
otoño (22 de octubre) en el marco de la convocatoria de las Marchas. No podemos
esperar a que tal o cual sindicato o colectivo nos convoque. Debemos tomar la
iniciativa y en cada localidad, centro de estudio o trabajo, convocar reuniones
para discutir cómo hacemos de esta movilización de otoño una acción de lucha
social contra el actual estado de cosas que condena a la mayoría a sufrir las
consecuencias de la crisis.
La
segunda conclusión que debemos extraer es que debemos situarnos a la ofensiva para ser un instrumento útil para la
transformación social desde la izquierda, y hacerlo desde el fortalecimiento de
la organización, desde un discurso político, desde lo colectivo, en función de
una política de convergencia que acumule fuerzas. No nos vale en estos momentos
el repliegue en una enquistada posición defensiva de la organización ante los
ataques del exterior y del interior. Al contrario debemos asumir la dificultad
de la situación, la falta de certezas y pasar a la ofensiva.
Para
ello, es fundamental que el PCE sitúe como objetivo fundamental de IU la
transformación social que plantea una movilización social y política como
instrumento de conseguir los fines propuestos, que luche por conquistar un
futuro de justicia social y libertad para un nuevo modelo de país, que recupere
para millones de personas la vida digna que nos han robado, recuperar la
sanidad, educación, vivienda, que en un país desarrollado a nadie le falte lo más
básico para vivir. Para todo ello es imprescindible transformar el país y
recuperar la dignidad que nos roba el bipartidismo monárquico.
No
es ningún secreto que desde diversos sectores e intereses tratan de enfrentar a
Cayo Lara y a Alberto Garzón para crear una situación de preruptura que
debilite a los dos. Desde el PCE no vamos a caer en esta trampa. Somos de la
Izquierda Unida que tiene a Cayo Lara como Coordinador y a Alberto Garzón como
candidato a la Presidencia del Gobierno. La
IU con un discurso que plantea la necesidad de construir un Nuevo Modelo de
País desde la ruptura con la actual realidad económica y social. Por ello,
el PCE se posiciona claramente por poner en valor lo que nos une y superar las
diferencias desde la síntesis y no desde la división interna. No vamos a caer
en provocaciones, ni en falsos debates, vamos a situar la política por encima
de otras cuestiones de correlación de fuerzas internas. Quienes nos insultan en
lo personal y nos atacan solo pueden tener como respuesta el debate de ideas.
Debemos
ser conscientes de nuestros problemas y debilidades, que debemos resolver en
debate abierto, claro y sereno, con la máxima participación del conjunto de la
militancia, para la recuperación del objetivo inicial con el que se fundó Izquierda
Unida: el de ser una formación de nuevo tipo, con nuevos métodos, que supere la
forma de partido clásico y se configure como un movimiento político y social,
organizado en torno a la elaboración colectiva de un programa común. Sobran,
por tanto, la mayoría de las estructuras, la mayoría de los "aparatos
internos". Falta la organización real, la de las asambleas locales y
sectoriales, la de las áreas de elaboración y acción política, es decir
necesitamos reinventarnos para ser un actor importante, que no único, en la
transformación social de izquierdas.
Tenemos
algo muy valioso, nuestra militancia y un discurso elaborado, nos hace falta
más y mejor organización, porque nunca vamos a poder competir con los medios de
comunicación. Pero si nosotros mejoramos en organización, ésta será nuestro
mejor medio de comunicación, lo que no quiere decir despreciar, ni mucho menos
abandonar, nuestra relación con los medios de masas. Más organización no
significa fundamentalmente más militantes, sino, sobre todo, que cada militante
juegue un papel en la acción social y política y para ello tiene que haber un
equipo de organización diferenciado del político que se encargue de conseguir
que cada organización y cada militante tenga una tarea política concreta, en
los movimientos sociales, en el sindicalismo, en las organizaciones juveniles,
en las redes sociales, etc. Esta es la tarea del aparato organizativo y para
ello debe tener medios y prioridades.
Desde
estos planteamientos se deben abordar las siguientes tareas:
•
Implicarnos a tope en las elecciones autonómicas y municipales.
•Situar
la defensa del modelo federal en Cataluña en el marco del proceso
constituyente, sabiendo generar aliados tanto en Cataluña y en el resto del
Estado en función de este eje político.
•
Activar la Red de sindicalistas para que generen un debate de cómo afrontar la
participación sociopolítica de quienes combaten sobre el terreno las
consecuencias de la crisis, trabajando en la regeneración del sindicalismo de
clase, especialmente desde la base y desde los sectores con conflictos
laborales.
•
Recuperar el discurso de Ruptura Democrática y Social, frente al de Cambio
Político, para ello es necesario volcarnos en este abril Republicano como
trampolín para activar la Alternativa Constituyente.
•
Concretar nuestro trabajo en las Marchas de cara a octubre, en el marco de que
se superen sectarismos excluyentes y sean una oportunidad para avanzar en el
desarrollo del Bloque Social. Para ello deben tener protagonismo quienes pueden
ser parte de ese bloque. De esta manera la RSP, la JER, el MDM, la Red de
sindicalistas deben tener un papel protagonista en la movilización de otoño y
tratar de situar la Jornada de Lucha Cívica como plasmación práctica de ese
bloque.
•
Organizar un acto o reunión amplia de cuadros por federación en torno a la
entrega de carnets desde el mes de abril a junio para explicar esta política.
•
Impulsar, y en su caso organizar, el encuentro en torno a una propuesta básica
o programa de mínimos con colectivos sociales, sindicales y políticos que sea
un marco de trabajo colectivo, que solucione los problemas más inmediatos, en
el que la mayoría social participe y se implique.
Por
último, la candidatura de Alberto Garzón
a la presidencia del Gobierno de España, y el discurso político que se
construye en torno a la defensa de un Nuevo Proyecto de País, tiene que crear
un polo de ilusión en nuestra organización y acompañar la construcción de una
Alternativa Constituyente en el horizonte de las elecciones generales del 2015,
alternativa que sea la cristalización del nuevo proyecto de país y que
acompañará los procesos de convergencia electoral municipal y autonómico. Para
ello planteamos avanzar en el trabajo conjunto con las formaciones políticas y
sociales que compartan esta voluntad constituyente.
Estos
son elementos para el debate, desde el que debemos articular una posición
federal, que nos referencie a toda la militancia del Partido en el trabajo
social, político e institucional, para ello en las próximas semanas vamos a
configurar una posición colectiva, en la mejor tradición del Partido. De que
seamos capaces de conseguir este objetivo dependerá en gran medida el futuro de
nuestro papel en este momento de la lucha de clases, en el objetivo de inclinar
la balanza en favor de la mayoría social trabajadora.
Publicado en el Nº 283
de la edición impresa de Mundo Obrero abril 2015
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