En
esta semana henos tenido una desagradable noticia, todos/as aquellos que
consideran la necesidad de en esta larga crisis-estafa se haga presente en
nuestro país un sindicalismo de clase, combativo, plural y democrático que
supere la parálisis de tantos años de estrategias de pasividad social y de “pactismo”
burocrático sin objetivos que refuercen el papel contractual de las clases
trabajadoras, han destituido de la dirección estatal de la Federación de Servicios de CCOO al
sindicalista y camarada Manolo García Morales “Teniente”.
Como
nos cuenta el propio Manolo en uno de sus correos ha recibido la solidaridad de
ese sindicalismo de base que lucha y es golpeado por la patronal y a veces por
las propias cúpulas de sus sindicatos, ya que ese sindicalismo pegado al
terreno, a las asambleas de trabajadores/as, que se confrontan diariamente con
las patronales y las medidas de gubernamentales, son una afiliación crítica e
incomoda. Así se han solidarizado con nuestro Manolo “Teniente”, los compañeros
del sindicato de Canarias que fueron excluidos de su Congreso y que son el “motivo”
que justifica esta deplorable acción disciplinaria; sindicalistas de Mercadona que no pudieron presentarse por CCOO
porque la dirección sindical pactó la lista de candidatos/as con la empresa; o
los/las compañeros/as de Alcampo que tampoco pudieron presentarse por su
sindicato porque la dirección sindical prefirió no tener lista a tener que
avalar a dirigentes sindicales que les son incómodos; los/las sindicalistas de
las TIC a quienes les han hurtado representatividad, etc.
Como
señala acertadamente nuestro camarada Manu Pineda: “Manolo García, Teniente, estuvo en las cárceles franquistas
pagando por su compromiso con la clase obrera y con la lucha antifranquista. Es
un dirigente sindical que fue expulsado de su sindicato y el mío, CCOO, y tuvo
que ser readmitido como afiliado por una decisión de la audiencia nacional. Su
compromiso y coherencia lo han llevado a estar siempre en el lado correcto de
la historia y eso nunca es gratuito: de nuevo ha sido represaliado por una
cúpula sindical cada vez más burocratizada y alejada de los centros de trabajo
y que está llevando a las organizaciones obreras a un nivel de desprestigio
realmente preocupante”.
Desde
Comunistas de Málaga, queremos manifestar nuestra más profunda solidaridad con
nuestro camarada Manolo represaliado por defender con honestidad y grandeza el
sindicalismo de clase de las CCOO de Marcelino Camacho y que su partido,
nuestro PCE siempre defendió, defiende y defenderá. Hoy más necesario que nunca
y sindicalistas e internacionalistas como tú Manolo, también.
A
continuación publicamos el alegato “Yo
confieso” publicado por nuestro querido camarada:
YO
CONFIESO
Ayer
lunes por la mañana en torno a las 10:30 horas, después de una conversación que
duró menos de 10 minutos, el Secretario General de la Federación Estatal de
Servicios de CCOO, con la frase lapidaria “recoge tus cosas, te marchas y no
aparezcas por aquí hasta que haya otra Dirección Federal” me destituyó del
cargo de “adjunto a la Secretaría de Relaciones Institucionales de la ejecutiva
Estatal”.
Esta
decisión que rompe el acuerdo político de colaboración, por el cual el sector
crítico aceptamos ir en una lista unitaria al Congreso Estatal de fusión de
FECOHT con COMFIA, tiene evidentemente un culpable, que soy yo; y por tanto
estoy dispuesto a enumerar mis culpas:
Primero:
Confieso que a la semana siguiente de que la mayoría de delegados y delegadas
convocadas decidieran celebrar el Congreso de Fusión de FECOHT y COMFIA de
Canarias, a pesar de que el Secretario General y el de Organización decidieran
suspenderlo (el 12 de septiembre de 2014), registré las actas de dicho
Congreso, donde iba adjunta toda la documentación de las Asambleas previas
celebradas, en la oficina de organización de la sede de la Federación en
Cristino Martos.
Segundo:
Confieso que además, escribí una comunicación a una serie de compañeros y
compañeras del ámbito estatal donde remitía la versión oficial de la anulación
del congreso y la versión de la mayoría de delegados y delegadas canarias que
habían decidido celebrarlo, no reconociendo legalidad a dicha suspensión. A
pesar de que no me pronuncié dando mi opinión, si señalé que la versión más
creíble de los hechos era la de quienes habían decidido cumplir el mandato
acordado de celebrar el Congreso.
Tercero:
Confieso que aunque a partir de ahí no volví a pronunciarme en público sobre el
conflicto, en mi fuero interno pensaba que era una barbaridad que se pusiera en
cuestión la validez de las actas dos días antes del congreso, el 9 de
septiembre, cuando esas actas habían sido válidas para que los delegados y
delegadas de Canarias asistieran en Madrid, al congreso de fusión estatal que
se celebró el anterior 15 de julio. Igualmente, que en todo caso, las actas se
podían haber revisado, ya que como el propio Secretario General me reconoció en
la conversación precedente a la expulsión, éstas las habían tenido a su
disposición a las 11 de la mañana del día del Congreso. Estos pensamientos míos
no los publicité, pero acepto que los tuve.
Cuarto:
Confieso además que mi simpatía está con la mayoría de los delegados y
delegadas de Canarias, gente que están en sus centros de trabajo, enfrentando
día a día la lucha contra las políticas empresariales, tratando de organizar a
trabajadores y trabajadoras de sus sectores productivos, realizando
movilizaciones permanentemente, ofreciendo buenos resultados de afiliación y de
elecciones sindicales, y cuya motivación son sus ideales y su militancia
voluntaria, ya que la compensación económica que tienen es su sueldo de
convenio, que como sabemos, en los sectores de comercio y hostelería son
bastante bajos. Tampoco esta simpatía la había publicitado, pero sí, lo pensaba
en mi fuero interno.
Quinto:
Confieso que cuando me enteré que el juicio de demanda de tutela sindical
interpuesto contra la Federación Estatal por la representación de la mayoría
que había celebrado el Congreso, había sido aplazado hasta el 25 de febrero,
sentí la necesidad de asistir a dicho juicio, ver como se desarrollaba y darle
de esa manera algún tipo de aliento a los compañeros y compañeras que además de
que les habían hurtado el derecho democrático a celebrar su congreso, estaban
siendo objeto de represión, con cinco expedientes abiertos de expulsión sobre
las personas mas significadas en la Dirección Sindical de Canarias.
Sexto:
Confieso que no pedí permiso al Secretario General, pero al contrario de lo que
él dice, si comuniqué al Secretario de Organización el día 24 de febrero, que
el día 25 iba a viajar a Canarias para asistir al juicio; este me respondió que
le parecía perfecto que asistiera al juicio. Lamentablemente, el también
participó del pecado al no tener en cuenta la necesaria dispensa del Secretario
General para tal acto.
Séptimo:
Confieso que una vez estando en Las Palmas, el día del juicio, ante el
requerimiento de sí podía entrar a testificar sobre que yo efectivamente había
registrado las actas del Congreso, dije que sí, ya que no aceptaba que la
Dirección federal siguiera negando que las actas estaban entregadas.
Octavo:
Confieso que en mi conversación con el Secretario General, efectivamente le
dije que había hecho trampas en el proceso congresual de Canarias, y aunque no
es verdad que dijera que me falta confianza en la mayoría de la Dirección
actual de la Federación de Servicios, si es verdad que también lo pienso en mi
intimidad.
Noveno:
Confieso que como ha señalado el Secretario General, fui contrario al proceso
de fusión de FECOHT y COMFIA, y lo que es más grave, sigo pensando que ha sido
un craso error que vamos a pagar en términos de eficiencia sindical y de
defensa efectiva de los intereses de la clase obrera del comercio y la
hostelería. Aunque también es verdad que sé que no hay vuelta atrás y que hay
que avanzar con la organización que tenemos; por eso llegamos a un acuerdo de
lista unitaria e intentamos realizar una actividad sindical, aunque hasta el
día de hoy no se nos haya facilitado mucho su desarrollo, sufriendo cierta
marginación. Sí, confieso mi pecado original de “antifusionista”, pero ello no
tiene nada que ver en absoluto con mi apoyo a los derechos democráticos a
celebrar el Congreso de fusión de Canarias según se había acordado
normativamente.
Décimo:
Confieso, aunque tampoco esto se lo dije al Secretario General, pero
efectivamente, él que todo lo ve, adivinó mi pensamiento, que ni la Dirección
Federal estatal ni la Dirección Confederal, quieren celebrar un congreso con
garantías democráticas, sino que quieren celebrar un congreso donde ganen los
de su cuerda. El proceso de suspender un congreso, sancionar a los dirigentes
sindicales que querían hacerlo y, además, forzar la caída de la dirección
territorial de Canarias, que también había decidido protestar por la suspensión
del congreso de la federación más importante de su territorio, es
desgraciadamente una práctica que se ha usado frecuentemente para hacer valer
los criterios y los intereses del aparato burocrático de CCOO, y que tomó carta
de naturaleza hace ya cerca de 20 años, cuando se decidió expulsar de la
presidencia de CCOO a Marcelino Camacho para “modernizar” el sindicato y
convertir éste en un instrumento “de negociación y no de confrontación”.
Undécimo:
Confieso que mi destitución es acertada si se considera que las faltas
cometidas son incompatibles con una organización democrática y plural, y que el
“Código de buenos hábitos”, que se somete mañana a debate en el Consejo
Confederal, estima como una virtud asentada en el sindicato, la integración de
las minorías en los órganos y en la actividad de la dirección sindical. Pero
también es verdad que significa romper el acuerdo político de integración que
hicimos en el Congreso de Fusión Estatal del mes de julio, en el que cedimos en
muchas cosas en pro de la unidad.
La
decisión disciplinaria adoptada, unilateral e individualmente por el Secretario
General, es además una medida inútil ya que con mi destitución me impiden acceder
a un ordenador, a una mesa y a una silla de las oficinas de la Federación
Estatal pero no pierdo sobresueldos, no pierdo dietas, no pierdo gastos de
viajes, (eso en una federación donde se dan complementos salariales a personas
que cobran sueldos millonarios, por ejemplo el propio Secretario General, según
confesó él mismo en el programa televisivo de El Intermedio y, pasmosamente, en
nuestra conversación me alegó que los disidentes de Canarias ponían en riesgo
reputacional a la Federación). Yo cobro el sueldo del convenio de hostelería de
Málaga como oficial de mantenimiento; y a pesar de que estoy desplazado en
Madrid, no me han pagado, desde el 15 de julio, fecha en que comenzó su
andadura la nueva Federación de Servicios, no ya una comida, o un viaje a
Málaga, o un mes de alquiler, sino ni siquiera un billete para el metro. Por
otra parte, lo que no pueden impedir con mi destitución, es que siga militando
apoyando a mis compañeros y compañeras que defienden las ideas del Sector
Crítico de CCOO y defendiendo a todos los compañeros y compañeras de CCOO, sean
de la tendencia que sean, que defienden cosas justas y cumplen con su
responsabilidad de estar todo el día al cabo de la calle insertados en la lucha
cotidiana contra el capital y el estado. No me siento por tanto destituido de
mi militancia, esa la decido yo, ni siquiera de mi condición de dirigente, en
la medida que represento a algunos compañeros y compañeras más allá de que
tenga título o no lo tenga. Desde esta responsabilidad seguiré luchando para
que, algún día, la libertad y la democracia sean lo cotidiano y lo normal y que
la disidencia no se considere una culpa que haya que confesar.
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