José Luis Centella Gómez, Secretario General del PCE
Es justo felicitar a toda la militancia del PCE que estos días ha estado volcado en la exigencia de que se dé al pueblo el derecho a decidir la forma en la que se organiza el Estado. Ha salido a la luz lo mejor de nuestra historia. Estoy convencido de que Dolores, Pepe Díaz y tantos otros camaradas estarían orgullosos de ver ondear la tricolor en las calles. Hemos sabido sintonizar con una demanda cada vez más amplia.
Han sido días de explosión popular, pero ahora toca seguir el debate de las ideas, se trata de confrontar dialécticamente con quienes tratan de acallarnos, quienes temen que el pueblo pueda votar entre República y Monarquía, por eso son importantes que las manifestaciones y los cánticos se acompañen de argumentos.
Para empezar, señalar que estamos escuchando estos días unas defensas del sistema monárquico que hablan de que representa la estabilidad y el progreso, pero la realidad es que en estos momentos la Monarquía expresa, no sólo simbólicamente, sino prácticamente, el poder de las oligarquías financieras y empresariales. La monarquía encabeza a esas 1.400 familias que dominan el 80%del PIB, y bajo cuya hegemonía se han dado retrocesos en derechos políticos, sociales, laborales, económicos, medioambientales, dejando en papel mojado los derechos más importantes impuestos en su día en la Constitución Española.
Hegemonía que se expresa bajo la forma del Bipartidismo PP-PSOE, y la inestimable ayuda de la derecha Nacionalista PNV-CIU. Está además garantizada con una ley electoral tramposa, a la vez que la opacidad, con la que actúa la casa real en el manejo de las cuentas públicas. Y el castigo con penas de cárcel a las críticas a la corona refuerzan su déficit democrático.
La actual crisis económica capitalista, las contradicciones acumuladas por el proceso autonómico y la pintoresca cuestión de la ley sucesoria, la corrupción económica y del sistema jurídico, y la creciente desigualdad social son elementos claves desde los que cuestionamos la forma de Estado Monárquico.
Desde este cuestionamiento, se trata de avanzar hacia la III República, teniendo claro que si este avance no se produce impulsado por la lucha social, por la elevación de la conciencia crítica y por un sentido histórico de la necesidad de un cambio social profundo, será un simple cambio de formas de gobierno, pero no de la forma de entender la democracia.
Porque la alternativa republicana tiene que ser capaz de ganarse la confianza de la mayoría social trabajadora de que es la que mejor puede dar respuesta a la necesidad de una verdadera regeneración democrática a los agotamientos del actual modelo salido de la llamada Transición.
Porque nuestro proyecto es hablar de “más democracia”, en su más amplio sentido, fundamentada en los inequívocos valores de Justicia, Libertad, Igualdad y Fraternidad. La alternativa hay que situarla por tanto en torno a dos ideas centrales: la necesidad de una profunda Regeneración democrática basada en los valores republicanos, y la de un cambio en el Modelo económico cuyo fundamento no puede ser otro que el de estar al servicio del desarrollo integral del ser humano.
Estos valores representan lo mejor de la tradición de los movimientos históricos más avanzados e ilustrados del pensamiento, con la República como una concepción del Estado caracterizada por unos principios, contenidos y un funcionamiento institucional con una clara vinculación con la base social de la cual emana.
La República representa por tanto un modelo de sociedad integrador y moralmente superior al de la monarquía al preservar la dignidad del ciudadano (que no súbdito ni simple consumidor) frente a un monarca o a cualquier otro poder establecido.
La República es el sistema quemejor conviene a los intereses de la mayoría al ofrecer un marco más idóneo donde poder exigir, consolidar y defender los Derechos Humanos para una sociedad más democrática, igual, justa, libre y solidaria.
Tenemos argumentos. Tenemos cada vez más apoyo social. Ahora se trata de ser capaces de configurar un gran Polo Constituyente que reclame, para empezar, el derecho de la ciudadanía para decidir sobre la forma de Estado, que ponga en evidencia cómo la defensa de la Monarquía representa la defensa de privilegios sociales y económicos. La República puede abrir un tiempo de liberación social, cultural y de salida social de la crisis, esta es la tarea a la que convocamos a todos el Partido, convencidos de que más pronto que tarde veremos la bandera tricolor ondear en los centros oficiales de todo el Estado.
Publicado en el Nº 273 de la edición impresa de Mundo Obrero junio 2014
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