Salimos de Salobreña hacia Castell de Ferro sobre las 8:15 horas, la columna se ha reducido hoy a unas 165 personas, entre las cuales hay 85 mujeres y 75 hombres. La zona de Motril la pasamos en autobús y nos dejan en Torrenueva, un pequeño municipio que era pedanía de Motril y consiguió su independencia en 2018. En Torrenueva, recorremos un sendero pegado a los acantilados de la zona, atravesando un puente colgante que ha construido el nuevo ayuntamiento. El sendero es precioso y al final de ella y antes de girar a la izquierda para coger la carretera, hay, bajando una larga escalera por el acantilado una preciosa playa nudista.
El territorio, entre Motril y Castell de Ferro, donde nos alojamos esta noche, fue una zona de disputa durante unos días, después del paso de la Desbandá. Mussolini había prometido que tomaría Málaga y Almería en una semana; llegaron a tomar Castell de Ferro, prácticamente otro pueblo vacío que se sumó a la Desbandá, pero de allí no pasaron. La XIII Brigada Internacional con los batallones Tchapaiev y Henri Viullemin, frenaron la ofensiva fascista italiana y los hicieron retroceder nuevamente hasta Motril. De hecho, podrían haber tomado Motril si no hubieran sido requeridos para frenar el avance fascista en las cumbres de Sierra Nevada que amenazaba con envolver Almería (y amenazando a Murcia) bajando por la Sierra; también allí se establecería un frente permanente con los fascistas controlando el pico del Veleta y los republicanos el Mulhacen. Mussolini, que se había jactado ante el mundo sobre como su ejército había tomado Málaga, sufrió una estrepitosa derrota, un mes después en la batalla de Guadalajara, (8-23 de marzo) cuando se enfrentó a un ejército de la república más organizado y mejor armado, prácticamente, 5 tanques soviéticos, acabaron con toda la división acorazada italiana. La gente de Castell pudo volver a sus casas que habían sido saqueadas en su mayoría.
Previamente a la toma de Motril, el 9 de febrero de 1937, una columna de soldados al mando del comandante de carabineros Federico Angulo Vázquez, llegó procedente de Valencia al mando de un convoy de 27 camiones. Su misión era llegar a Málaga y trasladar 80 toneladas de plata de la sucursal del Banco de España en la capital.
Al igual que Norman Bethune, que también se dirigió a Málaga y nunca llegó, al encontrarse a la Desbandá por el camino, el comandante Angulo se topó con la huida desde Málaga, describiéndola de la siguiente forma:“El espectáculo de la carretera desde Almería hasta Adra es algo que no encuentro palabras con que explicarlo,…cerca de 200.000 personas… a pie, es algo que no tiene precedentes en la historia. Hombres muertos por la carretera del frío, hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies enormemente desfigurados y llenos de llagas, caras famélicas”.
Angulo se puso a las órdenes de las autoridades que en ese momento estaban en Motril, Cayetano Bolívar y el coronel Villalba, Jefe del Ejército del Sur, el que había abandonado Málaga apresuradamente, e inmediatamente lo nombraron comandante militar de Motril. El ministro Julián Zugazagoitia, recoge en sus memorias que Villalba le dijo a Federico Angulo: “No sirvo, véame usted, no sirvo. Estoy derrumbado. Encárguese usted de organizar esta derrota y de ver dónde rehace la línea si puede recuperar a los hombres”.
Angulo Destinó todos los camiones que disponía para transportar a las personas refugiadas que huían y en la mañana del 10 de febrero hizo frente al enemigo con los escasos efectivos de que disponía. Contuvo, junto a un puñado de hombres y mujeres, a la potente columna italiana al mando del coronel Guassardo, en el cauce del río Guadalfeo durante unas horas de aquella mañana, que fueron preciosas para poner a salvo a la población refugiada que huía desde Motril.
Angulo fue el último mando que abandonó la ciudad, volando el polvorín situado en las naves de la azucarera “La Fabriquilla” y cediendo su vehículo personal para el transporte de los refugiados. Fue detenido luchando en Santander el 25 de agosto de 1937. Tras su detención fue juzgado y condenado a muerte. El declaró: “Os he combatido, y devuelto a la libertad, os volvería a combatir. Soy socialista y mi vida, militar o civil, sólo tiene un sentido: venceros”.
Antes de llegar a Calahonda, hacemos parada de Memoria Histórica en el fuerte de Carchuna. Una vez establecido el frente de manera permanente entre Calahonda y Castell de Ferro, este fuerte defensivo, de tiempos de Carlos III, se dedicó a prisión. En ella encerraron a unos 300 prisioneros asturianos, trasladados expresamente para trabajar en la construcción de caminos y de un aeródromo. De la prisión se escaparon tres tenientes que consiguieron llegar hasta las filas republicanas, mandadas casualmente por un asturiano que conocía a sus paisanos, por lo que no dudó en el relato de que a pocos km de allí estaban prisioneros 300 asturianos usados para trabajos forzosos. En pocos días se organizó un comando nocturno, que por mar y con dos embarcaciones, después de un intento fallido que fracasó por desorientación, consiguieron tomar el fuerte, liberar a los prisioneros y atravesar, desde atrás las líneas franquistas, restableciendo el contacto con las líneas republicanas. Uno de estos presos que consiguió huir, le contó muchas veces a un amigo de su hijo el relato de la fuga del fuerte. Este chico se llama Hipólito Zapico, y actualmente es el concejal del PSOE del Ayuntamiento de Mijas que recibió a nuestra marcha, en la etapa previa a la marcha que hicimos por la Sierra de Mijas.
Con una Desbandá dedicada a las mujeres, tenemos que destacar, después de que la marcha por Calahonda, a Gerda Taro, la famosa fotógrafa que trabajó con Cappa (el cual se adjudicó parte del trabajo de ella) y a su miliciana de Calahonda. Gerda hizo una foto maravillosa de una miliciana a caballo. Su porte erguido y orgulloso da otra imagen distinta a las madres que vienen huyendo en la Desbandá, estas son mujeres abnegadas y a la vez aterrorizadas defendiendo la vida de sus hijos e hijas con la huida. La otra, es una mujer que parece no tener obligaciones familiares y por tanto, es tan capaz como cualquier hombre de defender a la República. Gerda, que retrató a muchas milicianas, murió desgraciadamente, varios meses después, el 25 de julio en la batalla de Brunete, fruto de un desgraciado accidente al ser atropellada por un tanque republicano. Tenía 26 años, era judía alemana y había venido a ayudar a la República huyendo de los nazis de Hitler.
Desde Calahonda, nos dividimos en dos grupos. Uno, más pequeño toma el autobús hasta Castell de Ferro, el otro subimos a la Sierra, para llegar a Castell desde arriba. Se trata, de dar una pequeña charla, en la visita a las trincheras que se conservan en la sierra, las franquistas en la línea de subida de Calahonda y las republicanas más cerca de Castell. La subida es dura, y el trayecto con muchas subidas y bajadas también.
Finalmente, en Castell, culminamos el día, con la proyección de la Película “Las Cartas Perdidas”, con debate posterior con su directora Amparo Climent y su productora Pilar Sancho. La película son cartas de mujeres en distintos periodos dela República y de la Guerra, del exilio y de la muerte. Escritas con el corazón y la pasión y narradas magistralmente por distintas actrices españolas, es una maravilla que emociona y hace llorar a la mayoría.
Mañana salimos, con 22 km por delante, hacia la Rábita.
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