Antonio Romero
Presidente
de Honor del PCA
Manolo
García Morales, “El Teniente”, recibe hoy (30 de abril) este reconocimiento por
su entrega, y dedicación de toda una vida a la lucha de los trabajadores y por
la paz entre los pueblos del mundo.
Cuenta
Manuel con 64 años, su familia tiene sus raíces en Arenas pequeño y bellísimo
pueblo de la Axarquía Malagueña, donde las viñas, la uva y el vino, eran rojos
como las manos de los que la trabajaban. Su abuelo fue fusilado por el
franquismo y la familia se quedó en Málaga donde habían fijado su residencia
para estar cerca de un ser querido.
Manolo
conocería también la desgracia cuando pierde a su madre con solo nueve años de
edad, su madre, una mujer de la Trinidad, barrio malagueño que junto al Perchel
del que se decía en la República que hasta las chinas de las calles empedradas
eran rojas. No pudo vencer al cáncer, y Manuel afrontaría sin el apoyo de ese
puntal que supone una madre, el combate contra la dictadura, contra el régimen,
por los derechos de los trabajadores y por un sindicalismo combativo y de
clase.
La
primera vez que es detenido Manolo, lo es por “leer”, la dictadura prohibía
leer, viene a cuento el discurso pronunciado por nuestro poeta más universal
Federico García Lorca, con motivo de la inauguración de la biblioteca de su
pueblo natal Fuente Vaqueros (Granada) que decía así:
No sólo de pan vive el
hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un
pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente
a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las
reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está
que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos
los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas
al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible
organización social.
Yo tengo mucha más
lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque
un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas
frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una
terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita, ¿y
dónde están esos libros?
¡Libros!, libros! He
aquí una palabra mágica que equivale a decir: “amor, amor”, y que debían los
pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.
Cuando
el insigne escritor ruso, Fiódor Dostoyevski, padre de la Revolución rusa mucho
más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro
paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro en
carta a su lejana familia, sólo decía: “¡Enviadme
libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”. Tenía frío y no
pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua, pedía libros, es decir
horizontes, es decir escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del
corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre,
sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda
la vida.
Sería
detenido muchas veces, Manolo, estaría en la cárcel de Granada, también en
Madrid, en Carabanchel, conoció a Marcelino Camacho, Eduardo Saborido, Nicolás
Sartorius del Proceso 1001, llegaron en aquellos días sindicalistas del campo y
los estudiantes que estaban en la cárcel planteaban huelgas de hambre y los
jornaleros le decían, Huelga de hambre no, que venimos de pasar mucha hambre,
se puede secuestrar a un funcionario, incendiar la cárcel, pero huelga de
hambre, no. O en los debates de la sexta galería donde un redicho profesor
afirmaba a cada momento, y porque digo esto, y porque digo esto y continuaba
hablando y le decía un albañil de Vallecas, porque te sale de los cojones.
También
viene a cuento la anécdota de una visita de Josefina a Marcelino y de Luz María
a Acosta en la cárcel de Carabanchel, Marcelino se percata que Luz María le ha
entregado una revista a Paco Acosta y este la ha guardado bajo la camisa.
Marcelino le pide que le entregue la revista pensando que era Nuestra Bandera,
la revista del PCE, y la necesitaba para su informe, pues él era el secretario
del Partido en la cárcel. Tras su insistencia se la entrega y descubre que se
trata de una revista porno y no de una revista del Partido. Marcelino quería
que el partido le abriera un expediente a Paco Acosta para el todo lo que no
fuera la lucha pura y dura, era distraer los esfuerzos del personal. Manolo
durante su tiempo en prisión maduraría más política y personalmente y
afianzaría sus ideas marxistas y comunistas, para él figuras como la de
Marcelino era la mejor expresión de la clase obrera española.
Manolo
milito en Bandera Roja, en los Comités Obreros y contribuyó decisivamente a
articular las Comisiones Obreras de Andalucía organizando la Federación de
Hostelería de Andalucía y más tarde la Federación de Hostelería y Comercio. Fue
despedido y en la lucha de varios años por ganar en los tribunales laborales su
puesto de trabajo se subió en una grúa, hizo huelgas de hambre y un
sindicalismo combativo y de clase.
Manolo
ha estado en Irak, defendiendo como escudo humano a la gente que acudía a la Embajada
de España, que había sido abandonada sirviendo a la política de Aznar que
estuvo en la foto de las Azores de esta guerra, inmoral e injusta, destrozando
uno de los países que más ha aportado a la civilización de la humanidad.
Ha
estado también en Palestina, en Siria, en el Kurdistán, en lugares de gran
peligro. Cuando presentaron a José María
el Tempranillo para entregarle el indulto un general de Fernando VII dijo “He aquí un hombre valiente”, y José
María Tempranillo contesto “yo no soy un
hombre valiente, solo soy un hombre que no se aturde” esta palabra define
bien al compañero Manolo.
Él
es un malagueño clásico, por su habla por su cultura de pueblo trabajador
malagueño, es internacionalista como todo buen marxista, como todo buen
comunista, y concibe el sindicalismo como lo definió siempre Lenin, como la
lucha de los trabajadores por la emancipación y la transformación de la
sociedad capitalista.
Tiene
Manuel dos hijos estupendos Manolito y Pepita, es amante de la lectura, del
teatro, de la cultura, conduce de una manera extraña, su coche como el coche
fantástico llega a Sevilla solo, es un milagro que invadiendo carriles
periódicamente no haya tenido ninguna colisión.
A
Manuel le llaman el “Teniente”, porque tiene sordera desde joven, por eso hoy
gritamos fuerte en la Bahía de Málaga, en los catorce kilómetros de litoral que
nacen aquí en la desembocadura del Guadalhorce y terminan en las cuevas de El
Palo, aquí nace la luz de Málaga, la luz que Picasso llevaría a sus lienzos, a
sus cuadros. Pablo Ruiz Picasso, dijera “ingresé
en el partido comunista como aquel que va a la fuente a beber agua fresca”.
Manuel
tiene un flequillo desafiante, pelín chulo, y que le traslada a una especie de
juventud cuando ya reúne la cotización necesaria para la jubilación, pero él es
muy moderno, y de su éxito con las mujeres no vamos a hablar esta noche porque
eso requiere un tratado o una novela por entregas como los culebrones latinoamericanos,
así es que Manolo recibe el abrazo de las y los comunistas de Málaga, para
todos nosotros y todas nosotras es un verdadero honor que nos cuentes entre tus
amigos.
Antonio
Romero Ruiz.
Presidente
de Honor del PCA.
Ex
parlamentario de IU.
Coordinador
de la Red de municipios y cargos públicos por la Tercera República.
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