En febrero de 1.937, relatando la huida masiva de la población civil desde Málaga hacia Almería ante el avance de las tropas fascistas, el diario británico “The Manchester Guardian” relató lo sucedido de la siguiente manera:
“La evacuación de Málaga… iba a asumir el carácter de un cataclismo humano desconocido en la historia de Europa. Pronto se convirtió en una sangrienta realidad. El camino se tornó un infierno bombardeado por los barcos fascistas españoles y los aviones alemanes e italianos... Pronto el camino quedó cubierto de muerte”.
A pesar de los testimonios públicos escritos, de los miles de testimonios orales, de los testimonios gráficos, los dirigentes franquistas y sus herederos han ocultado celosamente, y siguen negando en la actualidad, el crimen de guerra perpetrado contra una masa civil aterrorizada que en número aproximado de 300.000 personas huyeron de “los moros” de Franco que venían violando a mujeres, robando y asesinando.
En febrero de este año no pudimos hacer la marcha anual desde Málaga a Almería que organiza la Asociación de La Desbandá debido a limitación de movilidad impuesta por la lucha colectiva contra la pandemia del COVID. Pero en ese momento hicimos una marcha virtual y ahora que es posible en junio, hacemos la “Desbandá chiquita” tres jornadas de marcha, la primera con salida desde Málaga ayer día 11 de junio, el sábado la segunda con trayecto entre Motril y Salobreña y la tercera el domingo con la llegada a Almería. Y la hacemos y volveremos a hacer en febrero de 2.022, porque siguen negando el crimen, porque siguen negando la magnitud del éxodo, porque siguen negando la represión posterior, porque sobre todo no quieren recordar que dieron un golpe de estado con el apoyo del fascismo internacional de Italia y Alemania para reponer los intereses de caciques, aristocracia, clérigos y burguesía con la protección de la corrupta monarquía de los Borbones, intereses amenazados por la República democrática española, y para ello no dudaron en arrasar a sangre y fuego toda España.
Hace 84 años, el 7 de febrero de 1937, unas 250.000 personas salieron huyendo masivamente y despavoridas de Málaga por la carretera costera que une Málaga con Almería. Al grueso de habitantes de la capital malagueña que tenía cerca de 200.000 se le unieron unas 90.000 personas que venían huyendo del este de Cádiz, de la sierra sur de Sevilla y Córdoba y de los pueblos occidentales de Málaga; todavía, unas 50.000 personas que llegaron a Vélez desde el sur de Granada y los propios pueblos del este de Málaga y de la Costa Granadina hasta Castell de Ferro, se sumaron a la huida, por lo que la cifra de 300.000 personas huyendo, sumando diferentes tramos del trayecto es contemplada como la más probable así como la muerte de unas 10.000 personas ametralladas en su huida por el fuego de aviones y barcos de guerra bajo el mando franquista; unas 100.000 consiguieron llegar a Almería y desparramarse por toda la costa mediterránea hasta Cataluña, miles de ellas acabarían en Francia.
La defensa de Málaga se basaba en unos 12.000 hombres mal organizados y armados con unos 8.000 fusiles, sin ninguna artillería, que en su mayoría no eran soldados sino campesinos y milicianos voluntarios. Los fascistas atacaban con un ejército de unos 20.000 soldados bien instruidos y armados, 10.000 regulares de las tropas coloniales de Marruecos, “los moros” y unos 10.000 italianos del Corpo Truppe Volontaire de Mussolini que venían con tanquetas, artillería, y una abrumadora superioridad aérea y marítima. La población civil huyó presa de pánico porque tenían noticias del salvajismo y la barbarie con la que se comportaban las tropas fascistas con el territorio que iba ocupando, cosa que el General Queipo de Llanos, al frente del operativo desde Sevilla, procuraba amplificar a través de la radio, prometiendo el asesinato de los hombres y la violación de las mujeres del bando rojo.
Como cuentan muy bien Lucía Prieto y Encarnación Barranquero en su libro, “Población y Guerra Civil en Málaga” las primeras personas refugiadas que llegaron, fueron acogidas en casas particulares de personas de izquierdas dispuestas a ayudar y compartir con quienes huían del fascismo. Pronto no quedó sitio y se ocuparon toda clase de albergues, sitios como los sótanos de la fábrica de Tabacalera, después todos los conventos, y finalmente, todas las iglesias, incluyendo la Catedral, que acogieron a decenas de miles de personas; tamaña acumulación de población desbordó las posibilidades de acogida y las condiciones de vida, durante meses, se tornó inhumana. La falta de comida, de agua, de aseo, desencadenó numerosas epidemias que se cebaron sobre las personas más débiles, las recién nacidas y de corta edad. Hay cifras que se pueden discutir, pero estas no, ya que están documentados 1.190 fallecimientos solo de niños y niñas entre julio de 1936 y febrero de 1937. Bronconeumonía, gastroenteritis, sarampión, difteria, tifus, tuberculosis, raquitismo,…, provocadas por las condiciones insalubres, el hacinamiento, el desbordamiento de hospitales,…, 1.190 niños y niñas que hay que cargar en el haber del golpe de estado y de la barbarie fascista y esto antes de comenzar el éxodo de la Desbandá.
Cuando ocuparon Málaga, los portavoces del fascismo dieron muestras de sus sentimientos de “piedad cristiana”; el ABC de Sevilla en su edición del 11 de febrero decía
“…allí han muerto los proletarios de viruela negra, del tifus, de lo que sea, como si el cielo les hubiese enviado el castigo que se merecían por sus profanaciones y sacrilegios…” Luis Bolín, miembro de la burguesía malagueña, que también había sido corresponsal de ABC, escribió el 8 de Febrero, al visitar la Catedral y cuando la mayoría de la población huía hacia Almería:
“…El espacio interior estaba ocupado en su casi totalidad, por una horda repugnante hacinada en la mugre y la porquería, con las capillas laterales infectadas y los míseros petates tirados por el suelo. Un niño muerto yacía al pie de una columna; un hedor insoportable –el clásico olor a rojo- se extendía por las naves…”.
La marcha por Málaga, como sucede habitualmente, quizá con mayor expectación porque las playas están llenas y nuestra marcha va en paralelo a ella, ha generado interés y hemos recibido piropos y aplausos de la gente que saludas las banderas republicanas y el rechazo de quienes nos ven como los enemigos de la España grande y libre, como nos ha gritado un camarero de un chiringuito de El Palo, barrio popular malagueño.
La marcha, que hemos protagonizado unas 70 personas, ha tenido dos paradas, una donde se ha explicado los varios proyectos de esculturas relacionados con la Desbandá que queremos ver hecho realidad en los dos próximos años y la segunda, casi al final de Málaga capital por el este, antes de llegar al municipio del Rincón de la Victoria, en el Paseo de los Canadienses, donde una placa recuerda al doctor canadiense y miembro de la Brigadas Internacionales, Norman Betune y sus compañeros Hazen Sise y Thomas Worsley; ellos nunca llegaron a Málaga, pero vinieron a socorrer a la gente que huía de Málaga y llegaron hasta la zona de la costa de Granada, desde donde evacuaron en sus furgonetas sanitarias durante varios días a cientos de niños; gracias al grupo sanitario de los canadienses tenemos los únicos testimonios gráficos de la huida hacia Almería.
Ya por la tarde, después de reponer fuerzas con los espaguetis guisados por nuestros extraordinarios cocineros, hemos tenido la Asamblea anual de La Desbandá con aprobación de gestión y balance, nuevos proyectos y elección de Junta Directiva para posteriormente sumarnos a la concentración de Salobreña contra la violencia y los crímenes machistas que parecen jaleados por quienes como los fascistasde VOX niegan que exista tal violencia de género.
Al ser una marcha corta y testimonial no hemos contado con el grupo amplio de personas de otros países europeos o americanos que vienen a sumarse a la Desbandá, no obstante están participando en la marcha un grupo de 4 franceses, uno de ellos hijo de la inmigración española que ya participo en 2.020 y que en esta ocasión ha venido acompañado por un compañero y los hijos respectivos de ellos, dos chicos jóvenes llamados Miguel y Pablo. A la mayoría de nosotr@s, que somos bastante mayores nos gusta ver a l@s jóvenes participar y como es habitual, mañana sábado, en la etapa Motril-Salobreña, participaran mucho más gente que hoy y much@s más jóvenes.