Guzmán Ahumada
Coordinador
Provincial de IU de Málaga y miembro de la dirección del PCA
Este
artículo coincide temporalmente con muchos acontecimientos de los que debería
escribir. Como parlamentario al cumplirse un año del nuevo gobierno en la Junta
de Andalucía, debería hacer balance de lo que ha significado para Andalucía el
cambiazo en la administración que concentra la mayoría de competencias que nos
afectan a todos y todas. Cambiazo que no es cuestión de opinión es abrir los
ojos y ver cómo en sólo un año se ha deteriorado, aún más (y eso si que es
difícil) servicios públicos como la sanidad, la educación, los servicios
sociales en los que se sustenta el estado de bienestar.
Un año en el
que el Parlamento Andaluz ha servido de caja de resonancia de los bulos, el
odio al diferente y el enfrentamiento entre iguales de un grupo de ultraderecha
que reniega de la autonomía andaluza y que este gobierno no sólo normaliza,
sino que, en esa continua pugna para ver quien representa a la derechita
valiente, hace suyos retrocesos importantes en materia de derechos y libertades
en nuestra tierra.
Un año en el
que mientras se eliminan educativas, se colapsan las urgencias y se cierran
plantas de hospitales, se reduce en un 30% las ayudas a la población en riesgo
de pobreza severa, se elimina el observatorio andaluz de violencia de género y
un largo etcétera, hemos asistido a un episodio más de la espectacularización
de la política. Los de ahora no cuestionan las bases económicas del pasado que
ocasionan desigualdad, pobreza, despoblación… sino que se basan únicamente en
los errores, que no son pocos, del pasado para generar titulares
grandilocuentes con los que tapar que ni son alternativa, ni se les espera que
lo sean.
Por su
puesto que también tendría que escribir sobre la nueva etapa que se abre con la
investidura del primer gobierno de coalición en España, en el que se rompe un
techo de cristal, 80 años después, veremos a ministros y ministras a la
izquierda del PSOE. Una etapa de esperanza para la mayoría social de nuestros
país, para quienes va dirigido el acuerdo político que sustenta dicho
cogobierno y que como pudimos ver en el debate parlamentario va a contar con la
oposición a ULTRAnza de la derecha de este país que compite para ver quien es
la mejor heredera del fascismo, a pesar que esas posiciones a algunos le hayan
costado más de 40 diputados en tan solo medio año.
Claro que
tendría que escribir sobre ello, sobre que la investidura no deja de ser una
victoria del campo democrático frente al polo reaccionario y su retórica
guerracivilista (basta sólo recordar los llamamientos al “tamayazo” o las
llamadas a la intervención del Ejercito contra la decisión de la mayoría
parlamentaria) y alarmista: ¡Qué vienen los comunistas!. Sí esos mismos
comunistas sin los que no se entendería la democracia en este país, esos que
dieron su vida en años de dictadura por la defensa de la libertad, la misma que
les posibilita a algunos a usar el altavoz que hoy en día pueden utilizar.
Estaría obligado por todas las rotativas que están saliendo denostando todo
ello, de hacer un alegato que pusiera negro sobre blanco lo que el Partido
Comunista, en este país, ha significado para la clase obrera, siempre en la
vanguardia de la defensa de las libertades, la igualdad y la fraternidad.
Pero claro,
no todos los días un compañero, un camarada, un amigo es ministro, por ello,
este artículo tiene un único fin desearle a Alberto suerte, fuerza y acierto en
esta nueva andadura.
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