Este 8M las esenciales seguimos en la lucha. Queremos decidir nuestro futuro y no queremos volver a la normalidad anterior a la pandemia.
Esta crisis sanitaria ha evidenciado las contradicciones de este sistema capitalista y patriarcal que nos mata y antepone los beneficios del mercado a los cuidados y la vida.
La pandemia ha agudizado la desigualdad de género y clase:
La feminización de la pobreza y los trabajos esenciales con mayor riesgo de contagio implican un aumento de la incidencia de los contagios entre mujeres con respecto a los hombres.
Las mujeres hemos sufrido mayor carga y más estrés laboral al combinar el trabajo telemático forzoso durante el confinamiento con el cuidado.
Las denuncias por violencia machista se incrementaron durante el periodo de confinamiento y las mujeres víctimas hemos estado más expuestas a merced de sus maltratadores.
La subida del paro en el mes de enero, afecta en mayor medida a las mujeres (57 de cada 100 personas paradas son mujeres).
Las mujeres migrantes hemos arriesgado nuestras vidas en primera línea de las trincheras contra el Covid-19 y por la supervivencia, por la doble condición de mujer y de migrante y, a menudo, racializadas, asumiendo en las condiciones más precarias, los trabajos (remunerados y no remunerados). Muchas veces pese a la barrera idiomática, la falta de redes de apoyo e incluso en situación ilegal.
Las mujeres rurales que vivimos y trabajamos en el espacio de cercanía al campo y somos protagonistas de la seguridad alimentaria. Sufrimos un mercado segregado horizontal y verticalmente.
Las mujeres trans somos excluidas la mayoría al acceso a un trabajo digno y muchas veces nos vemos abocadas a la prostitución. El 90% hemos sido prostituidas o estamos en situación de prostitución como única forma de sobrevivir, condenadas a la exclusión por un sistema machista y patriarcal.
Las mujeres con diversidad funcional sufrimos la condena a la segregación, al asistencialismo y a la caridad que impide nuestra participación en pie de igualdad y genera relaciones asimétricas de poder, entre quienes estamos discriminadas por nuestra diversidad funcional y las personas que pertenecen al estándar que marca la sociedad.
Este 8M exigimos una redistribución de la riqueza justa y equitativa porque las mujeres somos la mitad y queremos lo que nos corresponde, y no vivir en la pobreza o dependiendo del patriarcado.
Exigimos tolerancia cero a la feminización de la pobreza, a la brecha salarial y la desigualdad en el acceso al empleo digno.
Queremos corresponsabilidad en los cuidados de la vida y exigimos medidas para que no siga recayendo en exclusiva sobre las espaldas de las mujeres y de manera precaria.
Reclamamos la ley de libertad sexual impulsada por el Ministerio de Igualdad. Porque ya es hora que se cumpla el pacto de Estado contra la violencia de género y el convenio de Estambul, que se establezcan medidas de protección integral necesarias para prevenir, detectar, sancionar y erradicar las violencias sexuales, así como proteger y reparar las víctimas de las mismas.
Queremos un Sistema estatal de cuidados que garantice cuidados dignos y universales a lo largo del ciclo vital de las personas. Porque la actual organización social de los cuidados es injusta e insostenible.
Ponemos la vida en el centro y defendemos la vida. Es por ello reivindicamos la liberación de las patentes de la vacuna y los productos sanitarios gratuitos por ley.
Situamos la sostenibilidad de la vida y del planeta en el centro. Lo que exige que los objetivos relativos al cuidado de las personas y del planeta convivan de forma armónica y sostenible con los vinculados al desarrollo económico y social.
Defendemos los derechos humanos de las mujeres, por ello nos solidarizamos y nos unimos a la lucha de nuestras compañeras polacas y a las de otros países en los que se les niega el derecho al aborto libre y gratuito.
Luchamos contra un sistema capitalista y patriarcal que a través del avance de la ultraderecha se empeña en hacernos retroceder en nuestras conquistas y despojarnos de nuestros derechos. Las feministas sabemos que si avanzamos la extrema derecha retrocede. ¡Ni un paso atrás!
Rechazamos la mercantilización del cuerpo de las mujeres. Es una cuestión de clase y de género. Son las mujeres pobres las explotadas sexualmente cada día en todo el mundo, y las que son también explotadas reproductivamente. Por ello reivindicamos la abolición de la prostitución y nos negamos a cualquier intento de legalización de los úteros de alquiler en España.
Es hora de construir un nuevo internacionalismo basado en la defensa de la vida, la igualdad, la justicia y la paz.
¡El 8M las esenciales seremos imparables!
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