Hoy se cumplen 43 años de uno de los hitos más importante en la conciencia colectiva andaluza. El 4 de diciembre de 1977 cerca de dos millones de andaluces y andaluzas tomaron las calles de cada una de las ocho capitales andaluzas en defensa de la autonomía de Andalucía. Fue una constatación de que los derechos hay que conquistarlos.
Desde aquella ola de movilización popular muchas cosas han cambiado en nuestra tierra, pero otras se mantienen igual. 43 años después Andalucía sigue siendo la periferia de la periferia. El resultado de las distintas fases históricas que se han dado en nuestra tierra ha sido idéntico: Andalucía continúa siendo un satélite del capitalismo desarrollado.
Estos 43 años no han sido fáciles para Andalucía y, más de cuatro décadas después, enfrentamos una crisis sanitaria, social y económica cuyos daños aún son incuantificables. Lo hacemos, eso sí, con la experiencia reciente de otra crisis económica, la de 2008, de la que los andaluces y las andaluzas salimos mal, y tarde. La situación en la que Andalucía afronta esta nueva crisis es, por la falta de respuesta desde entonces de los gobiernos andaluces –anteriormente del PSOE y actualmente de PP y C’s, con el apoyo de Vox-, similar: Andalucía encabeza los índices de desempleo, pobreza y desigualdad de todo el país, su modelo productivo se asienta en sectores de bajo valor añadido y la reconversión industrial ha golpeado ciudades enteras –véase Linares, la localidad con más paro de España- y grandes comarcas –véase la Bahía de Cádiz-. Además, las inversiones europeas y las grandes infraestructuras planteadas en torno a estas no han propiciado la necesaria convergencia de Andalucía con el resto de España.
La respuesta a aquella crisis, que señaló las contradicciones del sistema de acumulación capitalista, fue la austeridad (a través de la reforma del artículo 135 de la Constitución Española) y los recortes en los servicios públicos. Las consecuencias de aquella crisis son conocidas: fue la clase trabajadora quien cargó a sus espaldas el coste de la crisis y el Estado del Bienestar quedó herido de muerte. Mientras, los ricos se hacían más ricos.
La crisis económica que ahora afrontamos ya está golpeando fuertemente a nuestra tierra y mermando todavía más las condiciones de vida de la clase trabajadora andaluza, todavía sin que hayamos superado esta maldita pandemia. La crisis del Covid-19 ha vuelto a evidenciar la fragilidad de un modelo productivo asentado en el turismo, como hace no tantos años ocurría con la construcción, así como la necesidad imperiosa de contar con servicios públicos de calidad, bien dotados y financiados, para sostener a la población más vulnerable. Superar esta crisis requiere de servirse de los aprendizajes de la crisis de 2008 –es necesario llevar a cabo políticas expansivas, incrementar el gasto público para que nadie se quede atrás, pero además es necesario abordar decididamente las fallas estructurales de nuestra comunidad. Son muchos, en definitiva, los desafíos a los que se enfrenta el pueblo trabajador andaluz.
En juego está un futuro de dignidad para Andalucía y para los andaluces y las andaluzas. Solo a través de una decidida propuesta política, transformadora y de izquierdas, es posible una Andalucía con futuro. Un futuro en que seamos capaces de dotarnos de los mejores servicios públicos, en el que modernicemos nuestro modelo productivo para garantizar estabilidad y calidad en el empleo y así unas condiciones de vida dignas para las nuevas generaciones. Una Andalucía en la que le ofrezcamos a las nuevas generaciones la posibilidad de ser felices en sus pueblos y sus ciudades, en lugar de que se vean obligadas a emigrar. Una Andalucía con una fuerte industria verde, que apueste por las energías renovables, la investigación y el desarrollo científico, para que seamos capaces de convertir la potencialidad geográfica y territorial que posee Andalucía en bienestar para el conjunto de sus habitantes. Un nuevo sistema productivo donde el medio rural tenga un papel determinante, a través de una reforma agraria integral donde, más allá del necesario cambio de la estructura de propiedad de la tierra hacia formas más colectivas, avance en la propuesta de medidas de transformación de las estructuras de financiación, producción, transformación, comercialización y distribución de los productos agroalimentarios promoviendo la agroecología.
Es necesario, también, construir un futuro de igualdad entre mujeres y hombres, avanzando hacia un nuevo sistema de cuidados que reparta equitativamente los tiempos y el trabajo que suponga. Tenemos que poner la vida en el centro y superar la doble explotación, capitalista y patriarcal, que sufren las mujeres trabajadoras andaluzas.
Hemos de comenzar a construir, desde ya, una Andalucía verde para las generaciones futuras. Andalucía posee un rico patrimonio natural que se ve amenazado por la voracidad del sistema capitalista. La agricultura ultra intensiva, la sobreexplotación de los acuíferos, el fracking o el urbanismo sin control en las zonas de costa deben de ser cosas del pasado. Toda la sociedad y, sobre todo, todas las instituciones públicas, deben ser conscientes del reto crucial al que se enfrenta nuestra especie e implementar medidas para empezar a parar el desastre ecológico.
Tenemos que avanzar hacia un nuevo sistema de justicia fiscal y laboral, que redistribuya la riqueza y que penalice a los especuladores. La nueva economía digital necesita ser regulada y poner fin a la uberización de las relaciones laborales. No podemos permitir que empresas exploten a la clase trabajadora andaluza sin cumplir la legislación laboral y que, además, tributen en paraísos fiscales.
Hemos de fomentar una cultura emancipadora, que recoja el amplio bagaje cultural andaluz, desde sus tradiciones, el mestizaje entre culturas y la innovación de las propuestas culturales más rompedoras. Todo ello debe estar al servicio del pueblo del que emanan.
Esa es la Andalucía con futuro que hoy tiene su mayor peligro tras los muros de San Telmo. El Gobierno de las derechas, apoyado por Vox, está hipotecando el devenir de Andalucía y su pueblo trabajador: la pandemia ha servido para acelerar una hoja de ruta que pasa por desguazar nuestros servicios públicos, que ya habían sufrido importantes recortes en la última década, otorgar más privilegios fiscales a las grandes fortunas y normalizar el discurso agresivo e intolerante de la ultraderecha.
Frente al avance de las derechas, como en aquel 4 de diciembre, el andalucismo debe erigirse como defensor de lo colectivo, de lo común, de lo que es de todos y de todas. La verde, blanca y verde debe servir para lo que entonces sirvió: unir a los de abajo frente a los de arriba. Sin caer en la tentación de copiar modelos políticos importados, de convertirse en una simple reivindicación nacionalista que contraponga sus intereses a los de otros pueblos y territorios de España. Andalucía nunca ha participado de la “guerra de banderas” tantas veces usadas para engañar a la gente trabajadora, y trabajaremos para que así siga siendo. El reto del andalucismo es hacer de la forma de vida que tiene nuestro pueblo un proyecto político que no pone sus límites en Despeñaperros, sino que como dice nuestro himno, lo es "por la Humanidad".
La autonomía política de Andalucía va de la mano de la lucha por la República Federal en el conjunto del estado español. Una república plurinacional que establezca un sistema competencial efectivo y que permita a los territorios autogobernarse desde la plena soberanía. Toca hacerlo desde la lucha, codo a codo, con el resto de organizaciones hermanas del conjunto del estado, empujando por la consecución de la tercera república española. Hay esperanza para construir una Andalucía con futuro en un marco republicano y federal. Como aquel lema del XI Congreso del PCA, una Andalucía libre en una España republicana.
Ernesto Alba
Secretario general del Partido Comunista de Andalucía y portavoz de la Dirección Colegiada de IULV-CA https://www.eldiario.es/andalucia/en-abierto/andalucia-futuro_132_6479260.html