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viernes, 21 de enero de 2022

El PCE defiende la retirada de las tropas españolas del Este de Europa y apuesta por la paz. OTAN NO, bases militares yanquis fuera.


Tras haber levantado las alarmas sobre la “inminente invasión” rusa de Ucrania, intoxicación que repiten todos los complacientes medios de comunicación occidentales, los halcones del Pentágono y la OTAN han decidido aumentar su despliegue militar en las propias puertas de Rusia. Ucrania es apenas la excusa para seguir ampliando el radio de acción de la maquinaria de guerra estadounidense.
Si la funesta etapa de Trump aumentó la tensión internacional, Biden parece hacer méritos en la carrera por romper los frágiles equilibrios internacionales. El presidente norteamericano, sabedor de la intoxicación creada por sus propios servicios secretos sobre la “inminente invasión” de Ucrania, no ha dudado en remachar la mentira apostando por la desestabilización en Europa. En ese viaje al abismo de la guerra, Stoltenberg, secretario general de la OTAN, alarma incluso a los gobiernos francés y alemán con sus declaraciones belicistas.
La OTAN no defiende la paz: es solo el instrumento de Estados Unidos para mantener su dominación en Europa y buena parte del planeta, para asegurar la subordinación de la Unión Europea y para cargar a sus aliados una parte de sus irresponsables aventuras bélicas imperiales.
Desde la disolución del Pacto de Varsovia y los acuerdos con Moscú de 1997, la OTAN, incumpliendo sus compromisos, ha forzado cinco oleadas de ampliación incorporando a catorce nuevos países: la expansión hasta las fronteras rusas supone instalar armamento táctico en las puertas de Rusia, lo que no contribuye precisamente a la estabilidad y la paz en Europa y en el planeta.
Estados Unidos amenaza con una “severa respuesta” si Rusia “atraviesa la frontera ucraniana”, pero quienes han atravesado esos confines son los EEUU para ayudar a un régimen surgido de un golpe de Estado en 2014 que incumple los Acuerdos de Minsk y juega con el fuego que le facilita el Pentágono. Estados Unidos y la OTAN, que han violado el derecho internacional en muchos escenarios de guerra, azuzan un conflicto en el centro de Europa, lejos de América, mientras fingen defender la paz.

Ahora, Estados Unidos impone sanciones económicas, amenaza con expulsar a las entidades financieras rusas de la plataforma internacional de pagos SWIFT y bloquear el funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2 ya construido. Ha militarizado el este de Europa mediante la realización de frecuente ejercicios militares en la región, patrulla los límites aéreos y marítimos rusos con sus aviones de guerra y sus buques acosando a Rusia, ha llevado su dispositivo militar al mar Báltico y al Mar Negro, ha acantonado tropas en Ucrania (que ni siquiera pertenece a la OTAN), ha trasladado equipos de “operaciones especiales” y enviado armamento a Ucrania, ha desplegado su escudo antimisiles en Polonia y Rumanía, escudo que puede convertirse en instrumento de ataque y cuyos misiles, eventualmente, podrían alcanzar la capital rusa en unos minutos.
Son Estados Unidos y la OTAN quienes llevan sus tropas y armamento a las fronteras rusas, y no Rusia quien despliega su dispositivo militar en las cercanías de Estados Unidos. No debe extrañar a nadie que Rusia se preocupe por su seguridad.
Los intereses de Europa no son los de Estados Unidos. Además del coste económico, de las consecuencias políticas y de los problemas asociados a la ruptura de los suministros energéticos, Europa se arriesga a convertirse de nuevo en un campo de batalla, porque Estados Unidos juega a la guerra siempre lejos de sus fronteras. El estallido de una nueva contienda bélica en el continente europeo sería una catástrofe y pondría al mundo ante el abismo por la implicación de las principales potencias nucleares. La Unión Europea no puede acompañar a Estados Unidos en ese peligroso escenario, sino que debe poner en marcha medidas inmediatas de desescalada del conflicto.
España debe jugar un papel activo plateando propuestas que propicien la desescalada, y para ello el PSOE debe entender la necesidad de que España mantenga una posición independiente en defensa de una salida negociada del conflicto sobre la base de no modificar la actual situación de la Región y se negocie un acuerdo que dé tanto a Rusia como a Ucrania una seguridad mutua en sus fronteras. Para ello defendemos la retirada de las tropas españolas del Este de Europa, apostando por la vía diplomática y pacífica para resolver las disputas.
La posición de la OTAN en este conflicto reafirma al PCE en la consideración de que la OTAN es un peligro para la paz, por lo que seguiremos trabajando para sacar a nuestro país de la Alianza Atlántica y para desmantelar las bases estadounidenses en Rota y Morón de la Frontera.