El Coordinador de IU en
Andalucía, Toni Valero, considera en un encuentro con Público que
"los poderes fácticos han conseguido provocar unas nuevas
elecciones". "Confiábamos en que Pedro Sánchez se iba a
sustraer a las presiones. Que Pedro Sánchez iba a ser el Pedro
Sánchez que ganó las primarias en su partido", lamenta Valero.
Raúl
Bocanegra/publico.es
Toni Valero es el
Coordinador general de IU en Andalucía desde hace unos meses, cuando
sustituyó al retirado Antonio Maíllo. Valero le ha imprimido al
puesto su propia personalidad y, con sus decisiones, ha inaugurado un
nuevo tiempo en la organización. Por delante, como estación más
inmediata, las elecciones del 10 de noviembre.
Unidas Podemos acude en
esta ocasión con un competidor en su espectro político, Más País,
el partido que dirige Íñigo Errejón, en cuatro provincias, Cádiz,
Huelva, Málaga y Sevilla. Valero, aunque sacó las uñas cuando se
conoció la noticia, no descarta en esta entrevista que, para las
próximas elecciones autonómicas, sean cuando sean, se pueda
producir una reunificación bajo el paraguas de Adelante Andalucía,
en donde habita IU junto a Podemos y otras fuerzas andalucistas en la
Comunidad.
“Me parecen
irresponsables algunas propuestas [se refiere a Más País], pero hay
que pensar con perspectiva histórica, y hay que reconfigurar el
espacio de la izquierda, el espacio progresista en donde tenemos que
contemplar todo el espacio a la izquierda del PSOE, vaya o no en
estas elecciones con nosotros”, afirma.
Una de las cosas que al
coordinador de IU le preocupaba antes de acceder al cargo era poder
ejercer cierta conciliación de la vida política con la vida
personal -Valero es padre de dos pequeños-. “[Cuando acepté el
puesto] veía los problemas, pero eso no me echaba para atrás. A mí
me echaba para atrás la conciliación. Y por las razones que sea, lo
llevo bien. Estoy llevando la tarea en medio de la tormenta que todos
tenemos a nuestro alrededor".
En un encuentro con
Público en la sede de IU en Andalucía, Valero analiza con cierta
profundidad, la que tal vez le da su formación como historiador
-Valero es profesor de Geografía e Historia en Secundaria-, lo que
está en juego en estas elecciones después de una investidura
fallida y de una oportunidad “perdida” para la izquierda de poner
“por delante los intereses de la gente, después de lo que llevamos
pasado en este país”, de una crisis que “ha desestructurado una
sociedad y ha roto las expectativas de generaciones enteras. “Podía
empezar a oírse otra música”, lamenta Valero.
“Se podía haber
llegado a una lógica distinta a la que nos quieren llevar Ciudadanos
y PP, que es una lógica restauradora. Los números que había en el
Congreso, no permitían que se aplicase lo que se quiere aplicar
ahora, esa mochila austriaca en lo que tiene que ver con lo laboral,
con las pensiones y con una reforma constitucional sin contar con la
gente. Confiábamos en que Pedro Sánchez se iba a sustraer a las
presiones. Que Pedro Sánchez iba a ser el Pedro Sánchez que ganó
las primarias en su partido. Sin embargo, los poderes fácticos han
conseguido provocar unas nuevas elecciones”, dice.
Lo que sigue son las
reflexiones de Valero, agrupadas, sobre los temas tratados en el
encuentro.
La segunda transición
Estamos viviendo una
segunda transición. Tomemos en consideración el 15M y el 1 de
octubre, el referéndum catalán con el consiguiente surgimiento de
Vox. La primera transición, podemos decir que para la izquierda era
un punto de partida. Para el Partido Comunista fue un punto de
partida para hacer políticas transformadoras. Hubo una derecha que
pensó que era un punto de llegada, que no había que avanzar más.
Que hasta ahí se podía leer. La Constitución por lo tanto ha
tenido distintas lecturas. La crisis de régimen de ahora se inicia
hace tiempo. El tema catalán, la propia caída del bipartidismo son
síntomas de una crisis de régimen y de una segunda transición que,
en nuestra opinión, no se puede cerrar con una restauración del
régimen que ha dejado fuera a la gente.
Hay que hablar de un
nuevo país. Esta segunda transición se está cerrando. Y aquí
entra el 15M. Es la expresión de que la segunda transición tiene
que tomar de punto de partida la Constitución, pero ir mucho más
allá. Y el 1 de octubre y la consiguiente salida de Vox es decir no,
se va a cerrar sin ir mas allá. Nos expresa los dos límites que se
dieron en el año 78. El 15M es "no nos representan", hay
que cambiarlo todo. Y el 1-O con el surgimiento de Vox es "aquí
no se toca nada". E incluso amarramos más.
Lo que está en juego
el 10-N
Lo que estaba en juego
con la investidura de Pedro Sánchez era, o se cierra la crisis de
régimen con la entrada de Ciudadanos, o se alarga en sentido
rupturista con la entrada de Unidas Podemos. El 15M, su fuerza
impugnatoria, se está perdiendo. Muchos interpretan que Más País
es la expresión de la vertiente más condescendiente, más moderada.
Los coletazos del 15-M no tienen la suficiente fuerza para frenar una
segunda transición en clave restauradora. Por eso los actores
políticos tenemos que echar toda la carne en el asador.
Nos jugamos dos cosas en
estas elecciones a grandes rasgos. Una, quién va a pagar la crisis
que viene por delante, que se dice que va a ser una recesión. El
Estado no tiene ahora tantos resortes para intervenir. La gente no
tiene ahorros que comerse ni queda la pensión del abuelo. Por tanto,
es cierto que no es tan grave como la que hemos vivido, pero el
efecto social puede ser peor.
Está la pata de la
agenda neoliberal de Bruselas, que les preguntan: ¿por qué no la
habéis aplicado? La señora Calviño [ministra de Economía] le dijo
por carta a Bruselas: no se preocupen ustedes que el tema de las
pensiones se va a tocar. Eso está ahí esperando.
Y dos, qué reforma
constitucional se hace. Tienen en agenda pendiente la reforma
constitucional, otra cosa es que no salga a la palestra porque la
crisis y la inestabilidad no se lo permite. No les salen los números
con Unidas Podemos. Por eso decimos que si Unidas Podemos mantiene la
fuerza suficiente se evita la salida Margallo [exministro de
Exteriores de Mariano Rajoy] de la reforma constitucional.
Yo quiero un proceso
constituyente. La reforma constitucional es lo que le viene bien al
régimen para restaurarse y se hace por arriba. Si vamos a tocar la
Constitución, como la tocaron con el 135, la tocamos todos y se abre
un proceso constituyente. Y la ciudadanía elige a sus constituyentes
y la tocamos entre todos. Desde la jefatura del Estado a lo que haya
que tocar. Lo que no vale es una reforma constitucional selectiva,
con los números que tienen en el Congreso favorables a las tesis
conservadoras, en donde la gente no participa, como hicieron con el
135. Fue una reforma constitucional por la puerta de atrás. Por
tanto, los números ahora no les salen, pero lo tienen en cartera.
Un entendimiento
PSOE-Unidas Podemos
Si hay un cogobierno de
PSOE con Unidas Podemos o un gobierno de PSOE dependiente de Unidas
Podemos se frustran esas salidas, pero si no es así, sabemos por
dónde vamos. Si Pedro Sánchez pacta con la derecha, este es el
paquete, no es un paquete para cuatro años. Por eso, Albert Rivera
dijo, inteligentemente el otro día, ahora está siendo muy
inteligente a la luz de las encuestas: yo ofrezco un pacto para diez
años. Porque él sabe que lo que hay que hacer, lo que exige Europa,
no se hace en cuatro años.
Y aquí vamos a un
consenso fundacional del régimen. Igual que el del 78 ha tenido 30
años de vigencia con cierto consenso en torno a que este país es
próspero y hay Europa, ahora necesitan un nuevo consenso
fundacional. Y saben que un consenso fundacional requiere diez años
de reformas. Para que dure. Y están repartiendo los papeles.
Y les gustaría no tener
a un Partido Comunista 2.0. Igual que hubo un Partido Comunista que
tuvo su capacidad de influencia hasta más o menos Maastricht, cuando
se quitan muchas competencias económicas, no quieren ahora a Unidas
Podemos, como espacio impugnatorio con capacidad decisoria en este
nuevo escenario de recomposición del régimen, porque entonces no
les sale la operación. Por eso, nos estamos jugando tanto. No es
solo un SMI subido a 1.200 euros. Es eso. Es un consenso fundacional
que lleva años esperando porque a Rajoy no le salían los números,
al PSOE menos todavía y este país estaba con una fluctuación de
voto que les impedía hacer las cosas.
El papel de Andalucía
Creo que tenemos que ir a
un modelo de país federal. Andalucía que ha jugado un papel
histórico de periferia, de la que se extraen recursos, capitales
humanos y recursos naturales, tiene que jugar en pie de igualdad con
el resto de territorios del Estado, por tanto, creo que tenemos que
ir a una federalidad. El modelo ya fracasado del régimen del 78 nos
ha llevado a la confederalización del norte y la regionalización
del sur. Eso tenemos que evitarlo. Andalucía tiene que jugar un
papel como jugó, cuando su pueblo se movilizó y consiguió la
autonomía mediante un referéndum. El escenario tiene que contemplar
a Andalucía como protagonista, hablar de Andalucía es hablar del
pueblo andaluz, un pueblo trabajador como protagonista. El papel de
Andalucía en el nuevo escenario va a ser bueno para el resto de
trabajadores del país.
La federalidad le da
muchísima autonomía los territorios, pero también un sentido hacia
el conjunto de país. Tenemos claro que vamos a construir un nuevo
país.
Sobre un grupo andaluz
propio en el Congreso
Los diputados de Unidas
Podemos, y en su momento los de IU, no paran de llevar iniciativas de
Andalucía. Uno de los récords lo ha tenido la compañera de Málaga,
Eva García Sempere. Es un problema político de cómo este país
funciona en lógicas de centro y periferia, en el ámbito político y
económico. Pero, por ejemplo, al diputado de IU Antonio Romero lo
conocía todo el mundo. Políticamente, consiguió subvertir esas
lógicas. La federalidad no se resuelve con una medida burocrática,
administrativa, es un problema de cómo este país tiene su centro y
su periferia. Tenemos que poner a Andalucía en un papel protagónico.
Al respecto de
Adelante Andalucía
Esa convulsión de fin de
régimen se traduce en los actores que estamos aquí. Uno de ellos es
Adelante Andalucía. Esa investidura fallida tiene un impacto en una
parte del espacio de lo que es Unidas Podemos que en Andalucía tiene
su expresión singular con Adelante Andalucía. La presentación de
Más País no ha arrastrado en Andalucía, ni por la parte
andalucista, que se siente cómodo en Adelante Andalucía ni sectores
desgajados de Podemos o de PSOE. Ha habido personas que se han ido.
Vamos a una recomposición
del espacio de la izquierda, después de las elecciones, en donde hay
más actores de los que había antes. Ya veremos con qué fuerza Más
país.
Y Adelante Andalucía
tiene que tener su debate en torno a lo que quiere ser de mayor. Cómo
queremos continuar con los acuerdos tomados. Creo que el diagnóstico
y la propuesta que se ha tenido en el primer año de vida, es un buen
punto de partida Adelante Andalucía es mucho más que un grupo
parlamentario. Tiene que salir de la lógica institucional para ser
lo que realmente tenía vocación de ser: un movimiento social.
Adelante Andalucía tiene que estar más en los conflictos sociales.
Y vertebrando las organizaciones por abajo. Tenemos que construir ese
músculo organizativo, político. Esta campaña electoral nos pone
por delante una tarea imperiosa, pero deberíamos recuperar esa
vocación.
El panorama andaluz
Lo que une al PP, Cs y
Vox es sólido. Detrás de la performance diaria, esto va a aguantar.
Saben que por separado les puede ir muy mal. Ciudadanos va a quedar
debilitado y con más razón van a querer mantener este Gobierno. Y
Vox está cómodo. A Vox le dejan hacer sus piruetas. A Vox le dejan
meter el marchamo en los presupuestos. Hacer del Parlamento su caja
de resonancia.
Moreno, que se encontró
con la silla de la presidencia casi por casualidad tiene mucho que
agradecer a los otros dos socios, así que parece que van a llegar
hasta el final. Hay una agenda de privatización de servicios, a
través de la externalización: cierre de líneas públicas, listas
de espera… Eso es business. Y el business no lo van a cortar. El
problema va a ser cuánto de lo que hagan va a ser irreversible y
cuánto no. Veo un gobierno que detrás de mucha ocurrencia e
injusticia fiscal y mucha impostura, va a aguantar hasta el final. Lo
que les une es muy importante. Y no hay encuestas que digan que al PP
le vaya a ir bien. Así que vamos a una legislatura larga.
El PSOE de Susana Díaz
Están a la expectativa.
No acabo de ver que el PSOE marque un perfil propio, más allá de lo
que contemporiza con el PP. Le veo contemporizando en exceso con el
PP. Creo que lo que toca en Andalucía, lo que nosotros intentamos
hacer es marcar un proyecto para Andalucía independientemente del
que el PP está haciendo en el día a día. Evidentemente, tendremos
que confrontar, pero tenemos que tener una visión de Andalucía de
aquí a futuro. Veo al PSOE con ese síndrome de gobierno en el
exilio. De estar contemporizando cada día con la noticia que el PP
pretende vender. Y creo que un partido que ha gobernado tantos años
y que tiene el asiento que tiene en Andalucía, tiene que salir de
esa situación. Tendría que cambiar ese ensimismamiento y cierto
berrinche de niño consentido que no le han dejado lo que quería.
Pero ya veremos. Las elecciones se han metido de por medio. Queda
mucho por ver. Susana y yo tuvimos una conversación cordial cuando
fui elegido y después no hemos vuelto a coincidir.
En lo que podamos
coincidir, para adelante, pero es cierto que el PSOE ha cambiado
todavía poco. Sigue en una foto fija. El PSOE de Susana Díaz es el
más beligerante con la izquierda, no solo con IU. También ese es el
que más presionó por su izquierda a Pedro Sánchez, pero si esos
entendimientos vienen, pues estupendo. Pero insisto, el PSOE en
Andalucía no ha sufrido una catarsis como la que sufrió el PSOE a
nivel federal.
La sentencia del TS y
la situación en Catalunya
El hecho de que no haya
caído el delito de rebelión deja una situación más cómoda al
PSOE, aunque se apliquen unas penas desproporcionadas, ya que el
sector más ultra pierde el relato del golpe de estado.
Hay que incorporar al
proceso sentido común y diálogo y que la ley se ponga al servicio
del sentido común y del diálogo. La ley, a veces, se quiere en
contra de ese sentido común y de ese diálogo. Por lo tanto, la
sentencia es un fracaso, porque no ayuda a la resolución del
conflicto, sino que lo encona más y genera sufrimiento añadido. La
propia sentencia plantea que todo era una farsa. La propia sentencia
dice que los autores estaban engañando a su propia cofradía. No se
puede pueden aplicar unas penas como si efectivamente fueran a la
independencia con unos hechos catalogados como farsa.
Por eso, ahora más que
nunca hay que incorporar el diálogo. Y desde el diálogo, normalizar
la situación, y una vez que se normalice, en el sentido que se ponen
mesas de diálogo en las la gente entra a escuchar al otro y a buscar
síntesis, el escenario del referéndum pactado deberá estar en el
horizonte. El referéndum pactado tiene que estar en el horizonte.
Ahora, hay que construir el camino para llegar a ese horizonte porque
este conflicto tiene solución si se deja espacio a la negociación
dejando a un lado posiciones unilateralistas o inmovilistas.
Es evidente que una
sentencia no borra del mapa el conflicto catalán. Mañana seguiremos
teniendo dos millones de catalanes que dicen que se sienten catalanes
y no españoles. La ley tiene que ayudar a la resolución de los
conflictos. Ese es el sentido que debe tener la interpretación de la
ley: evitar y resolver conflictos. Si, por contra, usamos la ley para
ahondar en el conflicto es un error. Esto denota que desde el ámbito
político queda mucho por hacer. Podemos cuestionar, criticar o no
compartir una sentencia judicial. No deja de estar en el ámbito de
la judicatura. Aquí a quien tenemos que pedir responsabilidades es
al ámbito de la política, ¿qué se está haciendo desde el ámbito
de la política?
¿Cuáles son los pasos
que se pretenden dar desde el Estado central y desde el lado
independentista? Hay un rosario de insatisfacción y frustración del
que se han servido los violentos. La violencia polariza aún más el
conflicto y da alas a los sectores ultras de uno y otro lado. Es
momento de templar, de dialogar y de dar esperanzas de solución
negociada. Nuestra apuesta sigue siendo un estado federal que asume
la plurinacionalidad del estado.