Con 9.400 millones de euros se pueden sacar del desempleo a
un millón de personas, menos de lo que se ha gastado cada año por salvar al
sistema financiero.
Gema Delgado/Mundo Obrero
-Mundo Obrero (MO): Te presentas a las primarias de IU para
ser candidato a la presidencia del gobierno. ¿Qué te ha llevado a dar ese paso?
¿Y qué consideras que puedes aportar a IU?
-Alberto Garzón: Pienso que estamos en un momento en el que
lo más importante es que la gente se politice y que la gente asuma
responsabilidad en el ámbito donde nos encontremos. En mi ámbito concreto la
asunción de responsabilidad mayor para un momento de emergencia social y
política, como es éste, es en el ámbito de mi organización política, que es
Izquierda Unida. En esta situación, creo que Izquierda Unida es el instrumento
más útil para transformar esta sociedad y eso requiere poner en marcha un
proyecto político que encarno, tanto a nivel generacional como de formación
económica y política dentro de un proyecto político que es Izquierda Unida. Eso
es lo más importante, teniendo presente que estamos en una época turbulenta en
la que IU tiene que volver a estar más en la calle, porque uno de los riesgos
más importante que enfrentamos es la desmovilización social.
Estamos en un momento de reflujo de los movimientos sociales
y es importante volver a ponerlos en la mesa porque no hay transformación
social sin movilización en la calle.
-M.O.: ¿Por qué estamos ante un reflujo de la movilización
social?
-A.G.: Aunque no sea la única causa de este reflujo, porque
también se suma el cansancio y cierto agotamiento, Podemos está trasladando el
mensaje de que es posible transformar un país ganando unas elecciones. Creo que
es un profundo error, pero está ocurriendo como en el 82 con el PSOE. Podemos
actúa como fuerza centrípeta de muchos movimientos sociales de la periferia
cuyos activos y activistas están siendo absorbidos por los círculos de Podemos
y eso genera unos problemas de desmovilización social. Creo que es temporal y
tenemos el deber de movilizar e IU tiene que recuperar especialmente a toda su
militancia para volcarla en la calle, allí donde más lo note la gente, en
procesos de desempleo y procesos de hambre, como la Red de Solidaridad Popular,
que es fundamental. Son los espacios en los que IU y el PCE tienen que
recuperar su espacio en la calles.
ESCENARIO POLÍTICO
-M.O.: En estos últimos 4 años estamos viviendo un
movimiento tectónico a todos los niveles: económico, político y social, cada
vez más acelerado. El escenario político es muy diferente al de hace 5 años, y
también al de hace 6 meses, ¿puedes describirnos el escenario político que
tenemos hoy en este país? ¿Qué está pasando?
-A.G.: Estamos ante una crisis de régimen. Gramsci lo
llamaba crisis orgánica, y es la manifestación de que hay una crisis económica
que por su duración y profundidad deriva en una crisis democrática institucional,
donde ya salta una crisis ideológica, que Gramsci llama crisis de hegemonía. Es
cuando el bloque político dominante, formado en nuestro país por las élites
económicas y políticas, no consigue satisfacer las necesidades de la gente en
torno a sus necesidades materiales de vida, es decir no consigue salir de la
crisis económica, y ésta llega a tal profundidad que entramos de lleno en una
crisis democrática. Era fácil ver que esto iba a ocurrir.
Al principio la gente creía que la crisis era una cosa
accidental, azarosa, ocasional, pero desde hace unos años tiene claro que la
crisis es algo estructural y que va a estar más tiempo. Y por tanto ha cambiado
su forma de ver el mundo, lo que Gramsci llamaría su concepción del mundo. Ha
cambiado la forma en la que todos vemos la política, y eso significa que ese
movimiento de placas tectónica, donde las placas son la economía, produce
movimientos que pueden suponer bien fallas o bien montañas y pueden cambiar en
definitiva el terreno donde ponemos los pies.
Y si uno cree que con las mismas herramientas conceptuales
del pasado podemos encontrarnos para entender lo que está sucediendo,
cometeríamos un error porque ha cambiado absolutamente todo. El bipartidismo es
un sujeto político que está en decadencia porque se ha movido todo el suelo a
sus pies. La cultura política del 78, que aparece cristalizada en la Constitución , también
está puesta en cuestión, igual que la magistratura y la casa real. Está puesto
en cuestión absolutamente todo.
Está más claro que nunca que junto a esta crisis económica
hay una crisis política, de valores, ideológica. Eso es una reconfiguración del
espacio político, y ahí es donde Izquierda Unida tiene que situarse, porque
nosotros no establecemos ese tablero de juego, lo establece la crisis
capitalista en la que estamos inmersos y nosotros tenemos que manejarnos en ese
tablero para superarlo y construir uno nuevo.
-M.O.: ¿Me puedes concretar un poco más qué está pasando con
el PP, con el PSOE, con Podemos, y dónde estamos nosotros?
-A.G.: Hay una ruptura en la forma de ver la política que
hace que mucha gente no entienda lo que está sucediendo. Hay una profunda
incomprensión del fenómeno social que tiene lugar después de una crisis
económica. Quizás, sólo quizás, porque se haya asumido, interiorizado desde
hace mucho tiempo que ya sólo faltaba gestionar el capitalismo y se había
asumido unos códigos de intervención donde el partidismo en el fondo estaba
destinado a gestionar alternativamente el país.
Y ahora todo eso ha cambiado. Tenemos un PP sufriendo mucho
los costes de gestionar la crisis neoliberal de una forma neoliberal, con
recortes, con políticas de austeridad. Un PSOE absolutamente desconcertado y
desnortado, es decir, sin pistas, sin capacidad de saber qué va a hacer, que en
las últimas semanas ha dado un giro a la izquierda en la retórica para intentar
neutralizar el efecto de Podemos.
Tenemos a Podemos que es una operación populista, en el
sentido académico del término, sin ánimo peyorativo, sino que sencillamente
utilizan palabras o conceptos que ellos llamarían “significantes vacíos”, que
sirven para que cualquiera persona que sufre la crisis proyecte en esas
palabras sus fantasías, de tal forma que consiga atraer a un mismo discurso y a
una misma papeleta electoral, tanto a un médico o un desempleado como a un
albañil o un fontanero, es decir gente de extractos sociales muy diferentes que
proyectan sus diferentes fantasías, que no tienen nada que ver unas con otras,
en un mismo espacio político que es Podemos, que tiene una estrategia de una
calculada ambigüedad ideológica planificada perfectamente para poder acumular
todo el potencial. Y utiliza un programa ideológico de izquierdas, que va
moderando para desplazarse hasta el centro, probablemente para ocupar el
espacio de la socialdemocracia tradicional, que fue el PSOE en el 82.
Frente a eso, ¿dónde se encuentra Izquierda Unida? IU se
encuentra incómoda. Por una parte hay una incomprensión hacia lo que está
pasando. Por otra, hay una especie de enamoramiento infantil de idealización de
la nueva fuerza, que pareciera que no tuviera errores. Y luego lo que tenemos
son grandes retos. Uno de esos retos es frenar el reflujo de la movilización
social, que eso ya pasó en el 82, porque se descapitaliza los movimientos
sociales: la Plataforma
de Afectados por la Hipoteca ,
las Marchas por la Dignidad ,
etc. Y el segundo reto, más importante todavía, es el de mantener una izquierda
ideologizada, sólida y organizada frente al auge de una fuerza que es líquida y
vaporosa, que es Podemos, que es muy fácil de destruir en el medio plazo,
cuando el sistema quiera cargársela, y que amenaza con frustrar a nuestra
democracia, es decir, que nuestra gente se vaya a su casa, que es un escenario
muy parecido al del PCI, el Partido Comunista Italiano. Y ese es un verdadero
problema porque después puedes tener una travesía por el desierto que puede
durar décadas, no hay más que ver al PCI. Y en tercer lugar, convertirse en
herramienta fundamental de cambio. Es decir, si superamos esos dos retos
anteriores, y no hay problema para superarlos ya que los hemos diagnosticado y
los tenemos encima de la mesa, vamos a transformar la sociedad haciendo uso de
esas dos herramientas: la movilización social y la organización ideologizada en
un nuevo contexto. Un nuevo contexto significa entender que el mundo ha
cambiado, y eso significa no quedarse en el repliegue. No queremos un repliegue
identitario, no queremos quedarnos en el 3, 4 ó 5%, queremos salir a convencer
a la gente que nos vote sin perder un ápice de nuestros principios, pero sí las
tácticas, porque el terreno de juego se ha movido.
-M.O.: Parte de ese trabajo fue el Encuentro para un nuevo
país, celebrado el pasado 22 de noviembre en Rivas, ¿cuáles fueron las
principales conclusiones de ese Encuentro que culminaba un proceso
participativo abierto de afiliados y militantes?
-A.G.: Pues que no nos gusta el país que se está
construyendo desde la élites económicas y políticas, fundamentalmente desde el
poder económico y las instituciones políticas que son la Troika y el bipartidismo.
Están construyendo un país en el que les sobran las conquistas sociales: la
educación y la salud pública...están liquidando el Estado Social. Pero ese país
que se está construyendo tiene un coste y es que a la gente no le gusta porque
estaban contentos con las conquistas sociales establecidas. Y nosotros tenemos
un reto que es el de construir un nuevo país totalmente diferente al suyo.
Ellos tienen su proceso constituyente ya iniciado hace mucho tiempo, que
incluye la creación de la
Unión Europea en esta arquitectura. Y nosotros tenemos que
construir otro país con otros principios, otros valores y también, en última
instancia, pero sólo en última instancia, una nueva constitución que cristalice
todos esos nuevos valores y etiquetas. Y el Encuentro tenía como propósito
establecer ese debate porque un proyecto de un nuevo país no nace en la mente
de unos cuantos iluminados, nace del debate desde las bases y eso significa
poner estas reflexiones en común, situarlas y ponerlas en marcha como un
proyecto de país nuevo que pretende, por encima de todo democratizar la
economía.
-M.O.: Ese era el objetivo. ¿Cómo valoras el resultado?
-A.G.: Muy bien. He estado por todo el estado y ha habido
centenares de personas en cada acto, en algunos había más de 600 personas. Y el
debate ha sido muy alegre y sobre todo ha compensado un punto de frustración
que existía después de las elecciones europeas. Ha servido de punto de
inflexión en el que empezamos a animarnos, a creer de verdad en nosotros y a
superar un momento de análisis desde las elecciones europeas, una análisis que
no debería haber sido como el que fue y que nos ha traído, durante unos meses,
una sensación de no saber dónde estamos.
-M.O.: ¿Cuando dices que el análisis de los resultados de
las elecciones europeas no es el que se debería haber hecho a qué te refieres?
-A.G.: Se logró una subida importante respecto a anteriores
elecciones y llegamos a un 10%, una cifra espectacular en términos relativos,
pero también se manifestó que hay un espacio político que no hemos cubierto
históricamente, que es el espacio político que ocupa Podemos con un discurso
muy similar al nuestro pero con una estrategia, hasta comunicacionalmente,
distinta pero que está claramente constatado porque sus dirigentes venían
claramente de nuestra órbita, o habían sido militantes nuestros. Entonces se
hace un análisis verdaderamente dispar, con interpretaciones muy diferentes,
que dejan una sensación como mínimo de incertidumbre ante lo que está haciendo
IU. A mi juicio se sobreactiva, porque un 10% está muy bien pero no es el
objetivo de Izquierda Unida. Por lo tanto hay una sobreactuación por quienes se
pueden sentir empujados por Podemos. Y también una sobreactuación por aquellos
que intentan aprovechar los resultados para provocar un cisma dentro de
Izquierda Unida con intereses partidistas. Creo que ninguna de las opciones son
razonables porque la política no se puede hacer a golpe de titulares y tampoco
a golpe de encuestas, ni siquiera en las elecciones concretas. Hay que ser
mucho más rigurosos en el análisis del contexto histórico en el que vivimos.
Afortunadamente han pasado meses, en los que hemos estado
debatiendo: el 28 de junio tuvimos un Consejo Político Federal; se creó lo del
proceso constituyente; y fuimos avanzando todo lo rápido que pudimos, pero
dentro de las dificultades, hasta que llegamos al Encuentro del nuevo modelo de
país, el 22 de noviembre, que fue el punto de inflexión después de un debate de
reflexión que creo que ha servido para relajar las cosas. Ha servido para
decir, oye, nuestra propuesta es esta y nosotros vamos a defenderla porque lo
que creemos es en Izquierda Unida.
CONVERGENCIA
-M.O.: Estamos inmersos en un trabajo por la convergencia
para crear un frente a las políticas del bipartidismo y de la dictadura
financiera. Y no hay mucho tiempo que perder. En menos de seis meses habrá
elecciones municipales y autonómicas ¿Puedes contarnos cómo se está llevando a
cabo este proceso, el trabajo hecho hasta ahora y a dónde se quiere llegar? ¿Y
qué significa para nosotros Ganemos?
-A.G.: Para nosotros la unidad popular es un instrumento
como siempre lo ha sido. Desde los años del Frente Popular hasta la misma
formación de IU, que fue evidentemente un ejemplo de convergencia organizativa,
y no sólo electoral. Los Ganemos son una convergencia electoral. Son la
manifestación de todo lo que hemos luchado juntos en las calles, en las
diferentes mareas, hay que lucharlo también juntos en las instituciones. Es una
herramienta que nosotros nos creemos y nuestra militancia está luchando por
ella en todos los espacios en los que tenemos presencia. Es un escenario
difícil porque hay también otros sujetos políticos que no están tan convencidos
de la iniciativa Ganemos y probablemente estén intentando utilizarla con
efectos partidistas. Algunos están saliendo bien, desde la convicción de la
gente y yo espero que tengan buenos resultados electorales. Otros no están
saliendo tan bien. Pero desde luego, es una apuesta lógica que va en el ADN de
IU. Es pronto para saber qué va a ser de todos los Ganemos. Cada Ganemos tiene
su singularidad en función del territorio. Ganemos Barcelona, con un escenario
donde hay movimientos social y un tejido social muy amplio no es lo mismo que
un Ganemos Málaga, un Ganemos Sevilla, y mucho menos un Ganemos Jaén, o en fin
donde no haya movimientos sociales y se dé una desmovilización importante.
-M.O.: ¿Es posible la convergencia sin Podemos?
-A.G.: La convergencia como fenómeno es sencillamente el
espacio de encuentro entre dos fuerzas políticas. Y hay muchas fuerzas de
izquierda, muchos movimientos sociales, así que siempre va a haber procesos y
actos de convergencia. Por supuesto que es posible sin Podemos. Eso sí, Podemos
es un actor relevante después de las elecciones europeas. Hubiera sido deseable
que Podemos participase en estos procesos de confluencia, pero es una fuerza
autónoma que nosotros respetamos y ellos tienen su propia hoja de ruta. Serán
ellos, si no quieren participar, los que tendrán que explicar a la gente por
qué prescinden de una herramienta tan importante como es la unidad popular.
Desde luego, nosotros mantenemos nuestra hoja de ruta que es convergencia con
todos aquellos que entendamos que unidos somos más fuertes, y con el resto pues
ya se verá.
-M.O.: En la convergencia, Izquierda Unida y el PCE han
dejado muy claro que las líneas rojas son las bases programáticas. Pero cuando
dices que las siglas no son importantes, ¿a qué te refieres?
-A.G.: Hace referencia a una tradición política que es la
nuestra y la republicano socialista. Lenin cambió el nombre del partido muchas
veces porque eran instrumentos del Partido. Igual que el PCE ha sido capaz de
crear IU y antes un sujeto político nuevo como era el Frente Popular. O como
hemos sido capaces de crear en términos electorales otras siglas, como
Alternativa Galega de Esquerda, como la Izquierda Plural
por ejemplo. Las siglas no pueden ser un obstáculo para hacer la transformación
social. La esencia es lo que verdaderamente define a un comunista, no la
apariencia.
-M.O.: ¿Podrías concretarnos los puntos básicos de ese
programa de mínimos de izquierda?
-A.G.: En cuestión municipal y autonómica, nuestro programa
de toda la vida: la municipalización del agua, de la gestión de los recursos,
de la garantía de que lo público persiste, y de que efectivamente va a haber
transparencia y democracia participativa en el escenario municipal y
autonómico, entre otras muchas cosas
-M.O.: Las primeras elecciones de este próximo año electoral
son las municipales y autonómicas. ¿Qué representan estas elecciones para IU?
(relación con la
Alternativa Constituyente )
-A.G.: Deberían ser el inicio de un proceso constituyente a
nivel general, no sólo para IU. Pero para IU desde luego significa coger y
captar poder institucional desde el que poder apoyar la movilización social y
desde el que poder organizar a la sociedad, no volcándola en las instituciones
sino poniendo las instituciones al servicio de esa transformación social. Las
elecciones que van a ser verdaderamente sorprendentes, aunque no sepamos decir
en qué forma.
-M.O.: Desde el 28 de junio eres el responsable de la
secretaría ejecutiva del Proceso Constituyente y Convergencia en IU. ¿Cómo
estáis trabajando en IU la Alternativa Constituyente ?. ¿Y cómo se la
explicarías a la gente para que puedan entenderla y saber cómo les puede
involucrar?
-A.G.: La alternativa constituyente significa que las reglas
del juego con las que estábamos jugando hasta ahora estaban trucadas. Es como
en el póquer cuando el rival juega con las cartas marcadas, o como jugar al
ajedrez con menos piezas que el contrario. Vas a perder, aunque seas el mejor,
aunque tengas las mejores razones y aunque tengas la verdad de tu parte. Es un
sistema viciado, corrupto. Es un sistema político que sirve al sistema
económico capitalista y que está fundamentalmente destinado a garantizar que el
capital privado se enriquece a costa de lo público.
Y la crisis económica ha sido aprovechada por el sistema
político para desposeer aún más, lo que HARVEY llama acumulación por
desposesión, la privatización permanente. Con la excusa de que te falta dinero,
privatizas lo que es de todos para que aquellos que tienen mucho dinero tengan
aún más. Y eso es un escenario debido a las reglas del juego económicas, pero
también social y políticas, basadas en un bipartidismo y en una constitución
que justifica este tipo de políticas. Por lo tanto, hace falta cambiar las
reglas de juego. Y eso no vale con una reforma de la Constitución. Lo
más importante es un proceso constituyente. Y un proceso implica las dos cosas:
el “proceso”, que es cómo la gente se politiza y empieza a hablar de lo que
necesita de verdad la sociedad; y lo constituyente, que es cuando esta base
social, que ha tomado conciencia de la necesidad de dotarse de unas nuevas
reglas, las pone en marcha de manera colectiva.
En realidad es lo que siempre ha definido el comunismo, un
proceso constituyente, cambiar un sistema por otro, transformar la sociedad. Y
eso significa transformar también las instituciones, la constitución y hasta la
forma en que se hace política. Eso significa también que tenemos que tener una
Constitución que prohíba las privatizaciones, por ejemplo, y que si alguien
quiere privatizar un tribunal le diga que no puede, porque el pueblo y los
intereses del pueblo están por encima de todo. Y para llegar a ese camino hay
que concienciar a una parte de la población que hasta ahora ha estado
interiorizando la ideología neoliberal.
PRIMARIAS
-M.O.: IU está en un proceso de primarias en diferentes
federaciones, como Madrid, Andalucía, Valencia y Murcia. ¿Cómo va este proceso?
-A.G.: Creo que salvo el de Madrid, todos están yendo de
forma muy natural, que se está normalizando. Es importante no concebir las
primarias como un ejercicio
en el que el perdedor es fusilado al alba, hay que
normalizarlo, que es un debate sano, democrático, normal, en el que dos
personas plantean sus matices y sus propuestas concretas dentro del mismo
proyecto político. Por lo tanto, son compañeros.
El problema de Madrid, es que tiene sus singularidades, tanto
a nivel orgánico como territorial, que expresa que igual sí que hay dos
proyectos políticos dentro de la misma IU y dos concepciones de lo que es IU.
Cosa que sólo he visto en Madrid. En Murcia, en Valencia, en Andalucía, los
contrincantes reconocen, digamos, las ramas, los troncos y las raíces de la
organización, y su tradición, mientras en Madrid hay interpretaciones más
diversas y es más complicado.
-M.O.: Y las siguientes serán las elecciones generales, en
menos de un año. Has dicho que las primarias no son la panacea. ¿Qué son las
primarias abiertas para IU y para Alberto Garzón?
-A.G.: Para mí las primarias son una herramienta
insuficientemente democrática. Cuando hablamos de democracia hablamos de
democracia participativa. No se trataría sólo del acto de la elección del
representante, sino de la fiscalización del representante, de modo que hay dos
actos: el de elegir un representante y el de fiscalizar el mandato de ese
representante. Aunque se elija a alguien por primarias, si ese alguien se desconecta
de la visión social o es comprado por poderes o intereses económicos pues deja
de representar. Eso es Moral Santín en Madrid, por ejemplo. No representa a los
intereses pero no hay mecanismos para echarle porque no están encima de la
mesa. Las primarias no arreglan eso.
Las primarias tienen elementos que en abstracto pueden ser
muy peligrosos. Cualquiera puede presentarse a candidato y si los votos de una
campaña promocionada por Ana Patricia Botín valen lo mismo que los votos de
dentro de la organización, tenemos grandes problemas porque se supone que somos
una organización que queremos convencer a la gente, no adaptarse necesariamente
a la gente. Hemos vivido en un país donde el 80% de la gente votaba PP-PSOE.
Ahora está cambiando porque se han convencido por los hechos, y por las
palabras.
Las primarias como mecanismo no me convencen en absoluto.
Pero sí es verdad que puede tener muchos elementos positivos. Por ejemplo, el
propio proceso permite abrir IU a la captación de simpatizantes, porque IU es la
organización de toda Europa que más alejado tiene el ratio entre votantes y
militantes. Nos vota mucha gente pero nos militan muy pocos. A lo mejor es
importante incluir un montón de simpatizantes dentro del mismo campo electoral.
En cualquier caso me parece más interesante el papel
fiscalizador que puedan tener herramientas como los revocatorios.
-M.O.: Hablas de una ruptura generacional y de una juventud
que tiene una visión diferente de hacer política. Dos preguntas. ¿Esa ruptura
es cuestión de fecha de nacimiento, de edad? Y, ¿cuál es esa forma diferente de
hacer política de la juventud?
-A.G.: La ruptura se da no en términos de edad sino de
condiciones de vida: acceso a los servicios públicos, expectativas de futuro,
certezas, inseguridades, si vas a cobrar una pensión o no, qué tipo de trabajo
tienes, si precario, fijo... Esa es la realidad. Hay una sociedad que ahora
mismo tiene un estilo de vida fordista, diríamos, con un trabajo estable,
empleos indefinidos, prestaciones si te quedas en paro, una vivienda, un coche
probablemente, aunque sea con una hipoteca... pero tienes ciertas certezas. No
son privilegiados, en absoluto. Han sido beneficiarios de las conquistas
sociales de la izquierda y de la lucha social. Lo que ocurre es que junto a esa
sociedad está la del trabajo precario, la del trabajo de la empresa temporal
creado por el PSOE, la vivienda a la que no puedes acceder, pueden despedirte
en cualquier momento, no encuentras trabajo, no tienes expectativas de recibir
una pensión ni de lejos, no hay horizonte de futuro.
Esa sociedad es fundamentalmente joven porque la mayoría de
los jóvenes han caído ahí. Por lo tanto no es una cuestión de fecha de
nacimiento. Así, la cultura política que tenemos, la concepción del mundo que
se deriva de cada uno de nosotros, es distinta. Y este problema es transversal,
es decir, también afecta a IU y a las organizaciones de izquierda. Es decir,
alguien que tenga 70 años dentro de IU ve la política de forma diferente a como
lo hace uno de 25. Y ahora mucho más que antes porque el de 25 está viviendo
unas realidades que el de 70 no.
Pero cuando hablamos de nueva política y vieja política son
simplificaciones. Sí es verdad que en nuestro país, por nuestras
singularidades, hay una cultura política del 78 que se ha construido como un
relato de que hubo unos padres de la Constitución , y que no fue exactamente lo que
pasó. Es una cultura política elitista, es decir, si hay unos padres es porque
hay unos niños. Y por eso se crea una Constitución en la que no hay referendos,
no hay iniciativas legislativas populares... lo que hay es de broma, se han
usado dos, y además se tienen que tomar en consideración por los grupos
parlamentarios. Tampoco hay capacidad de hacer referendos sobre las leyes, una
herramienta que sí existía en la Constitución del 31.
Llega un momento en el que la Constitución del 78
es desbordada jurídicamente .Y, culturalmente, la idea de que los partidos
tienen que solucionarlo todo es desbordada por la emergencia de IU, que surge
en el 86 y unos años más tarde se convierte en un movimiento social y político
porque entiende que ya no es sólo cosa de partidos sino también de movimientos
sociales, antiglobalización, feministas, ecologistas... Sólo que en política
las cosas van mucho más lentas y a ese fenómeno es al que estamos dando cuenta
ahora.
ALTERNATIVA ECONÓMICA
-M.O.: ¿Qué hará IU si llega al gobierno?
-A.G.: Sin lugar a dudas priorizar el empleo. La propuesta
del trabajo garantizado es una bandera. En nuestro país, con 9.400 millones de
euros se pueden sacar del desempleo a un millón de personas. Es una cantidad
importante de dinero, pero es menor que la que se ha gastado cada año por
salvar al sistema financiero, y además es una herramienta que nos permite
visualizar que crear puestos de trabajo es posible técnicamente, lo único que
no hay voluntad política porque se ha preferido priorizar otra serie de
elementos: se ha preferido el gasto militar, pagarle a la iglesia, rescatar
autopistas, rescatar a los bancos antes que dedicar todo esto a la creación de
empleo.
Y a parte nos manifiesta que el trabajo es un elemento de
inserción social y por lo tanto es una prioridad para un Estado que tiene la
obligación de garantizar el trabajo. Esto a nivel democrático es muy importante
porque rompe con el elemento planteado por el neoliberalismo. En nuestra
constitución aparece reflejado el derecho al trabajo pero no aparece como
obligación para el Estado. Sin embargo, devolver la deuda en sus condiciones y
priorizarla sí aparece como una obligación.
Iría dentro de un pack dedicado a democratizar la economía.
No habrá democracia ni regeneración democrática si no se pone la economía al
servicio de la gente, si no nacionalizamos los sectores energéticos y los
controlamos de manera democrática. No servirá de nada cambiar unas caras por
otras. Todos sabemos que Pedro Sánchez es en el fondo Rubalcaba en cuanto a
proyecto político y eso no es regeneración democrática, es marketing.
Para que no sea marketing nada de lo que ocurra en ámbito
político hay que dotar de herramientas a la política.
-M.O.: Partiendo de que una cosa es el poder y otra el
gobierno... ¿cómo piensa IU, si tuviera la oportunidad de hacerlo, limitar el
poder de los mercaderes que gobiernan el país por encima del Parlamento?
-A.G.: Los mercados tienen un poder que les ha dado la
política. La política cuando privatiza apodera a los mercados. Si hubiéramos
tenido una banca pública no hubiéramos tenido que pedir dinero a los bancos
para prestarle a la pequeña y mediana empresa. Si no hubiéramos privatizado las
grandes empresas públicas, los mercados no serían tan poderosos. Si no
hubiéramos bajado los impuestos a los ricos, los ricos no hubieran dejado el
dinero en los mercados financieros para que se los pidieran prestados después.
Hay una dialéctica, una relación clara entre lo que el Estado deja de hacer y
ha ido adelgazando durante mucho tiempo, y el poder creciente de los mercados.
Cuando tú vas acotando el espacio de los mercados vas acrecentando la capacidad
de decisión de los espacios públicos.
-M.O.: ¿Quiénes son los mercaderes que mandan en España?
-A.G.: Son las grandes empresas y las grandes fortunas. No
sólo españolas porque el capital sí está globalizado a diferencia de la lucha
social que está bastante más fragmentada. Y en nuestro país son la oligarquía
franquista y sus herederos que siguieron siendo oligarquía tras la transición,
ya que sólo fue una transición política, no económica. Viejas oligarquías
rentistas del franquismo y también una élite política que se ha beneficiado del
proceso de privatizaciones. Cuando uno abre una gran empresa y ve que en los
consejos de administración están los ministros de determinadas ramas, de
determinados partidos del PP y del PSOE pues uno se da cuenta de que ellos
también son los mercados.
-M.O.: Otros mercaderes, mucho más poderosos y peligrosos
como son las transnacionales, pueden gobernar a plena luz sobre los gobiernos
nacionales si no se para el TTIP. ¿Qué nos jugamos si no se consiguen parar las
negociaciones opacas que se están llevando a cabo?
-A.G.: El TTIP es una parte del proceso constituyente de la
derecha. Las instituciones siempre moldean la forma que toma el capitalismo en
cada momento histórico. Y el capitalismo tiene ahora unas necesidades muy
concretas y es romper la camisa de fuerza de la etapa de posguerra que es el
keynesianismo y el estado social. Quiere liberarse y poder seguir
reproduciéndose en el mundo libremente.
Por lo tanto, para hacerlo no es que destroce la
constitución. Claro que destituye nuestra constitución pero porque construye algo
más, que se llama Unión Europea, y luego algo más que se llama tratado de libre
comercio, que institucionalmente y jurídicamente se antepone a todo lo demás. Y
lo hace de una forma tramposa porque las constituciones se hacen desde abajo,
la gente vota, pero el tratado del TTIP de libre comercio en realidad se
construye desde arriba, igual que la Unión Europea , que se votó como se votó... con la
fracasada Constitución Europea.
El Tratado de Libre Comercio es la última fase de este
proceso constituyente de un modelo de sociedad regresivo que obedece a las
necesidades del capitalismo. Por eso la lucha es feroz. Reivindicar lo de
abajo, el poder constituyente, que es poder popular, significa romper también
el tratado de libre comercio, romper con la Unión Europea
neoliberal, romper con los mercados que están construyendo este ámbito
institucional.
-M.O.: En breve habrá elecciones en Grecia y todos los
sondeos apuntan a la victoria de Syriza. ¿Qué va a suponer esa victoria para
España?
-A.G.: Pienso que va a ser un buen revulsivo porque estamos
en una cadena en la que el eslabón más débil, que es Grecia, puede hacer romper
el resto de la cadena y eso puede ser gestionado de una forma muy interesante
para nosotros como gente que sufrimos la crisis no solo en el marco de la Unión Europea sino
dentro de España.
Es importante ir diseñando una forma alternativa de
integración dentro de la UE
porque los países de la
Unión Europea del sur, como Grecia, Portugal, España,
necesitamos poner de acuerdo propuestas económicas y políticas conjuntas.
Nuestros intereses son mucho más comunes de lo que parece. Una victoria de
Syriza en Grecia abre la puerta a procesos constituyentes europeos.
-M.O.: A finales de enero se celebrará en Barcelona el Foro
del Sur para debatir sobre estos temas. ¿Cómo va el trabajo en pro de una
auditoría ciudadana de la deuda? ¿Estamos hablando de una lucha en solitario o
en coordinación con otros países como Grecia, Portugal, Italia...?
-A.G.: Lo ideal es hacerlo en el marco de la Unión Europea en tanto
que se genere un foro de acreedores. Hay que tener en cuenta que la auditoría
de la deuda es una herramienta pero no es la panacea. Debe de ir acompañada,
sobre todo, de creación de empleo, de planes de estímulo, y la reapropiación de
los espacios privatizados, porque eso sí que es lo que nos va a permitir salir
hacia adelante y a la gente salir de sus condiciones deterioradas. Y eso hay
que hacerlo de forma coordinada para tener más potencia. Al final la economía
obedece a una cuestión que conocemos muy bien que es la lucha de clases, que
podemos llamarla correlación de fuerzas, y esta será mayor cuanto más común lo
hagamos. Si hacemos una reestructuración de la deuda a nivel europeo va a ser
mucho más sencillo, siempre teniendo presente que la reestructuración de la
deuda es una forma de aligerar la deuda para poder salir de la crisis, pero no
tiene esencialmente nada de izquierdas. Es obvio que la izquierda tiene que
reclamarlo, pero también lo puede reclamar la derecha, que le puede interesar
para poder seguir haciendo pelotazos urbanísticos o para diseñar un modelo
distinto de sociedad al que planteamos nosotros. Por lo tanto es una
herramienta necesaria pero insuficiente para la transformación social.
Publicado en el Nº
280 de la edición impresa de Mundo Obrero enero 2015