Ernesto Alba
Secretario
general del PCA
Este
fin de semana acogemos en Andalucía el VI Congreso del Partido de la Izquierda
Europea (PIE). Se celebra en Benalmádena, Málaga, a orillas del Mar de Alborán;
y no es casualidad. Que los casi 40 partidos de toda Europa que integran el PIE
decidan reunir a su máximo órgano al sur del continente, en la frontera
geográfica que supone nuestro Mar Mediterranéo y que nos separa en dos mundos,
tiene un sentido ofensivo para lo que debe ser la estrategia de la izquierda en
Europa.
A
orillas de ese mar, fosa común de miles de migrantes que se ahogan intentando
alcanzar suelo europeo, la izquierda debe, este fin de semana, acordar un
programa de mínimos que sea capaz de dar una respuesta rigurosa a una
ciudadanía que asiste atónita al crecimiento de la ultra derecha. Un
crecimiento que es respuesta al miedo que genera un discurso aporafóbico y
profundamente racista del que se nutren para ganar posiciones.
La
izquierda europea, de la que forman parte IU y el PCE, tiene muchos retos, pero
sin duda el mayor es el de convertirse en una herramienta útil tanto para la
gente como para los partidos que la componen, siendo capaz de articular una
respuesta unitaria que sea dique de contención al crecimiento del fascismo, no
sólo en las instituciones europeas, también en la calle, con los movimientos
sociales y los sindicatos; combatiendo conjuntamente sus discursos de odio con
un discurso de clase, defendiendo los derechos humanos y los valores de
democracia, igualdad, justicia social y solidaridad que fueron los cimientos
sobre los que se construyó el modelo europeo.
Parar
a la extrema derecha es responsabilidad de todos los y las demócratas, pero en
especial de los comunistas que compartimos espacio político europeo con
organizaciones verdes y socialistas. Si el PCE e IU en España, con nuestros
partidos hermanos en Europa, no estamos a la altura de este reto, la clase
obrera lo pagará, pero también la izquierda organizada sufrirá las
consecuencias. Quedaremos seriamente debilitados y cuestionada nuestra
utilidad. En estos momentos es necesaria la mayor cohesión posible de todos
los partidos de la izquierda europea y ese debe ser uno de los retos de este VI
Congreso.
En
Francia, Italia, Polonia o Hungría, o bien ya gobiernan los partidos de extrema
derecha, o bien se encuentran en posición de, al menos, ser la principal
alternativa en cada comicio. Asistimos a un resurgir que, sin embargo, ha
encontrado resistencia en Grecia. Los helenos pueden presumir de haber
combatido las ideas ultras de Amanecer Dorado y haberlas derrotado. Debemos
mirar, una vez más, a la cuna de la democracia donde han sabido que al fascismo
y a la extrema derecha se le combate de forma integral y a través de la
movilización popular .
Respuesta coordinada
Por
eso, la respuesta debe ser coordinada en toda Europa:
En
las instituciones, donde la extrema derecha tiene representación, debemos
estar para desenmascarar sus propuestas populistas y explicar claramente a
nuestro pueblo que éstas carecen de credibilidad. Debemos denunciar la
inexistencia de supuestos problemas que acostumbran a utilizar con fines
exclusivamente demagógicos y de exacerbación del odio y la confrontación
entre las clases populares y los sectores socialmente más vulnerables.
En
los movimientos sociales y sindicales, impidiendo que las organizaciones
fascistas, su discurso y sus propuestas sean asumidas. Un combate que es
imprescindible dar esgrimiendo argumentos que acrediten la necesidad de que la
lucha de clases supone la única garantía que protege los derechos de la clase
trabajadora y la solución de sus problemas.
También
en la apropiación de las calles y espacios públicos por parte de los grupos
fascistas y de sus organizaciones auxiliares de fachada, como clubs deportivos,
de ocio o tiempo libre.
Y
en los tribunales, para exigir responsabilidades penales cada vez que los
fascistas utilicen la violencia o el odio en su actividad política. Debemos
abrir este frente de combate y poner en evidencia los casos en los que la
justicia tenga la tentación de comportarse de forma permisiva con el fascismo
emergente.
Por
último, frenar al fascismo construyendo y fortaleciendo las organizaciones de
izquierdas, condición indispensable para poder ser percibidos como la
herramienta política que garantice la defensa de los derechos conquistados.
Mirar
a Grecia de nuevo. Articular una respuesta europea. Ese es uno de los retos.
Buen congreso.
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