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domingo, 6 de julio de 2014

Nuestro Cayetano Bolívar. En el 75 Aniversario de su muerte a manos del fascismo

Hace 75 años, un 4 de julio, moría asesinado y enterrado en una fosa anónima del cementerio de Granada, junto a sus camaradas, fundidos en un abrazo eterno de carne, sangre y tierra, Cayetano Bolívar Escribano, médico, diputado, comunista, pero sobre todo un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. Tan amado por su pueblo y sus camaradas, como odiado por oligarcas y fascistas.
Son muchos los aniversarios que se amontonan en el armario de nuestra historia como partido y en el de nuestro pueblo en su lucha por la emacipación, todos y cada uno merecen ser recordados y reflexionados a partir del inestable y caótico presente.
No por un afán desmedido para contabilizar escenarios de nuestra historia pasada, tampoco por buscar espacios de revancha o de ajuste de cuentas, mucho menos para festejar “lo buenos que éramos”. Recordar sobretodo y en primer lugar para no olvidar y asimismo pensar nuevos escenarios de esperanzas para nuestro pueblo desde las experiencias, indudablemente gloriosas y heroicas, de nuestro querido Partido, el PCE.
Es ahí, en este escenario de recuerdo, y parafraseando los conocidos versos de Luis Cernuda, para recordárselo a los otros, en donde la figura de Bolívar emerge dando luz a una manera de protagonizar el compromiso intelectual y material con la justicia social, la igualdad y la liberación del pueblo trabajador.
En Bolívar no nace el compromiso por un afán de protagonismo personal, del que huye constantemente en toda su trayectoria vital, su extremada sencillez se lo impedía, tal era así que descuidaba incluso su indumentaria personal. Hay una anécdota al respecto, relatada por un viejo comunista, ya fallecido hace años y al que todos llamábamos Antonio “El jardinero” y que era el hijo del jardinero de la clínica “Vistahermosa” de Bolívar, que contaba como cuando fue elegido diputado en diciembre de 1933 vino a Málaga el Secretario general del PCE, Pepe Díaz, a visitar al primer y único diputado de su partido en las Cortes y cuando lo vió como iba vestido y le preguntó: ¿Pero así vas ha ir al Parlamento? Bolívar le contestó que sí que no tenía un traje mejor que ese y entonces Pepe Díaz, metido a sastre ocasional, con una cuerda le tomó medidas a Cayetano, y mandó a Jimena Vertedor a que fuera a un sastre conocido para con esas medidas le hicieran unas camisas y un traje nuevo.
Bolívar como diputado, pero también con anterioridad en los inicios de la República, defendía incansablemente las posiciones de su Partido, soportando insultos, abucheos, pataleos, e incluso en las manifestaciones vejaciones y golpes cuando era reconocido por algún “experimentado” agente policial. Tal es así que cuando el PCE lo presenta como candidato en las elecciones de noviembre de 1933, él llevaba año y medio en las mazmorras de la prisión de Toledo, y en una segunda vuelta en diciembre participa en una candidatura de Frente Único Antifascista junto a partidos republicanos y socialista que eran responsables precisamente de su estancia en la cárcel.
Nunca se amilanó, siempre puso la cara aunque se la partieran. En las Cortes denunció y condenó las infamias y calamidades que soportaban las clases trabajadoras españolas, el paro, el hambre, los desahucios, la represión,…, ese capitalismo, esencialmente el mismo que el actual aunque cambien los tiempos y las formas.
Con el inicio del Golpe militar de Franco, auspiciado por los poderes de toda la vida en nuestro país – patronos, banqueros, latifundistas, monárquicos, la Iglesia, sectores del Ejército, pistoleros falangistas, etc.-con el apoyo de las potencias nazifacistas, comienza el principio del fin de las esperanzas fraguadas en la primavera de 1936 con la victoria del Frente Popular. Málaga durante siete meses transcurrió desde el entusiasmo revolucionario y el caos de los primeros momentos, al desánimo de una población hacinada por la llegada de miles de refugiados y sin medios suficientes para ser atendida dignamente, que pronto convivió con el terror de los bombardeos y el miedo a la llegada de las tropas asesinas franquistas.
A ese pueblo dolorido y sin medios para su defensa intento atender y proteger Bolívar desde su responsabilidad de Comisario de Guerra de Málaga, con innumerables obstáculos y trabas que ponían componentes de otras fuerzas políticas o sindicales a este cometido esencial, por suspicacias ante la preponderancia y gran fortaleza del PCE en la provincia de Málaga que se había convertido en un polo de atracción de otras formaciones. Bolívar, ayudado de su Partido, hizo lo que pudo y supo hacer. Organizar comités unitarios para atender todas las tareas de la retaguardia, intentar unificar la acción sindical y de las milicias para ganar la guerra, evitar las incautaciones injustificadas de tierras o frutos a pequeños agricultores, denunció a las patrullas incontroladas que se “paseaban” por las calles y pueblos de Málaga, en vez de estar en los frentes de combate, y advertía que aquello podía ocasionar la derrota republicana, …, una labor titánica para un hombre que no era un militar, no era un político profesional, no era un organizador, … Bolívar era un buen médico, que podía haber vivido una vida más o menos acomodada, y sin tribulaciones, dedicándose a curar y como solía hacer atender a las familias pobres de los barrios obreros de Málaga y además dejarles una moneda para comida o medicinas.
Pero Bolívar eligió comprometerse hasta mancharse por su pueblo y le costó la vida y el infinito dolor de su familia al perderlo, de sus hijas e hijo, de su compañera, de su muy religiosa madre. Bolívar el médico, el comunista, el diputado, el hombre de familia,…, es un ejemplo del ayer para hoy e imprescindible para alumbrar el mañana de nuestra España.
En la permanente y constante reivindicación de Dignidad, Justicia y Reparación, que hacen familiares de las víctimas, asociaciones memorialistas y las izquierdas encontraremos las fuerzas y las bases para que la Memoria Democrática sea un hecho en la voluntad colectiva española, mientras tanto, como solía decir Cayetano Bolívar “orégano sea”.

Eduardo J. del Rosal Fernández

Responsable de Memoria Histórica del PCA de Málaga

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